Tras la salida parcial del cepo cambiario, el dólar mostró un comportamiento estable a la baja, contrariando los pronósticos más agoreros. Los analistas privados, que inicialmente esperaban que el costo de vida de abril se acelerara a un rango de entre 4% y 5% por el impacto de la suba del dólar oficial, ahora estiman que será incluso menor a la inflación del 3,7% de marzo.
El martes pasado, en un encuentro con economistas e inversores, el ministro de Economía Luis Caputo dio muestras de la euforia que vive hoy el Gobierno post acuerdo con el FMI y ya en plena carrera electoral. "Para los próximos meses se va a consolidar el nivel de crecimiento, hasta incluso aumentarlo, porque esta es una economía que está preparada para crecer más del 6%. Hoy tenemos el desafío de remonetizar más la economía, que está en un nivel muy bajo", apuntó el titular del Palacio de Hacienda.
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Fue entonces cuando el ministro anticipó la idea que, en los próximos días, se cristalizará en un anuncio con toda la pompa: la posibilidad de que los argentinos puedan utilizar dólares ahorrados para efectuar los gastos que realicen en la vida cotidiana. Una medida que se ensayó en el verano mediante la tarjeta de débito en dólares, pero que se quedó a mitad de camino.
La medida, que se anunciará en dos semanas, según anticipó el martes el ministro de Economía, una vez que se ultimen los detalles con una resolución de ARCA, el organismo que preside Juan Pazo.
Los dólares y la campaña electoral
La obsesión del Gobierno es que la economía reciba la mayor afluencia de dólares posible para que la cotización de la moneda se mantenga a la baja y, de esta manera, la inflación se desplome durante la segunda mitad del año, cuando la campaña electoral adquiera temperatura.
Si bien las consultoras privadas admiten que, efectivamente, la inflación podría experimentar una caída en los próximos meses, aún son cautas respecto del comportamiento de las restantes variables de la economía, entre ellas el consumo y el empleo, que siguen sin demostrar signos vitales positivos.
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El asesor presidencial Santiago Caputo protagonizó un polémico entredicho con un fotógrafo, antes del debate de los candidatos porteños.
Antonio Becerra
El presidente Milei no disimula su enojo ante quienes pretenden marcarle la cancha. “La tienen adentro los enemigos de los argentinos que lucraron durante cien años con este modelo empobrecedor. Los econochantas, los políticos corruptos, los periodistas ensobrados, los sindigarcas, y todos los funcionales a los hijos de puta que cagaron al país”, lanzó el martes pasado en un discurso cargado de furia e insultos.
El periodismo, bajo la lupa de Javier Milei
El periodismo se convirtió en el blanco predilecto de la metralla verbal por parte del jefe de Estado y sus acólitos. De la crítica, la descalificación, la estigmatización y el insulto, el jefe del Estado en persona ha pasado a la incitación al odio contra periodistas en forma individual o colectiva.
“La gente no odia lo suficiente a los periodistas. Todavía”, escribió en su cuenta de X Santiago Caputo, el supergurú del presidente quien esta semana volvió a ganarse toda la atención y no por buenos motivos, cuando en un gesto intimidante tomó la credencial y registró los datos del reportero gráfico Antonio Becerra que le había sacado foto cuando el asesor llegó a presenciar el debate porteño.
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La euforia presidencial es directamente proporcional al grado de virulencia en sus ataques a quienes osen cuestionar las políticas del Gobierno. De ello pueden dar fue la docena de funcionarios de primera línea y alrededor de 140 secretarios y directores eyectados del gabinete desde que asumió Milei.
Franco Mogetta, exministro de Transporte y allegado al exgobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, fue el último en ser despedido: en los pasillos de la Casa Rosada se rumorea que su salida fue una suerte de represalia al gobierno cordobés por haber desafiado al Poder Ejecutivo con sus reclamos para que no suban las retenciones al campo y se regularice el envío de los fondos nacionales a las cajas previsionales no transferidas.
La batalla recién comienza.