Actualmente, nos encontramos con una realidad distinta: la enfermedad, aunque crónica y progresiva, puede ser controlada, tratada y permitir que quienes la padecen lleven una vida plena.
Los especialistas destacan la importancia de un diagnóstico temprano y un enfoque integral de tratamiento para ofrecer una mejor calidad de vida, no solo para los pacientes, sino también para sus familias.
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La clave está en perder el miedo y reconocer que, con el apoyo adecuado, la esquizofrenia ya no tiene por qué ser un obstáculo insuperable.
Cada 16 de agosto, en el Día Mundial de la Concienciación de la Esquizofrenia, especialistas y organizaciones de salud mental en todo el mundo buscan visibilizar una patología que puede tratarse.
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Los especialistas destacan la importancia de un diagnóstico temprano y un enfoque integral de tratamiento para ofrecer una mejor calidad de vida.
El médico Emiliano Ávila Castro psiquiatra clínico y forense, docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNL y presidente de la Asociación de Psiquiatras de Santa Fe, detalla qué es, cómo se manifiesta y por qué un diagnóstico temprano colabora para que los pacientes puedan tener una vida normal.
“La esquizofrenia afecta todas las áreas de la persona. Es crónica y progresiva, pero hoy podemos controlarla y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen”, explica en diálogo con AIRE Avila Castro.
Síntomas: mucho más que delirios y alucinaciones
Los síntomas más conocidos para identificar esta enfermedad son los llamados delirios —ideas erróneas defendidas con convicción, como creer que alguien quiere hacer daño— y las alucinaciones, que pueden ser auditivas o visuales.
Sin embargo, a esta lista es necesario agregar los denominados “síntomas negativos”, entre los que los especialistas destacan el aislamiento social, apatía, pérdida de iniciativa y alteraciones en el estado de ánimo.
"No hay que esperar a tener ese tipo de síntomas porque no son los únicos a que aparezcan esos síntomas para tomar acción", sostuvo el especialista, que recomendó estar atento a los cambios abruptos en la conducta, sobre todo en edades tempranas de adolescencia o la niñez.
Estos comportamientos suelen deteriorar más la vida cotidiana y dificultan la reintegración social de la persona que padece esquizofrenia.
La ciencia ha confirmado que existe una predisposición genética a la esquizofrenia, aunque también influyen factores ambientales y experiencias tempranas. "Hay una predisposición hereditaria para desarrollar esquizofrenia, pero también intervienen factores ambientales y disparadores, como hipoxia perinatal o complicaciones severas durante el parto", explica Ávila Castro.
Estos aspectos suelen manifestarse principalmente en los primeros años de vida, sin embargo, es en la adolescencia o adultez temprana cuando suelen ocurrir los primeros brotes de la enfermedad, siendo más común en esta última etapa. La esquizofrenia típicamente se presenta entre los 15 y 25 años en hombres, y entre los 20 y 35 años en mujeres, aunque también se dan casos en edades más avanzadas.
“No hay que esperar a que aparezcan alucinaciones o delirios para intervenir”, señala Ávila Castro. Un diagnóstico y tratamiento oportunos reducen el riesgo de internaciones y permiten un mejor pronóstico.
Tratamiento: un enfoque integral
El abordaje de la esquizofrenia combina medicación destinada a corregir disfunciones en neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, junto con psicoterapia y psicoeducación familiar.
Esquizofrenia tratamiento
El abordaje de la enfermedad combina medicación para corregir disfunciones en neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, con psicoterapia y psicoeducación familiar.
Los pacientes que padecen esta enfermedad suelen ser extremadamente difíciles de tratar, lo que requiere atención constante y un enfoque interdisciplinario. Aunque el tratamiento incluye medicación específica, uno de los mayores desafíos radica en la falta de conciencia de enfermedad que presentan muchos pacientes, quienes no reconocen que están enfermos.
"El trabajo terapéutico es clave. En muchas ocasiones, los pacientes se niegan a tomar la medicación o abandonan el tratamiento si no se está atento, lo que puede desencadenar un brote", explicó el psiquiatra.
El enfoque interdisciplinario abarca la colaboración de terapeutas ocupacionales y el acompañamiento terapéutico, promoviendo actividades físicas y sociales que favorecen el bienestar integral del paciente.
En los últimos 20 años, los fármacos han experimentado avances significativos, generando menos efectos adversos y aliviando también los síntomas negativos, lo que facilita la reinserción laboral y social. Además, existen medicaciones inyectables de larga duración —quincenales, mensuales y trimestrales— que ayudan a garantizar una mejor adherencia al tratamiento.
Con tratamiento y seguimiento, muchas personas con esquizofrenia estudian, trabajan y participan plenamente en su comunidad. El especialista subraya la importancia de desterrar el estigma: “No solo hay que tratar al paciente, también hay que contener a su familia y perder el miedo a las medicaciones. Hoy la esquizofrenia no es sinónimo de aislamiento: es posible llevar una vida cercana a lo normal”.