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Política Javier Milei | La Libertad Avanza | DNU

Los primeros seis meses de Javier Milei presidente: un experimento político con final incierto

Enfrentado a los gobernadores y al Congreso, Javier Milei avanza con el ajuste, pero aún no logró la sanción de las leyes clave. Debilidad política y apoyo social, las marcas del primer semestre.

Los primeros seis meses de Javier Milei en la Presidencia de la Nación fueron una exhibición de debilidad política en casi todos los aspectos, a excepción del apoyo popular que aún muestran los sondeos de opinión y que le da algún aire al gobierno.

En materia política, el primer semestre de gestión de La Libertad Avanza –un experimento inédito en nuestra democracia– resultó un fracaso casi absoluto. Milei no consiguió apoyo del Congreso de la Nación para ninguno de sus proyectos y, por el contrario, abrió enfrentamientos evitables con gobernadores, intendentes, legisladores, empresarios e incluso con presidentes y diplomáticos de otros países.

El experimento libertario avanza a tientas, condicionado más por la propia inexperiencia de los funcionarios elegidos por Milei que por las trabas que pueda ponerle la oposición, aturdida aún por el resultado de las elecciones del año pasado.

Reformas por decreto y motosierra al gasto público

En rigor, el gobierno ha logrado cimentar sus reformas económicas a través de los decretos de necesidad y urgencia (DNU) que son los únicos instrumentos a los que pudo echar mano. A través de esa herramienta eliminó la ley de alquileres y flexibilizó el sistema financiero, las dos principales medidas tomadas en los primeros días de gestión.

La devaluación de diciembre de 2023 y la posterior disparada inflacionaria agravaron todos los indicadores sociales y económicos. Un informe reciente de la Universidad Católica Argentina indica que el 55% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza, una situación que solo se puede asemejar a la de la crisis de 2001.

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En sus recorridas por el extranjero y en las escasas entrevistas que ofreció desde que asumió como presidente, Milei se ufana de que el ajuste es un 90% de motosierra –es decir, recortes sobre los gastos de “la política”, en definitiva, del Estado– y el resto licuación de los ingresos.

Sin embargo, datos del Indec y del Ripte (Remuneración Imponible de Trabajadores Estables) indican que los salarios tuvieron una suba nominal del 57,9% entre diciembre y marzo mientras que la inflación de ese mismo período fue del 90,1%, lo que representa una pérdida real del 16,9%.

El ajuste a “la casta” no calmó los precios

Los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández fracasaron en el intento de frenar la inflación y eso quedó expresado en las urnas en 2019 y en 2023. El relato del gobierno de Javier Milei repite a diario que los precios empiezan a desinflarse y, por lo tanto, que la inflación se desacelerará a medida que avance el calendario.

Mientras tanto, a falta de resultados positivos en materia económica, el gobierno nacional profundizó la polarización política y consiguió, de esa manera, conservar el centro de la escena, ante el prolongado desconcierto de la oposición que todavía no termina de definir de qué manera buscará ponerle un freno el ajuste y a la destrucción del Estado.

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Masiva marcha en defensa de la universidad pública, el pasado 23 de abril: hasta ahora, la mayor movilización contra el gobierno de Javier Milei.

Masiva marcha en defensa de la universidad pública, el pasado 23 de abril: hasta ahora, la mayor movilización contra el gobierno de Javier Milei.

En esa nueva “batalla cultural” inaugurada por Milei, “el otro” son todos aquellos que no suscriben el catecismo libertario: el peronismo, la casta en su conjunto, el Congreso –por las dilaciones en la sanción de las leyes que pidió el presidente–, los gobernadores, los artistas populares y un largo etcétera.

Milei está convencido de que la confrontación permanente es una estrategia que contribuye al avance de la gestión. Algo de razón tiene, al menos eso se puede observar en las encuestas que marcan un apoyo mayoritario a las políticas que impulsa el presidente. Pero, ¿cuánto más puede durar ese apoyo si la economía no mejora?

Un gobierno sin leyes ni aliados

Javier Milei es el primer presidente, desde la recuperación de la democracia en 1983, que no consiguió que el Congreso le apruebe una sola ley propia en sus primeros seis meses de gestión.

En el mismo lapso, Raúl Alfonsín había logrado la sanción de 30 leyes. A Néstor Kirchner le aprobaron 14 y a Cristina Fernández, en su primer mandato, 11. En la otra punta de la tabla se ubican Mauricio Macri (4), el segundo mandato de Carlos Menem (3) y Fernando De la Rúa (1).

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Si bien la oposición dialoguista dio sobradas señales de su voluntad de acompañar la gestión de Milei, las posturas extremistas del gobierno, sumadas a la incapacidad de negociación y a la intransigencia que mostraron ante los cambios planteados por los espacios cercanos, atentaron contra la sanción de los proyectos que la Casa Rosada considera claves: la Ley Bases y su correspondiente paquete fiscal.

Esas dilaciones le impidieron a Milei cumplir con el Pacto de Mayo, su principal anuncio lanzado durante la apertura de sesiones en el Congreso, el 1° de marzo. Con ese decálogo liberal-libertario, el nuevo gobierno busca darles un marco institucional a las políticas de equilibrio fiscal y hacerlas extensivas a las próximas gestiones. De momento, no hay indicios que permitan pensar que eso va a ocurrir.

En seis meses, Milei y su gabinete político, liderado por el ex ministro del Interior y actual jefe de Gabinete Guillermo Francos, no lograron construir las alianzas necesarias para la sanción de las leyes que el presidente considera indispensables.

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El gabinete de Milei apenas asumió, en diciembre de 2023. En los primeros seis meses de gestión mostraron inexperiencia y pocos resultados.

El gabinete de Milei apenas asumió, en diciembre de 2023. En los primeros seis meses de gestión mostraron inexperiencia y pocos resultados.

Los bloques parlamentarios de La Libertad Avanza no suman los votos necesarios para imponer ninguna agenda. Y el desdén –incluso la violencia– que mostró el gobierno hacia los sectores dialoguistas –buena parte del PRO y de la UCR– tampoco colaboraron a ese fin.

Enfrentado a los gobernadores, a quienes les cortó de cuajo los subsidios para el transporte y las transferencias para obras públicas, jubilaciones y sueldos docentes, la gestión de Javier Milei quedó en una situación de debilidad política pocas veces vista desde la recuperación democrática.

Las encuestas, un faro para el barco de Milei

La consultora que dirige Jorge Giacobbe midió, en mayo de 2024, que la imagen positiva del presidente Milei llega al 58,7%. Es una cifra más que considerable, sobre todo a la luz de los pobres resultados de la gestión.

Encandilado por el apoyo que exhiben las encuestas, el presidente decidió redoblar su pelea contra “la casta”, a la que sin embargo necesita para darle fuerza de ley a sus reformas económicas.

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La “reescritura” de la ambiciosa Ley Bases, de la que no queda ni la mitad de su texto original, demuestra que ningún gobierno puede avanzar sin negociar con sus opositores, por mayor apoyo popular que muestren los sondeos de opinión.

A solo seis meses del inicio de su mandato, es imposible avizorar con certeza a dónde llevará el “experimento Milei”. Hay un punto ineludible: los partidos políticos y las instituciones y organizaciones de la democracia deberán tomar nota, si aún no lo hicieron, sobre las condiciones que posibilitaron este salto al vacío apoyado por casi el 56% del electorado.

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Si al gobierno le va bien con su plan económico y logra controlar la inflación, se abrirá un nuevo tiempo neoliberal en el país que hizo saltar por los aires ese modelo en los –todavía cercanos– días de lucha de diciembre de 2001.

Si le va mal, Argentina habrá fracasado una vez más en el vano intento de lograr una solución fácil, casi mágica, a los problemas estructurales que arrastra desde hace al menos cinco décadas. El final aún es incierto.