Y acabamos de invertir 576 al inicio para explicar por qué el último informe del Mirador de la Actualidad, el Trabajo y la Economía (MATE), presenta con el rigor metodológico de siempre que el salario privado registrado mostró una recuperación parcial del poder de compra, en los dos primeros trimestres del año (+7%).
El dato es incuestionable y está en los titulares de varios portales, pero el asunto es el recorte temporal: por esto del primer semestre íntegramente atribuido a Javier Milei, está omitida la primera quincena de diciembre 2023. O el mes completo, digamos mejor, porque como todos y todas sabemos, Sergio Massa ya no controlaba ninguna de las variables macro porque el mercado se posicionaba en función de las promesas y amenazas de campaña del actual presidente (dolarización, cepo, liquidación de divisas, precios de bienes y servicios). Incluso amagó con renunciar antes del final.
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Y en ese mes se produjo una devaluación del 118%, la tercera más grande de la historia argentina y que, como bien señala MATE, produjo una caída del 13% del poder de compra del salario privado. Esto también es achacable al gobierno actual y no fue recuperado por las recomposiciones paritarias posteriores, lo que convierte el +7 en un -6%.
Decenas de analistas –no todos econochantas– mantienen diciembre como parte de la gestión de un mal gobierno peronista (“inercia de gestión precedente” es el colchón de finas hierbas). Pero pasar de una pérdida salarial del 10% en cuatro años medida al dólar oficial, a otra del 11,5% de un día para el otro (para los privados) y de 15,9% (para los estatales), no tiene nada que ver con dinámicas inerciales.
Pero, tomemos como punto de arranque el 1 de enero 2024 y veamos las gráficas para dos de los tres salarios que suelen medirse en promedio.
Nota de MATE: En los dos primeros trimestres de 2024 se produjo un aumento del poder de compra del salario gracias a la práctica reinstalada 20 años atrás de negociaciones colectivas. El incremento logrado, sin embargo, no alcanza a compensar totalmente lo perdido con la devaluación de diciembre y el posterior salto inflacionario.
Nota de MATE: La caída salarial para los estatales fue más fuerte, y se extendió también durante el primer trimestre de 2024. El ajuste fiscal, el ahogo financiero a las provincias y la demonización de los trabajadores del Estado y de sus representantes, conformaron un escenario muy difícil para la negociación salarial en el sector.
Hace algunas notas atrás planteamos que el ajuste es por salarios (estatales, jubilaciones y pensiones, los que el Estado puede regular como patrón y autoridad de arbitraje), pero los trabajadores públicos perdieron ingresos y en decenas de miles de casos lisa y llanamente el empleo.
Según se calcule administración central sola o se sume empresas y sociedades, la reducción va del 9,1% al 24% del total, incluyendo contratados en diversos y precarios modos y personal con contratos por tiempo indeterminado o planta.
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Los datos del INDEC presentan una reducción de 18.540 trabajadores de la APN y 9.598 de organismos descentralizados y empresas del Estado. No se computan como despidos los miles de retiros voluntarios y trabajadores que se bajan por salud mental de la “locura de ser validados cada tres meses”.
El siguiente cuadro aportado por MATE, actualizado a mayo de 2024 cuantifica y compara los puestos de trabajo perdidos en 3 cortes y muestra un cambio en la composición del mercado de empleo que ya iniciara durante el gobierno del Frente de Todos, el boom del monotributismo y los autónomos, que amenaza con convertirse en estructural.
Pero para dimensionar el impacto en el bolsillo del sector de empleo más desprestigiado y agredido por el “sentido común dominante”, hay que decir que los estatales perdieron casi $2 millones de pesos en siete meses libertarios, el triple de lo que los informales (los más precarizados de todos) llevaban perdidos al mes de junio, con unos $500.817, equivalentes a 1,6 salarios mensuales de ese agrupamiento.
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En un país con memoria de cortísimo plazo y de sujetos sujetados por la propaganda –rara vez periodismo– de medios impresos y electrónicos, se votó en contra los dos últimos períodos presidenciales (que incluyen a Cristina Kirchner, con quien los trabajadores ganaron $578.279).
Pero las pérdidas millonarias fueron con los socios políticos que hoy ejercen el poder, si sumamos las gestiones de Mauricio Macri y de Javier Milei, los trabajadores llevan perdidos más de $3 millones de pesos, es decir, el 94% de lo perdido en salarios en los últimos 8 años y medio.
¿Qué les queda a los “históricos privilegiados” del mercado de empleo? Les quedaba la estabilidad laboral, pues el DNU 70 que dispone la emergencia administrativa (y con ella el cierre, fusión de organismos y pases a disponibilidad de decenas de miles de trabajadores) y la reglamentación de la Ley de Bases a través del decreto 695/2024, modifican la ley 25.164 de Empleo Público para lograr lo que predica el ministro de Desmantelamiento del Estado y Desregulación Total de la economía y las relaciones laborales: “Una nueva interpretación de la estabilidad laboral protegida constitucionalmente”. Federico Sturzenegger quiere un artículo que limite el 14 bis o lo precise, podrán decir que es un soñador, pero no es el único.
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Lavih Abraham: “Hay una decisión de destruir todo lo que sea público”
Consultado por AIRE, el economista Lavih Abraham (uno de los directores de MATE) remarca “la gran diferenciación entre lo público y lo privado, hay una decisión del gobierno de deslegitimar y destruir todo lo relacionado con lo público, se cierran y desfinancian organismos y reparticiones, hay trabajadores que no están trabajando a la espera de qué va a pasar con ellos y también se destruyen los salarios, algo parecido al período pre 2003, durante los 90 los estatales eran mal pagos”.
¿Quién quería ser trabajador público en los 90? Nadie. ¿Y en 2024? Cada vez menos, ni siquiera los que aún lo son, pero con salarios de pobreza.
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“El largo plazo es una sumatoria de cortos plazos, en 3 años esta dinámica nos lleva a un país gris, atado a sus exportaciones y con una minoría rica”, asegura Lavih Abraham de MATE.
Sobre el resto de los sectores, Lavih Abraham señala que “hay sectores de la economía o los servicios en el empleo privado que están logrando romper los techos paritarios y ganarle a la inflación, son simbólicamente fuertes, pero numéricamente no son mayoritarios, hay 100 mil bancarios, 20 mil aceiteros, y un número un poco más grande de petroleros”.
Poniendo la referencia salarial en base 100 en los niveles de 2015, el economista de MATE calcula que actualmente los sueldos públicos ganan el 58% de lo que ganaban entonces, “hoy los estatales llegan con suerte al 13 de cada mes”.
El peligro, según el economista, es que “nos estamos acostumbrando a una economía más parada, con industrias a media máquina, desocupación que va a ascender a dos dígitos promedio, ya no con 1.300.000 trabajadores industriales sino con 700.000 en promedio, esto es una nueva estructura económica, con cuatro años así recuperarse va a ser difícil durante años o directamente imposible, no te vas a reenganchar más”.
Sobre la posibilidad de que exista un piso o límite para el ajuste (ya hay consultores que hablan de que junio fue el piso recesivo), el economista apunta que “al achicar tanto el gasto y la actividad, también cae la recaudación, así el ajuste no tiene límite y el déficit no cierra nunca, no les queda mucho espacio para seguir ajustando, puede haber un “piso político” pero el déficit cero también va a imponer un límite hay que recaudar para pagar deuda, en la medida que la gente soporte pueden seguir ajustando sobre los sectores de la ciudadanía que ya vienen perdiendo”.