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Actualidad Argentina | Unicef |

En Argentina, los niños acceden a su primer celular a los 9 años en promedio: crece la brecha digital

Aunque casi todos los chicos tienen Internet, el acceso desigual a dispositivos y habilidades digitales profundiza las brechas educativas y sociales.

El acceso a Internet y las tecnologías digitales en la infancia argentina muestra una cara optimista en las estadísticas, pero esconde una realidad mucho más desigual y compleja cuando se examina en profundidad. Así lo revelan los datos del estudio Kids Online Argentina 2025, desarrollado por UNICEF Argentina y UNESCO, que busca ofrecer evidencia para orientar políticas públicas centradas en el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes.

Según el informe, el 96% de los chicos y chicas de entre 9 y 17 años que viven en áreas urbanas de más de 50.000 habitantes tienen acceso a Internet en sus hogares. A simple vista, se trata de una cobertura casi total. Sin embargo, el acceso no es sinónimo de equidad. Las diferencias aparecen con fuerza cuando se analiza qué dispositivos se utilizan, desde dónde se conectan o qué habilidades digitales poseen.

El celular manda, pero no reemplaza a la computadora

Mientras casi todos los niños y adolescentes tienen celular con acceso a Internet, solo el 60% cuenta con una computadora o tablet en su casa. Este número se reduce drásticamente entre quienes viven en hogares de bajos recursos, donde solo 3 de cada 10 chicos tienen acceso a una computadora para estudiar. Las consecuencias son claras: menos herramientas para aprender, menor posibilidad de desarrollar habilidades digitales avanzadas y, en definitiva, menos oportunidades.

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El teléfono celular, aunque omnipresente, no reemplaza la experiencia de aprendizaje que puede ofrecer una computadora. Solo el 22% de los chicos se conecta a Internet frecuentemente mediante una computadora, lo que limita la calidad de los usos educativos y laborales de la tecnología en su día a día.

Desigualdades que atraviesan la infancia

La tecnología no llega de la misma manera a todos. Las brechas digitales reflejan otras desigualdades más profundas. El 53% de las niñas, niños y adolescentes en Argentina vive en situación de pobreza, y el 12% en pobreza extrema. En algunas regiones, como el Noreste argentino, la tasa de pobreza infantil es 29 puntos porcentuales más altos que en la Patagonia. Estas cifras no solo afectan el acceso a recursos materiales, sino también el capital simbólico y las oportunidades de desarrollo.

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El 53% de las niñas, niños y adolescentes en Argentina vive en situación de pobreza.

El 53% de las niñas, niños y adolescentes en Argentina vive en situación de pobreza.

Este contexto impacta directamente en el aprendizaje. A pesar de que el 96% de los chicos están escolarizados, los resultados en Matemática y Lengua son alarmantes. Solo el 18% de los adolescentes del último año de secundaria alcanza niveles satisfactorios o avanzados en Matemática. Entre quienes viven en hogares de bajos ingresos, ese porcentaje cae al 6%. Las diferencias también se reflejan en Lengua, donde solo el 41% del grupo más vulnerable logra resultados satisfactorios.

Entre oportunidades y riesgos digitales

El entorno digital ofrece múltiples oportunidades: 6 de cada 10 chicos usan Internet todos los días para fines escolares, y la mitad aprende cosas nuevas online. Sin embargo, también enfrentan riesgos concretos: el 46% percibe que tiene un uso problemático de la tecnología y el 21% sufrió agresiones en línea por parte de compañeros. Además, el 24% de los adolescentes apostó dinero online al menos una vez, y dos tercios se toparon con contenidos nocivos como mensajes discriminatorios o formas peligrosas de perder peso.

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El acompañamiento adulto aparece como un factor protector. El 76% de los chicos dice recibir consejos de sus padres sobre cómo usar Internet de manera segura. Este acompañamiento también está presente en la escuela, donde los docentes son valorados por sugerir fuentes confiables y orientar sobre el uso crítico de la información. No obstante, las mediaciones disminuyen con la edad y con frecuencia son más fuertes en hogares de mayor nivel socioeconómico.

La presencia de conectividad ya no es el problema central. Hoy el desafío está en garantizar que el acceso sea de calidad, equitativo y significativo. La tecnología puede ser una herramienta poderosa para el desarrollo infantil, pero si las condiciones de base son tan desiguales, las TIC corren el riesgo de profundizar las brechas en lugar de cerrarlas.