Calles inundadas, olores nauseabundos y una plaza transformada en un mar de agua es el panorama que enfrentan los vecinos, quienes una vez más se ven afectados por la falta de infraestructura adecuada para afrontar este tipo de fenómenos climáticos.
A las 7:30 de la mañana, cuando la tormenta ya había dado tregua, la situación en el barrio era caótica. El agua había invadido las calles, llegando hasta el borde de las viviendas, dejando a muchas familias atrapadas en sus hogares. En este contexto, tanto el centro educativo de Los Sin Techo como el merendero del barrio se vieron obligados a cerrar sus puertas. "No se pudieron dar clases, los docentes llegaron, pero los alumnos no pudieron salir de sus casas, ya que el agua estaba en sus puertas", explicó Silvina Mana, docente y directora de los jardines de Los Sin Techo.
Las calles sin asfaltar y el sistema de desagüe insuficiente dificultan el escurrimiento del agua, que permanece estancada en las arterias del barrio.
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La falta de mantenimiento de las bocas de tormenta, obstruidas por basura y otros elementos, impide que el agua drene correctamente. "Está tapado, no corre nada", señaló Miguel, un vecino que lleva más de 30 años viviendo en Pompeya, mientras recorría las calles inundadas. Según él, este problema no es nuevo: "Hace años que venimos pidiendo que se levanten las calles y no obtenemos respuesta. Esta situación es insostenible."
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La falta de mantenimiento de las bocas de tormenta, obstruidas por basura y otros elementos, impide que el agua drene correctamente en las calles de barrio Pompeya.
A la falta de respuestas por parte de las autoridades se suma una preocupación creciente entre los habitantes del barrio, que temen que la falta de limpieza y el estancamiento del agua favorezcan la proliferación de enfermedades. "Esto es un desastre, es dengue puro", expresó Miguel con indignación, mientras señalaba las acumulaciones de agua que cubren gran parte de la plaza, donde los juegos ya no son visibles.
El transporte también se vio afectado, ya que muchos vecinos no pudieron utilizar sus vehículos debido a la acumulación de agua. La bicicleta se convirtió en el medio de transporte más utilizado para llegar al trabajo, sorteando las calles que, en algunos tramos, parecen más ríos que vías urbanas.