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Política Reforma Laboral | Argentina | Carlos Menem

La reforma laboral en Argentina, de Carlos Menem a Javier Milei: ¿vuelven los tickets canasta?

Podrán alcanzar hasta un 20% del salario, serán no remunerativos y no computan para los aportes jubilatorios. Una idea de la híper de 1989 para rebajar salarios y aportes patronales.

Hay una serie de medidas que, sin importar el resultado de las elecciones de medio término, el gobierno iba a impulsar de todas maneras, entre las cuales están la reforma laboral, la tributaria y la previsional. Por dos razones esenciales: la primera es que ya están comprometidas con el FMI (en un documento que ni la oposición ni la sociedad argentina han visto ni verán) y la segunda es porque el presidente Javier Milei no sabe frenar, doblar ni retroceder, y el binomio ajustador motosierra + licuadora (de gastos sociales y salarios) ya estaban confirmadas.

Entre las 109 páginas de un proyecto que –al igual que la Ley Bases– se redactó y sistematizó en el Estudio Borchou & Funes de Rioja y contó con el aporte de la Comisión de Políticas Tributarias de la UIA, entre otras usinas del empresariado, se encuentra la implementación del pago de un porcentaje del salario con una modalidad que se asimila a una cuasimoneda, en la forma de un vale o ticket como beneficio social no remunerativo (no formará parte del sueldo ni se le aplican cálculos ni aportes), no dinerarias y no acumulables en dinero.

Estas características suponen un impacto negativo sobre los aportes jubilatorios y las prestaciones sociales, así como también en el porcentaje del salario abonado con esta modalidad, pues suelen perder un porcentaje de su valor nominal de compra respecto del efectivo, ya que los comercios que convenían con las empresas emisoras para recibirlos y cambiarlos, suelen percibir un valor también menor.

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La reforma labora es uno de los proyectos que ya están comprometidos por el gobierno de Javier Milei con el FMI.

La reforma labora es uno de los proyectos que ya están comprometidos por el gobierno de Javier Milei con el FMI.

La encuestadora Zubán Córdoba produjo un muestreo de coyuntura para sondear los niveles de aceptación de la vuelta de los tickets canasta y el resultado fue un rechazo del 81,3% y un apoyo de sólo el 13%. Los que los rechazaron argumentaron que sólo favorece a las empresas a costa del ingreso de los trabajadores. También fueron rechazados por la oposición representada por Fuerza Patria y la Coalición Frente de Izquierda, que recordaron los resultados de la experiencia menemista, cuando el entonces presidente y su Ministro de Trabajo, Jorge Triaca (p), cerraron un acuerdo con la Cámara de Empresas de Servicios de Vales Alimentarios (Cevas).

Hoy la empresa Restaurants Cards, que pertenece a los mismos dueños del noventoso ticket canasta, estaría en condiciones de ofrecer herramientas similares, como tarjetas para compras de alimentos o apps con dinero prepago, entre otras soluciones aggionardas.

Vales, bonos, vouchers o luncheon tickets: una idea con 119 años de historia

Tal vez no un argentino con escasa alfabetización histórica, pero los santafesinos sí recordamos la primera vez que no una parte, sino todo el salario ($2,50 por cada tonelada de leña) se pagó con vales que podían cambiarse por comida y efectos esenciales. Eso fue La Forestal que durante 60 años deforestó el norte santafesino y explotó a más de 10 mil trabajadores que laboraban con casi toda su familia (casi igual que ahora, pero sin pluriempleo), con jornadas de 12 horas (tal cual la propuesta de la reforma laboral que promete futuro) y en cinco fábricas (Villa Guillermina, Tartagal, Villa Ana, Santa Felicia y La Gallareta). Se calcula que gracia a esos vales, la empresa inglesa recuperó el 75% de lo que pagaba diariamente en salarios, unos $30 mil por el total de sus trabajadores.

Más cerca, pero para algunos pocos memoriosos, está la modificación que el tándem Menem-Rapanelli-Triaca introdujo en el artículo 103 de la Ley de Contrato de Trabajo, que permitió implementar los tickets canasta para abonar un porcentaje del sueldo en una cuasi moneda, que finalmente sería cambiada con una merma de entre el 5% y el 10% de su valor nominal por los trabajadores bajo convenio, con las mismas características no remunerativas que se propone hoy mismo.

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El resultado fue que entre 1989 y 2008 –según cálculos de la AFIP (hoy ARCA)– unas 14.000 empresas pagaron $4.000 millones anuales a 1,2 millones de trabajadores, con una migración total de $10.000 millones de los trabajadores y la seguridad social a las empresas que emisoras.

Por aquél entonces, el abogado laboralista y diputado nacional Héctor Recalde, denunciaba que “este es un sistema alternativo para el pago en negro de salarios y desfinancia la seguridad social”. Tanto que fue el preludio de la privatización del sistema jubilatorio un par de años después de implementado este sistema, combinado con una significativa rebaja de los aportes patronales.

El resultado según datos de la Encuesta Permanente de Hogares que realiza del INDEC, fue un incremento de la desocupación del 7,1% de la población económicamente activa al 14.7%, más que duplicada con un pico del 17.3% en 1996. El trabajo no registrado experimentó una suba del 32.5% al 38% en el final del doble ciclo menemista, con retracciones al 28.3% en los años 1990 y 1994. Las reformas implementadas por Menem (achicamiento del Estado, privatizaciones, reformas laboral y previsional) produjeron los dos de los picos de desempleo más altos de la historia argentina, el restante lo produjo el fallido gobierno de la Alianza encabezado por Fernando De la Rúa.

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Héctor Recalde denunció a dos empresarios por intento de coima para ampliar y consolidar por ley el sistema de tickets canasta.

Héctor Recalde denunció a dos empresarios por intento de coima para ampliar y consolidar por ley el sistema de tickets canasta.

En el año 2008, los empresarios Miguel Gutiérrez, Guido Spano y Santiago Lynch (presidente de Cevas y funcionario de la última dictadura cívico-militar), intentaron sobornar al presidente de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados, Héctor Recalde, con USD 20 millones para que el régimen de tickets canasta se confirmara por ley y alcanzara a los trabajadores y trabajadoras que ganaban menos de $2.000 mensuales.

Recalde utilizó otra cámara, una oculta, filmó el intento de coima y el resultado fue el pedido de captura contra los dos empresarios y la sanción de la Ley 26.341 de autoría de Recalde, por la que se incorporaron los montos que se pagaban en tickets o vales al salario, con carácter remunerativo y efectos previsionales.

Maia Volkovinsky, la mujer con más chances de colarse en el futuro triunvirato de la CGT, llevó las referencias al pasado mucho más lejano, unos 212 años atrás cuando la Asamblea del año XIII consideraba al trabajador como “un conjunto de fibras y huesos”, lo que es a todas luces una analogía útil para encontrar una posición defensiva y marcar un cambio de aire para una organización que en los últimos 10 años negoció una flexibilización de hecho, pero resulta excesiva.

Cerrando el apartado de referencias históricas, o de persistencias incluso de apellidos (la historia argentina está repleta de estos casos), el hijo del Ministro de Trabajo menemista, Jorge Triaca, que también fue ministro de Trabajo, pero de Mauricio Macri y sonaba como una posibilidad de recambio para el gabinete de La Libertad Avanza, hizo su aporte para esta nota recordando una decisión administrativa de 2018.

Jorge Triaca hijo
Hijo del Ministro que implementó los tickets canasta pero en contra de los beneficios no remunerativos, Jorge Triaca aseguró a AIRE que tiene expectativas por la reforma laboral libertaria y está entre los nombres propuestos por Macri para renovar el gabinete.

Hijo del Ministro que implementó los tickets canasta pero en contra de los beneficios no remunerativos, Jorge Triaca aseguró a AIRE que tiene expectativas por la reforma laboral libertaria y está entre los nombres propuestos por Macri para renovar el gabinete.

“Si bien comparto los lineamientos de la reforma que ya está parcialmente contenida en el capítulo laboral de la Ley Bases y el DNU 70/23, quiero recordar que cuando fui Ministro de Trabajo, desconocimos todos los acuerdos salariales que contenían, como aumentos, sumas no remunerativas, sea cual fuera”.

El ex funcionario recuerda que “lo hicimos para garantizar la sustentabilidad del régimen previsional, nos criticaron mucho porque decían que nuestras intenciones eran recaudatorias, pero en eso fuimos claros y creo que fue una buena decisión. Yo creo que el apartado en donde se promueven otros beneficios sociales no remunerativos (medicina privada, guardería, cuidadores no terapéuticos, clubes o gimnasios) debería ser debatido a fondo en el Consejo de Mayo”.

Ya es tarde para citar a Castelli: lo que hay y lo que habrá

Hay una serie de datos que revelan que la reforma laboral ya existe de hecho, de facto. En los últimos diez años, el monotributismo se incrementó un 63% y fue el sector más dinámico en la creación de empleos (a febrero contabilizan 2.087.722 que lo tiene como principal ocupación), la informalidad alcanza al 42% de los ocupados (57,5% en los jóvenes y 63% en PyMES de hasta cinco personas), el 25% del total de la fuerza laboral es cuentapropista, de los cuales el 61,3% no realiza aportes a la seguridad social, el salario promedio mensual no alcanza los $800 mil contra una canasta básica de $1.176.852, muchas empresas de todo tamaño pagan aportes sólo sobre el porcentaje del sueldo que pagan en blanco, hay sindicatos que celebran acuerdos salariales o de condiciones de trabajo por debajo del piso de convenio, 2,5 millones de personas trabajan entre 14 y 16 horas diarias y las vacaciones ya se fraccionan de acuerdo a los ciclos de actividad de comercios y empresas.

Si esta es la realidad del mercado laboral con datos esenciales y oficiales, ¿para qué haría falta una reforma que consagre esta situación como normal o negociable? Sencillamente para que no exista modo de recurrir esta realidad judicialmente, si es ley no es delito, lo que implicaría una baja sustancial de la litigiosidad laboral que tanto reclama la compacta mayoría del empresariado argentino.

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Hace algunas notas atrás citábamos un textual de un empresario santafesino del sector textil que pidió off y lo seguiremos respetando: “Incluso si desapareciera toda ley protectiva y hasta los juzgados laborales, para el empresario que realmente produce bienes o servicios el drama principal seguirá siendo la caída del consumo”.

Los salarios dinámicos y por mérito que anunciamos en AIRE hace casi un mes atrás, invitan a los trabajadores a ser socios en las pérdidas que produce una caída en la rentabilidad de las empresas, en un país en donde las tarifas residenciales están a punto de dolarizarse y la participación de los trabajadores en las ganancias tiene rango constitucional desde 1957 y mayoritariamente no se cumple.

Para la oposición que se prepara a debatir la reforma que Milei asegura tener acordada con los gobernadores, la realidad laboral y la correlación de fuerzas parlamentarias les impide seguir citando a Juan José Castelli: “Si ves al futuro, dile que no venga”. Sino más bien a Carlos Solari, porque “están llamando a un gato con silbidos, el futuro ya llegó, llegó como vos no lo esperabas: todo un palo, ya lo ves”. ¿O no lo ven?