Uno de los puntos más llamativos de esta causa es que también fue procesado el abogado Gregorio Gómez, quien visitaba a Calavera en la cárcel y –según los investigadores de la Procuraduría de Narcocriminalidad, como Diego Iglesias y Matías Scilabra– era quien pasaba los mensajes a otros integrantes de la organización criminal.
Pelozo apuntaba a transformarse en el primer narco santafesino con trascendencia internacional. Se sospecha que esa cantidad de droga que fue incautada a su gente, 464 kilos de cocaína de máxima pureza, tenían como destino el contrabando internacional por los puertos del Gran Rosario.
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"Calavera" Pelozo está procesado como organizador del tráfico de 464 kilos de cocaína que fueron secuestrados cerca de San Justo.
La historia delictiva de “Calavera” Pelozo
Pelozo arrancó en el mundo narco trabajando para Esteban Lindor Alvarado, una persona que nunca logró conservar sus aliados e, incluso, hasta sus empleados por su enfermiza desconfianza. “Calavera” logró transformarse en una figura autónoma, sin ser el dueño de la droga. Este hombre desarrollaba una de las tareas más complicadas en este rubro criminal que es la logística.
Más allá de sus habilidades en este negocio criminal, también mostró una violencia descarnada y sin límites, cuando envió a un grupo de sicarios de Rosario a una cacería humana en el conurbano bonaerense.
Ese grupo “comando” que se movía en cuatro autos y camionetas debía encontrar a dos hombres que se habían animado a robar una camioneta Toyota SW4 del estacionamiento del penal de Ezeiza. Se sospecha que ese vehículo tenía mucha relevancia para “Calavera”, porque en su interior había algo de mucho valor: lingotes de oro. Los investigadores no saben cuántos y qué valor tenían. El misterio seguirá porque nunca Pelozo los pudo recuperar.
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Después de hacer inteligencia en el conurbano, y ubicar a Silvio Vitullo y Diego Segura, los sicarios rosarinos quemaron vivos a estos dos hombres dentro de un utilitario Berlingo. Los cuerpos fueron encontrados maniatados y, según las pericias, los dos hombres fueron incinerados cuando aún estaban con vida.
La saña y la venganza con la que asesinaron a estas dos personas delinea el poder de Pelozo, que los investigadores de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), que realizaron la pesquisa, exponen como el primer narco argentino con ínfulas de conformar un cartel internacional de tráfico de drogas.
No se logró determinar qué guardaba esa camioneta Toyota SW4 que robaron Vitullo y Segura. La sospecha es que contenía algo de mucho valor, como cocaína, dinero o lingotes de oro, como trascendió. Tampoco los investigadores consiguieron determinar por qué la habían llevado al parking del penal de Ezeiza.
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En enero de 2022, el triple crimen de Ibarlucea conmocionó al sur provincial.
Estos misterios persisten, pero lo que sí lograron determinar los fiscales de Procunar es que desde 2019 Pelozo ganó peso y poder dentro del narcotráfico en la Argentina al “mover” grandes cantidades de cocaína con destino al exterior, a través de los puertos de Rosario y Zárate, provincia de Buenos Aires.
Un preso con privilegios
Según la investigación judicial, Pelozo siempre se las arregló dentro de la cárcel para utilizar celulares y tener contacto con los miembros de su banda. Pero tras los mayores controles que implementó el Ministerio de Seguridad de la Nación contra los presos de alto perfil de los penales federales, “Calavera” tuvo que usar el ingenio para no perder el contacto con la organización. Usó al abogado rosarino Gregorio Gómez, que lo defendió hasta el año pasado, para que fuera el mensajero. Por su rol de abogado, Gómez podía entrar a la cárcel y tener contacto con Pelozo cualquier día.
Gómez era quien luego informaba de las directivas a los otros miembros de la banda, entre ellos, Carlos Suárez, que fue detenido el 21 de julio en Rosario, acusado de ser el que lideraba el cargamento de 460 kilos de cocaína que fue secuestrado en San Justo. El 1° de julio pasado, cuando trasladaban el cargamento de droga, Suárez le confesó a su esposa que estaba “re nervioso” y que cuando estaba así no podía comer nada, sólo “tomar agüita”.
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Horas después, su estado de ánimo le sugirió que algo andaba mal. Él iba adelante para detectar si la ruta estaba limpia de gendarmes. Llamó a Gómez y le dijo: “Estoy en un bar rosa, que se llama Carolina. Están a cien metros del control. Se pueden meter en un pueblito y buscar un lugar para dormir. Metan la chata y salimos a la madrugada”.
El aviso fue en vano, porque el cargamento cayó en manos de Gendarmería. Veinte días después fue detenido Suárez cuando estaba reunido con dos integrantes de la barra de Rosario Central, que después fueron liberados. Gómez fue detenido y acusado de conformar la asociación ilícita que lidera Pelozo, a quien había visitado en la cárcel los días 7, 15 y 20 de junio, antes del envío del cargamento de 460 kilos de cocaína. Se sospecha que el letrado recibía los detalles para “mover” la droga.
Gómez había conocido a Pelozo por una cuestión profesional. Lo defendió en una causa en Salta, en la que el narco estaba acusado en 2020 de trasladar 400 kilos de cocaína, en la que la principal protagonista de la historia era Adelaida Castillo, una expeluquera de Salvador Mazza devenida en narco. Estaba ligada al poderoso clan Loza.
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"Calavera" Pelozo arrancó en el mundo narco trabajando para Esteban Lindor Alvarado,
Pelozo en ese momento cumplía un rol secundario. No era el dueño de la droga, sino que hacía gestiones de logística y ponía el lugar para acopiar la cocaína en Ibarlucea, a 15 kilómetros de Rosario. Se presume que en esas maniobras conoció a quien es hoy su compañero de pabellón, y algunos sospechan su socio, el narco boliviano Jorge Adalid Granier Ruiz, conectado con el grupo brasileño Primer Comando Capital, y quien –según la DEA, como señala el expediente– proveía de cocaína al jefe narco rosarino Esteban Alvarado.
“Calavera” Pelozo y el triple crimen de Ibarlucea
Fue en Ibarlucea donde el nombre de Pelozo comenzó a aparecer ligado a una trama trágica. No muy diferente al doble crimen en Esteban Echeverría. El 29 de enero de 2022, Iván Giménez, su pareja Érica Romero y la bebé Elena Giménez de un año y medio, fueron ejecutados al salir de una boda de dos narcotraficantes Esteban “Pinky” Rocha y Brisa Leguizamón, que habían decidido hacer un despampanante festejo al reunir a la crema del narcotráfico de Rosario.
Horas después de la boda, el nombre de Pelozo empezó a mencionarse en el círculo de la banda de Los Monos, cuyos algunos de sus integrantes habían estado en la fiesta de casamiento. Iván Giménez, uno de los ejecutados, era cliente de “Calavera”.
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Anteriormente, su nombre aparecía unido a historias tremendas con Esteban Alvarado. Pelozo apareció también mencionado por el testigo Carlos Argüelles, que fue asesinado en septiembre de 2021, tras declarar como arrepentido en la causa contra Alvarado, condenado a prisión perpetua. El mecánico advirtió que Pelozo era parte del clan Alvarado y que ambos habían asesinado a Nahuel Fernández, que está desaparecido desde agosto de 2018.
El testigo dijo que “Calavera” había colocado el cadáver del joven en un recipiente con cal y luego lo enterraron. Uno de los miembros de la banda de Pelozo, Oscar Godoy, fue asesinado el 19 de octubre de 2022. Cuando los fiscales de la Unidad de Criminalidad Organizada Matías Edery y Luis Schiappa Pietra revisaron el lugar, se toparon dos tanques de 200 litros con cal que estaban enterrados y coincidían con el testimonio del testigo ejecutado. Nunca se pudo probar lo que dijo Argüelles, pero las sospechas permanecen intactas.