La droga iba a ser embarcada en alguna terminal del Gran Rosario, según sospechan los investigadores, y fue secuestrada junto a armas de un calibre poco frecuente: dos fusiles calibre 7,62 de origen estadounidense, y una parva de municiones para utilizarla. La incautación de los teléfonos de los dos detenidos empezó a dar sus frutos.
Embed - Una carga de cocaína en San Justo y la sombra del primer cartel internacional santafesino
Este sábado Gendarmería detuvo a uno de los responsables de trasladar este cargamento que era trasladado por la ruta 11, desde el norte de Santa Fe. Leopoldo “Pitito” Martínez está ligado a la barra de Rosario Central, y sería, según las fuentes consultadas, uno de los responsables de transportar el cargamento de 460 kilos de cocaína que fue secuestrado en San Justo hace 20 días.
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En 2020, Pitito fue detenido por orden del fiscal Matías Moreno en el marco de la causa por lavado de dinero contra Andrés Bracamonte, alias Pillín, jefe de la barra brava de Rosario Central desde hace más de dos décadas. Pitito es, según las fuentes, el número dos de la barra.
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La investigación judicial, en manos de la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR), se encuentra en una primera etapa. Los fiscales Matías Scilabra y Diego Iglesias –este último titular del organismo– empezaron a profundizar una investigación que lleva tiempo, pero que recién hace poco más de un mes la Gendarmería logró identificar y secuestrar un cargamento de cocaína.
Según fuentes de la causa, luego de una serie de tareas de inteligencia criminal, en las que lograron monitorear los movimientos de Pitito, se definió la aprehensión.
Martínez se encontraba reunido con miembros de la barrabrava de Rosario Central, antes del partido con Sarmiento, en el que el canalla venció 4 a 2 al equipo bonaerense. Acompañado por otros dos hombres, Pitito circulaba en un vehículo por Thompson y Grandoli, en la zona sur, lugar donde los gendarmes desplegaron un operativo para interceptarlo e identificarlo.
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El procedimiento concluyó con la intervención del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N° 4 de Rosario y PROCUNAR, que dispusieron la detención de los tres involucrados, como así también el secuestro de cuatro teléfonos celulares, el rodado y dinero en efectivo.
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Los 460 kilos de droga iban hacia Rosario, y se sospecha que no estaba destinada al mercado doméstico, sino al contrabando internacional a través de la hidrovía.
Fuentes de la investigación señalaron que el único imputado por el cargamento secuestrado en la ruta 11, a la altura de San Justo, es Martínez.
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Gendarmería seguía los pasos de esta banda desde hace tiempo. Recién el mes pasado lograron secuestraron los 460 kilos de cocaína, dos fusiles, balas, un sistema GPS y teléfonos satelitales en una camioneta Volkswagen Amarok blanca que viajaba hacia Rosario.
Uno de los llamados “punteros” era Pitito, que logró escapar cuando los interceptaron los gendarmes. Según fuentes de la causa, el operativo de inteligencia por el cual se detectó al núcleo de la banda y los movimientos de logística, se desprendió de dos investigaciones que, en 2018 y 2020, finalizaron con la incautación de 380 kilos de cocaína y el arresto de 40 sospechosos en una redada internacional concretada en Argentina y España.
En esas causas se estableció que la red de traficantes iniciaba las operaciones en Bolivia y cruzaba la droga hacia Paraguay, donde era embarcada en avionetas para “bombardear” campos en localidades de Santa Fe.
Esa ruta de contrabando de cocaína fue utilizada nuevamente en este caso, pero los detectives de la Gendarmería ya estaban tras los pasos de esa banda y lograron identificar el vehículo en el que se transportaría la droga.
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Esas maniobras de contrabando internacional de cocaína, algo que hasta ahora no era un negocio para las bandas locales, estaban bajo la órbita de un personaje de película, el boliviano Jorge Adalid Granier Ruiz.
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La droga iba a ser embarcada en alguna terminal del Gran Rosario, según sospechan los investigadores.
Este hombre de 45 años tiene estrechos contactos con el grupo criminal brasileño Primeiro Comando Capital. Granier también era proveedor de cocaína en Argentina de Esteban Lindor Alvarado y Adelaida “Reina Tití” Castillo, del clan Loza, que tenían una base en Ibarlucea.
Granier fue detenido a finales de marzo pasado del año pasado en un control de tránsito en la pequeña localidad de Jaraguari, en el estado de Mato Grosso do Sul. Se movía con identidad falsa.
Un mes antes fue procesado por el juez federal de Salta Julio Leonardo Bavio, quien lo acusó de ser “responsable del delito de organizador de transporte de estupefacientes agravado por el número de personas intervinientes”, por un cargamento de 389 kilos de cocaína interceptados en septiembre de 2020.
Como cabeza de una banda trasnacional, Granier Ruiz tenía en la zona del Gran Rosario, en la localidad de Ibarlucea, una base de operaciones y logística para distribuir droga que llegaba en avionetas desde Bolivia y Paraguay que estaba bajo la gerencia de Fabián “Calavera” Pelozo.
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Uno de los hombres de Calavera era Maximiliano Iván “Maxi Rey” Giménez, una de las víctimas del triple crimen ocurrido a la salida de una fiesta de casamiento del 29 de enero de 2022 sobre la ruta 34S. Esa madrugada, en una emboscada fueron asesinados a balazos Maxi Rey, su esposa Erica Romero y Elena, la hija de ambos, de poco más de un año y medio.
La pesquisa local del triple crimen corrió en paralelo a una investigación federal que se llevaba adelante desde Salta y que tenía mencionados a Calavera Pelozo y a uno de sus cómplices, Ignacio Quintana, a quienes el Fantasma llamaba “mis muchachos”.
Calavera también se había hecho un lugar dentro del organigrama de la banda de Esteban Alvarado. En agosto del año pasado, Calavera y Quintana fueron condenados a 9 y 7 años por el transporte de 389 kilos de cocaína que fueron interceptados el 24 de septiembre de 2020 en la autopista Rosario-Buenos Aires, en jurisdicción de Ramallo.
Por ese cargamento también fueron condenadas Adelaida “Reina Titi” o “Tía” Castillo, su hija Estela y Rodrigo López. Reina Titi es considerada una de las gerentes del clan de Valdemar Loza y cliente asidua de Calavera Pelozo.
El 7 de abril del 2022 el Tribunal Oral Federal 2 de Salta la condenó a 13 años de prisión como organizadora del delito de transporte de estupefacientes, mientras que Estela y López fueron penados con 8 años de cárcel por el mismo delito, pero en grado de partícipes primarios.