La “estanflación” vino para quedarse al menos durante 2024. Ya producida la devaluación del peso y las primeras medidas económicas, cambiarias y financieras del nuevo gobierno, las consultoras y analistas privados proyectan, según el REM (Relevamiento de Expectativas del Mercado) que difunde el Banco Central, que durante 2024 continuará la inflación mensual que para enero será del 25% y para el año de 213%.
También anticipan que el nivel del Producto Interno Bruto (PIB) real será del 2,6% inferior al promedio de 2023 y que el tipo de cambio nominal en $820,3 por dólar para el promedio de enero de 2024 en diciembre 2024 se ubicará en $1.700, un alza de más del 100%.
Por su parte, la tasa de desempleo pegaría un salto del 6,6% para el cuarto trimestre de 2023 a un 7,5% para el primer trimestre de 2024.
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El dato positivo se refiere al comercio exterior – afectado en 2023 por la sequía --porque estimaron para 2024 que las exportaciones (FOB) totalicen U$S 83.952 millones y las importaciones (CIF) U$S 69.372 millones. También a la proyección del superávit fiscal primario del Sector Público Nacional no Financiero que contrasta con el déficit esperado en los relevamientos previos.
De estos números se desprende que la inflación de los próximos meses terminará por devorarse la devaluación y que en el segundo trimestre del año habría nuevas devaluaciones. Por ejemplo, hacia marzo el dólar oficial podría ubicarse en $ 995,40 y para junio en $ 1.296,70. En el segundo semestre continuaría la depreciación del peso llegando a los $1.700 hacia diciembre 2024.
El aumento del desempleo- de casi 1 punto - sería una consecuencia inevitable de la recesión, lo que implica unos 200.000 desocupados más.
Todas estas estimaciones y proyecciones son corregidas todos los meses en función de la evolución de la economía y del impacto de las medidas oficiales pero como pronósticos ya en función el nuevo gobierno muestra las contradicciones de la política económica y un panorama más que complicado para el año.
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En especial, la “corrección” esperada del tipo de cambio, a juzgar por el efecto sobre los precios que produjo la devaluación de agosto 2023 de Sergio Massa y la de diciembre de Milei-Caputo. Un nuevo salto del dólar oficial hacia marzo-abril replantearía las estimaciones de inflación por la fuerte elasticidad que muestran los precios domésticos a las variaciones del tipo de cambio, en especial en Argentina. La ansiada estabilidad de precios y la reactivación de la actividad quedarían postergadas, como promesa, para 2025, en medio de una insatisfacción y tensión social que crece día a día.
El REM no contiene proyecciones sobre los ingresos de la población, como salarios y jubilaciones, y tampoco sobre las condiciones de vida. Pero con una inflación del orden 200% anual, caída de la actividad y aumento del desempleo, tanto la indigencia como la pobreza deberían trepar por encima del 50% tan solo en los primeros meses del año y proyectarse al 55% o más hacia mediados de año.
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Aquí radica una de las grandes incógnitas: la tolerancia social, un factor que parece no tomar en cuenta el Gobierno obsesionado en utilizar el aval electoral para aplicar un “ajuste sin anestesia” para operar una brutal transferencia de ingresos hacia los tenedores de la deuda pública y granjearse el apoyo de los medios empresariales y financieros del país y del exterior.
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