El nuevo gobierno ya acuñó un puñado de términos y fórmulas para definir su visión del pasado, el presente y el futuro, para apuntalar argumentos efectistas mientras se devalúa brutalmente y se espera por el programa económico y social del ajuste.
Al reciente “empleo militante”, “motosierra”, “argentinos de bien” o “shock”, se agrega otro con historia, pero de gran centralidad en los discursos oficiales: “Estanflación”.
El término “estanflación” califica un período histórico en donde se combinan recesión con estancamiento de la actividad económica y altos niveles inflacionarios, que como la evidencia empírica demuestra, afecta el poder adquisitivo de los salarios en niveles variables, pero siempre pulverizándolos, es decir perdiendo.
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El presidente Javier Milei utiliza una analogía de la que ya abusó Mauricio Macri durante cuatro años recientes, que habrá dos años de caída de la actividad, desempleo, pobreza e indigencia en aumento, a los que habría que sobrevivir para alcanzar la felicidad con cierto equilibrio, que sería el largo del túnel con luz al fondo que tan bien explicó Gabriela Michetti.
También asegura que la Argentina vive hace ocho años en estanflación, sumando al populismo kirchnerista y al macrismo con el que hoy convive y conduce nada menos que los dos ministerios claves para el ajuste: Economía para recortar como acaba de hacerlo Luis “Toto” Caputo y Seguridad para aleccionar a los que no acepten que vivir mal es por su bien.
En su discurso inaugural, el presidente distorsionó todas las cifras que leyó (inflación real, déficit fiscal heredado, muertes por accidentes de tránsito) pero con lo de la estanflación no estuvo tan lejos.
Veamos algunos datos aportados por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas que conduce el ex director del Banco Nación y también economista Claudio Lozano.
La leyenda del 15.000% de inflación en el país de nunca jamás
El estudio de Lozano, analiza la evolución del PBI per cápita a valores constantes (más certero que tomar en cuenta solo el PBI) y se observa un crecimiento del 27,7% en el lapso que va de 1974 a 2022 (el año 2023 aún no cuenta con valores oficialmente consolidados).
Según el proyecto de presupuesto para 2024, la caída estimada del producto será del 2,5% para 2023, frente a una tasa normal de crecimiento vegetativo, lo que supondría una retracción del PBI per cápita superior al 3%.
La conclusión del centro de estudios que dirige Lozano es que una economía que creció menos de un 30% en 48 años, está finalmente estancada con una serie que evoluciona al 0,57% anual.
Veamos ahora el otro dato a considerar para evaluar si estamos o no “estanflacionados”: las tasas de inflación para el mismo recorte histórico-temporal y consideradas año a año. Para simplificar la lectura y evaluar las diferencias entre períodos lo reformulamos del siguiente modo:
El único período que no fue listado fueron los dos años de la Alianza UCR-Frepaso, que sumaron un 1,2% de deflación, pero con un brutal estancamiento del PBI que considerando el período 1993-2001 creció apenas un 1,7% y una depresión económica y salarial que prolongaron sus efectos hasta el interinato de Eduardo Duhalde.
Pero como se ve puede ver claramente en el informe, 33 de los 48 años de estancamiento fueron acompañados por una inflación superior al 20%, que es el piso de la que se vaticina para el mes de diciembre 2023 y muchos meses del año venidero, con pronósticos anualizados del 200 al 300%.
La conclusión del Instituto de Pensamiento y Políticas Pública es que el 70% del tiempo transcurrido en las últimas cinco décadas vivimos en estanflación, sextuplicando la propuesta de Milei y con la siguiente salvedad: entre 2002 y 2015 (el período de Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner) el PBI creció 48 puntos y la inflación registró una media anual del 22%.
Es decir, que no todos los períodos abonan la misma serie decadente y no todas las variantes de posneoliberalismo son iguales, tanto en las intenciones como en los desempeños concretos.
El último período al que alude Milei (las presidencias de Mauricio Macri y de Alberto Fernández) posee una inflación promedio del 49,6% y el PBI per cápita cayó 9 puntos. Entre los dos produjeron una caída del salario de 31 puntos (22 atribuibles al macrismo y 9 al Frente de Todos).
No hay quien gane elecciones diciendo “con nosotros perdieron la mitad de lo que perdieron con los anteriores”, mientras ajusta y se permite gestionar con un 140% de inflación y una caída del PBI que rondará los 4 puntos.
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La gente votó contra esta letanía y hoy paga carísimo el castigo, con una devaluación del 118%, tarifas de servicios que aumentarán por encima de esa cifra y una recesión económica que aplauden los pocos que se beneficiarán y son un 118% más ricos y padecerán los muchos que serán un 118% más pobres, citando el Libro de los Macabeos que relata la liberación del pueblo judío de la monarquía del rey helénico Antíoco IV.
La casta tiene gobierno y tiene programa
No hace falta analizar en detalle el cúmulo de calamidades que supondrán para la actividad económica, la clase media y los más empobrecidos (pese a la duplicación de la AUH, el 50% de mejora en la Tarjeta Alimentar y la continuidad del programa Potenciar Trabajo), el paquete de medidas anunciado por Luis Caputo.
Tampoco el disparate incomprobable con ninguna estadística seria de que estamos ante una inflación presente o futura del 15.000% que llevaría el sachet de leche a 60.000 pesos (¿quién hace esas cuentas?).
Data al cierre de esta nota: el Banco Central, a través de la Comunicación A7918, ofrece notas en dólares con opción de rescate para los importadores, lo que abre las puertas a una nueva estatización de deuda privada a la medida de los grupos empresarios que acumulan endeudamientos intrafirma en dólares, parte de los cuales fueron fugados.
Todos los costos los pagará el pueblo argentino, sin discriminación entre libertarios o kirchneristas, el pueblo que gana en pesos y hasta los pequeños ahorristas que pueden ahorrar en pesos o en dólares.
Decenas de miles de argentinos pasarán a engrosar los índices de desempleo, pobreza e indigencia, consumirán menos o nada y la recaudación tributaria caerá sensiblemente, incluso con retenciones a producciones exportables y un millón de trabajadores pagando nuevamente el impuesto a las Ganancias; es decir que el déficit fiscal no se reducirá ni habrá equilibrio posible.
Y todo esto antes de las celebraciones navideñas, para que quede claro de una vez por todas que Papá Noel era el Estado de Bienestar, por precario que fuera, y este año se achicó todo: el Estado, los salarios regalones y el recorrido del trineo.
Hace cinco décadas que la Argentina vive en estanflación: el informe completo
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