La economía argentina cerró el 2022 con un nivel de actividad un 6,5% superior al de fines de 2019 y 5,2% por encima de 2021. En el mismo lapso, la pobreza aumentó del 35,5% al 39,2%.
No obstante, la “teoría económica” explica el aumento de la pobreza por la caída de la actividad económica, por lo que plantean que para salir de la pobreza es condición que la economía vuelva a crecer. En 2022 la economía creció un 5,2% y los índices de pobreza también pegaron un salto.
¿Qué pasó? Los aumentos de los índices de pobreza se explican por la caída de los ingresos de los trabajadores en relación a la canasta básica, a la suba de los precios y a la mayor precariedad laboral. Ese deterioro salarial y de las condiciones de vida de la población ocupada abarataron los costos laborales e incentivaron a las empresas a tomar más gente, incrementar la producción y la capacidad instalada e incluso a realizar nuevas inversiones.
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La tasa de empleo creció y la de desempleo se redujo. El trabajo flexible y precario (no registrado, monotributista, facturero, economía popular) y la propia inflación permitieron que las empresas acapararan una mayor porción del valor de producción: la llamada “torta”.
En consecuencia, lo que aparece como una contradicción –que la pobreza crezca mientras aumentan la actividad económica y el empleo– en realidad pueden ser fenómenos complementarios.
En síntesis, una economía puede crecer y al mismo tiempo que aumente la pobreza, mientras en los momentos de recesión o crisis, sin dudas, la pobreza pega un salto. Luego, cuando la economía se normaliza, la pobreza no retrocede en la misma magnitud y permanece en niveles altos, como ilustra el caso argentino actual.
Ahora, el sector empresario apoyado por fuerzas políticas oficialistas y de la oposición, sostiene que debería consolidarse ese proceso por medio de una reforma laboral y también previsional que flexibilice aún más las condiciones de trabajo, como elementos indispensables para reactivar la producción en medio de un escenario crítico por el peso de la deuda, la carencia de reservas en el Banco Central y los desequilibrios internacionales.
La estadística pone de relieve la falacia de que la condición para bajar la pobreza es que la economía crezca. Hoy el tamaño de la economía supera los niveles anteriores, pero con mayores índices de pobreza.
En el segundo semestre de 2016, la pobreza era del 30,3%. Subió al 35,5% al final del gobierno de Mauricio Macri (segunda mitad de 2019) y cerró 2022 en el 39,2%.
La caída del valor de la fuerza de trabajo explica la recuperación de la tasa de empleo; al mismo tiempo, que un número mayor de trabajadores compensa la baja del consumo que causa la caída de los ingresos familiares.
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En tanto, la fuerte caída de la actividad económica en 2020 (pandemia y cuarentena) aceleró esa tendencia porque reforzó la caída de los ingresos y abarató los salarios, mientras se otorgaron subsidios a la población, pero inferiores a la inflación.
También las empresas fueron subsidiadas, como con los Repro y la reducción de las contribuciones patronales, acentuando el déficit de la Seguridad Social. Las crisis no son fenómenos neutros o parejos para todos los sectores sociales y las posteriores recuperaciones, tampoco.
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