Gracias al pugilismo, que lo rescató del inexorable destino de pobreza con el que vino al mundo, la vida del inolvidable Torito de Mataderos tuvo un marcado final trágico: de trabajar de niño para poder comer, a alcanzar la fama, fortuna y el infinito reconocimiento popular gracias a sus puños, hasta terminar sus días solo y enfermo de tuberculosis con solo 29 años.