Así el Ministerio de Capital Humano, a través del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales (CNCPS), en base a datos del Indec estimó que
en el primer trimestre de 2025 la pobreza estuvo en el orden del 31,7%. “Esta estimación representa una baja interanual de 23,1 puntos porcentuales (pp) con relación al primer trimestre de 2024, cuando se registró el pico más alto de pobreza con una proyección de 54,8%”, señala el Informe.
Y agrega: “Asimismo, el CNCPS estima que la incidencia de la indigencia durante el primer trimestre de 2025 fue del 7,3%, después de haber registrado 20,2% un año atrás, en el primer trimestre de 2024. Esto representa una baja interanual de 12,9 puntos porcentuales”.
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La caída de la pobreza no se refleja en la góndola: el consumo esencial sigue en retroceso.
La medición del Indec compara el ingreso de las personas y hogares con los valores de la Canasta Básica Alimentaria, de lo que resulta la tasa de indigencia. Y la de pobreza toma en cuenta la Canasta Básica Total. Esos datos se difunden dos veces por año.
En tanto, la estructura de gastos de los hogares sufrió un fuerte cambio por el incremento de los precios y las tarifas de los servicios públicos, como gas, luz, agua, transporte, y privados, prepagas, cuotas escolares. Eso determinó que el ingreso disponible para el resto de los gastos —como alimentos, vestimenta— pegara un fuerte retroceso. En consecuencia, los consumidores disponen de menos dinero para afrontar el pago de los bienes esenciales y no registran una mejora en sus condiciones de vida.
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La reducción de la inflación plantea también otro escenario. En el pasado, la gente atribuía el deterioro de las condiciones de vida a la inflación. Ahora, con una inflación menor, surge a la superficie que el dinero no alcanza, por el fuerte y directo deterioro de sus ingresos provocado en los últimos años por la inflación y que el Gobierno actual no repuso.
En otras palabras, el bajón del poder de compra de los ingresos (salarios, jubilaciones, ayudas sociales) vino para quedarse de la mano del “cepo salarial” y el deterioro previsional (15 meses de congelamiento del bono de hasta $ 70.000 y ajuste de haberes solo por inflación).
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Mientras los números mejoran, las condiciones de vida siguen golpeadas por tarifas, salarios congelados y pérdida de poder adquisitivo.
Según Agustín Salvia, del Observatorio de la Deuda Social, “hay que tener en cuenta que en esta caída de la pobreza no se está tomando en cuenta el cambio en el sistema de precios, que hace que los hogares tengan más gastos fijos y menos recursos corrientes”.
También “no puede descartarse que la EPH-INDEC está registrando mejor los ingresos no solo de los trabajadores informales, sino también para el conjunto de los perceptores de ingresos. Esto justamente en paralelo cuando el Indec introdujo mejoras en el instrumento de la EPH, justamente durante 2024".
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En cualquier caso, es evidente que se están midiendo mejor los ingresos que antes, es decir, no es que la tasa de pobreza este sub registrada, sino que está mejor medida. Si las condiciones de medición anteriores fueran similares a las actuales, la pobreza antes habría sido más baja y la caída, por lo tanto, sería menor. Esta mejora se observa a partir del tercer trimestre de 2024”.
Hacia delante, esta contradicción entre los números oficiales de pobreza y las condiciones de vida reales de la población con distintos grados de precariedad alimentan el conflicto social, a lo que se suma el deterioro en Salud y Educación.