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"En la meseta no sirvo": la mentalidad sin freno de Alejandro Boccolini para emprender y proyectar

Alejandro Boccolini es el titular de Disser S.R.L, una empresa santafesina con más de dos décadas de trayectoria dedicada a brindar el servicio de distribución de materiales para la construcción en seco en Santa Fe y alrededores, con proyección nacional e internacional. Una marca registrada de la ciudad.

El empresario Alejandro Boccolini, quien se forjó en Santa Fe a base de disciplina, estudio, fuerza de voluntad y afirma que “en la meseta no sirve”, recibió en su casa a Milla Extra de AIRE para contarnos su historia y experiencias.

—¿Cuándo empezaste a pensar en grande?

—En realidad, en la universidad con una actividad nada que ver a la que hoy me dedico, Licenciatura en Química. Obviamente en esa época, conseguir trabajo era muy difícil porque no había empresas.

—¿Y cómo terminaste en lo que hoy es tu presente?

—Por necesidad. Tan fácil como eso. Provengo de una familia humilde, siempre hemos sido clase media y trabajadora. Y en un momento no había recursos para poder continuar los estudios como uno lo necesitaba, por lo que comencé a trabajar.

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Obviamente no pude conseguir trabajo de lo que me gustaba (soy técnico químico recibido de la Escuela Industrial) y comencé a trabajar en un corralón de materiales de construcción que me llevó adonde hoy estamos: conduciéndome por este camino de los materiales. Después de años de aprender.

Embed - Pensar en grande: entrevista a Alejandro Boccolini, de Disser SRL

Tuve la posibilidad de tener un excelente jefe, el dueño de la empresa, que me guió y me enseñó a pensar que uno podía crecer bajo ciertos parámetros estrictos de disciplina, estudio y fuerza de voluntad.

—O sea, ¿aprendiste a pensar en grande?

—Aprendí. Nuestra generación estuvo preparada para ser empleados, buenos empleados. Nuestros padres nos decían: “estudiá para ser un buen empleado, tener un título y obvio, ser un buen empleado. Si sos ingeniero, vas a tener más posibilidades de ser un buen empleado”.

Nunca nos preparamos —y menos la generación de mis padres— para emprender. Cuando me encuentro con esta situación de rodearme de un emprendedor que tuvo la misma realidad, que empezó desde muy abajo, siempre me inculcó que si él pudo, yo también podía. Hoy de hecho es una de las cosas de las que más me ocupo, que se dediquen a ayudar a crecer desde ese punto, para que entiendan que si lográs la disciplina en la vida, llegarás muy lejos.

De "ser un buen empleado" a dueño: cómo Alejandro Boccolini reescribió el guión del éxito en Disser S.R.L.

—¿2001 qué significó para vos?

—El comienzo de este proyecto. Yo me había quedado sin trabajo. Como muchas empresas, la que yo trabajaba se fundió. Nos quedamos sin trabajo, en una situación económica muy compleja. Fue la crisis económica más importante que yo conozco, desde que tengo uso de razón. Pero había que empezar. Los pronósticos en esa época no eran muy buenos para empezar, porque todos me daban meses…

—¿Qué te decían?

—“Estás loco, lo vas a perder todo”. Vendí todo lo que tenía. Yo pensaba: “Si no lo intento, no lo voy a saber nunca”. Obviamente, con el apoyo de la familia es más fácil, mucho más fácil.

—En ese 2001 con la Argentina en crisis, te animaste a soñar y a pensar en grande este proyecto acompañado por tu señora, docente ella, por lo que era toda una aventura lo que empezaban...

—Claro. Disser es una empresa de dos socios y cuando los dos arrancamos nos pusimos la “10” y dijimos “tenemos que salir de esto”. Entonces uno se ocupaba de lo más duro que era recibir, atender a la gente, y yo me ocupaba de lo que sabía, que era lo comercial. Salí a la calle a buscar clientes, literalmente, a buscar clientes en una moto. “Hola, ¿vos sos yesero? Bueno, vení”.

—¿Salías en la motito?

—En una moto, en bicicleta, en auto, caminando, lo que sea. Eran comienzos durísimos.

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—Y obviamente mirando para atrás y en esto de explicar un poco el por qué, de pensar siempre para adelante, pensar en grande, vos también me decías que no eras de guardar muchos recuerdos.

—No sé si es un error o una virtud. No tengo registro de crecimiento en la empresa porque todos los crecimientos que hemos hecho, los hemos decidido de una manera rápida, con decisión. Y nunca miramos hacia atrás. Cumplimos 25 años y no tenemos fotos para mostrar esos 25 años en imágenes.

—Pero los podés mostrar con la cantidad de cosas que hicieron en la ciudad…

—Con las obras, por supuesto. Cosas emblemáticas de Santa Fe. Hemos hecho obras muy importantes y generado proyectos con tecnología de punta que van a quedar y que han sido el puntapié para que otros colegas copien la idea y sigan en este legado de crecer en la ciudad.

Un legado que en verdad es una elección familiar

—En esto del legado, sumaste a tu hijo también.

—Nuestros hijos están en diferentes unidades de negocio. Mi hijo está en Disser.

—Hay algo que charlamos recién que habla mucho también de la forma de ser de quien conduce empresas, negocios. ¿Qué hacés cuando tenés que enseñarle a alguien?

—Soy durísimo con eso. Soy muy duro. Yo no entiendo la facilidad de las cosas porque nada me fue fácil. Cuando genero un proyecto sé que va a haber mucho esfuerzo, sacrificio y tiempo. Una variable que mucha gente hoy no mide y quiere todo mañana.

Una inversión necesita que mañana esté la plata. Los proyectos que merecen un crecimiento sostenido, necesitan tiempo. Una variable que duele, pero es así. Ayer justamente dije una frase, “tengo tanto por hacer y el tiempo de alguna manera se agota”, pero yo entiendo que todo lo que me queda por hacer no me va a alcanzar mi tiempo útil para lograrlo.

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—Me decías por ejemplo que a tu hijo lo invitaste a compartir el sueño que vos tenías.

—En realidad, se sumó por una decisión personal. Nosotros entendemos que la empresa es un sueño nuestro, no de nuestros hijos. Es muy importante porque tiene que ver con el desarrollo personal de cada uno. Si vos le exigís a tu hijo estar, puede que esté bien y puede que esté muy mal. Y cuando se dé cuenta, puede llegar a ser tarde. Entonces siempre lo hemos invitado a participar.

—Porque en las empresas familiares es muy común muchas veces que casi por inercia se sumen a un sueño que tuvo otro.

—Eso no está bien porque cada uno tiene que tener sus sueños y tiene que perseguir sus sueños. Siempre le dije, “estudiá lo que quieras, no importa. ¿Querés estudiar maestro jardinero? Hacelo, pero sé el mejor maestro jardinero. No seas uno igual, un mediocre, sé el mejor”. Ese es un poco el concepto. Hasta el día de hoy, siempre, cada tanto, pregunto, “¿tienen ganas de continuar en el proyecto? ¿Se sienten felices, están conformes, están contentos?” Y la respuesta hasta ahora es sí. Y estamos preparados para que nos digan que no, porque puede pasar.

La humildad se gana desde abajo: el titular de Disser prioriza conocer "el terreno" antes del escritorio

—Y si tuvieras que empezar una empresa de cero, charlando un poco lo que hablábamos recién antes de comenzar esta nota, ¿irías directamente al escritorio?

—¡No! No iría al escritorio y de hecho los chicos lo sufrieron empezando desde abajo. Ellos están en los puestos que merecen estar, pero se lo ganaron. Cada minuto en la empresa fue de crecimiento, personal, de estudio.

Valoramos mucho la idea de que educarse es muy importante porque la instrucción da muchas posibilidades de pensar a futuro. Y la humildad se gana de abajo.

—Y conociendo todo, el terreno.

—Conociendo todo. Tratando con todo el personal. Tenemos personal de todo tipo. Cada uno tiene un valor único en la empresa. Valen muchísimo. Entonces tienen que saber darle ese valor y eso se hace al lado, codo a codo.

—¿Hay mucha empatía en vos?

—Me gusta que a la gente le vaya bien. Disfruto cuando a la gente le va bien. Me gusta cuando la gente logra cosas porque me siento identificado. Hemos ayudado a mucha gente a cumplir su sueño o por lo menos a encaminarlo hacia un futuro próspero que genere orgullo.

—¿Seguís pensando en grande?

—Por supuesto, no paro de pensar. Estamos todo el tiempo proyectando. Y estar al lado de chicos jóvenes te lleva puesto. Y entonces cuando se prende una lucecita es lo mejor que me puede pasar. Yo en la meseta no sirvo. Cuando todo funciona bien y no tengo el incentivo de salir por algo, se me complica.

—O sea que siguen surgiendo proyectos, sueños. Estás a punto de cumplir 25 años con la empresa, ¿seguís pensando cosas grandes?

—Estamos presentando en sociedad uno de los mayores proyectos de cara al río, uno de los más grandes que se dio en nuestra ciudad hasta el día de hoy. Presentamos un pontón con una casa flotante, con tecnología de primera, no contaminante, y se hizo en un año con una crisis global importantísima. Pero dijimos, “es el momento”. Apostamos y nos salió muy bien.

—Si tuvieras que volver o darte vuelta y encontrarte con vos de 18 años o con el que estaba por empezar todo en el 2001, ¿qué les dirías?

—Seguí así. Ni lo dudés. No dudés un segundo. Ni un segundo. Y volvería a repetir cada minuto de mi vida creciendo con la empresa.

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