"Las causas son las mismas que en cualquier parte del mundo, pero lo que cambia es cómo se abordan", afirmó el especialista en diálogo con AIRE Agro.
Su exposición apuntó a destacar que, más allá de las condiciones sanitarias, el factor humano es central para reducir las pérdidas en la crianza.
LEER MÁS ► Crecen las inversiones en agua, clave para la producción lechera: "El ánimo cambió"
"El equipo de trabajo define el rumbo de la crianza"
Uno de los mayores desafíos que enfrentan los tambos es la alta rotación del personal. Según Welschen, más del 60% de los empleados se va antes de que una vaquillona criada comience a producir.
"Armar una ternera lleva dos años. Si el personal no permanece, es muy difícil sostener las prácticas necesarias para lograr buenos resultados", explicó.
A pesar de las dificultades, los tambos que han logrado formar equipos estables, implementar protocolos claros y sostener prácticas en el tiempo, presentan los índices más bajos de mortalidad de terneros.
Diarrea y neumonía: las principales causas de muerte
Según los datos aportados por el especialista, en la cuenca lechera central, la mortalidad de terneros oscila entre el 10 y 12%, con registros que llegan al 38% en casos extremos. La diarrea neonatal, responsable de casi el 90% de las muertes en sistemas de crianza artificial, lidera las causas, seguida por neumonías y descartes por queratoconjuntivitis.
"Los tambos que logran resultados positivos son los que no complicaron los procesos, los que definieron puntos no negociables y se enfocaron en la capacitación del personal", sostuvo Welschen.
LEER MÁS ► "Las condiciones son mejores y traen inversiones en tecnología", destacaron tamberos
Contrario a lo que se suele pensar, no hay una diferencia significativa en mortalidad según el tipo de crianza. Si bien la colectiva puede facilitar la labor del operario, también aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades.
"La clave está en saber administrar el tiempo, priorizando los terneros más vulnerables. El tiempo es el recurso más escaso que tenemos", advirtió.
Por eso, algunos tambos optan por atención individual en los primeros 15 días y luego incorporan a los terneros a sistemas colectivos, una estrategia que equilibra eficiencia y sanidad.
Las reglas de oro: calostro, manejo y simplificación
El experto del INTA remarcó que las buenas prácticas comienzan con el manejo del calostro, una etapa crítica que define la salud del ternero.
"Son puntos no negociables. La base está en simplificar el sistema y sostenerlo con equipos continuos", concluyó Welschen.