"Todo comienza con un buen calostrado. Si queremos tener terneros sanos y vaquillonas productivas, el primer paso es clave", aseguró el especialista en diálogo con AIRE Agro.
En ese sentido, remarcó que el calostrado impacta directamente sobre la tasa de reposición, la posibilidad de venta de vaquillonas excedentes y, en definitiva, en la eficiencia de la producción lechera.
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Luis Cortella TodoLáctea 2025
Maiquel Torcatt / Aire Digital
Por qué el calostro es vital para la salud del ternero
A diferencia de los humanos, los terneros nacen sin defensas inmunológicas porque su placentación no permite el traspaso de anticuerpos de la madre al feto. Por eso, la primera toma de calostro es fundamental.
"La inmunidad pasiva del ternero depende exclusivamente del calostro", enfatizó Cortella.
Este proceso debe cumplir con cuatro reglas de oro para ser realmente efectivo:
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Calidad: mínimo 22 grados Brix.
Cantidad: 10% del peso del ternero.
Tiempo: cuanto antes se administre tras el parto, mejor.
Contaminación: evitar contaminación para no interferir con la absorción de inmunoglobulinas.
¿Calostro natural o reemplazante industrial?
El calostro natural —producido por las propias vacas— es el más recomendable. Cortella advierte que los productos industrializados, como los importados de Canadá o EE. UU., no siempre ofrecen la inmunidad específica para los patógenos locales.
"Si nuestra vaca lo produce, hay que usarlo", dijo.
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La crianza empieza antes del parto: el círculo productivo del tambo
El calostrado no es un hecho aislado. Para Cortella, todo está vinculado con el manejo general del tambo, empezando por el preparto.
"Siempre visito primero el preparto. Todo nace ahí: secado, nutrición, estrés, confort. Incluso la epigenética del ternero depende del estado de su madre", explicó.