Córdoba ofrece una de las rutas más encantadoras para los amantes de la naturaleza y el turismo sustentable: el Camino de la Miel. En esta escapada por el noroeste de la provincia, el monte nativo se convierte en protagonista, con sus algarrobos, mistoles y arbustos centenarios que le dan identidad a una miel de sabor profundo, floral y frutal.
Los pequeños productores de la zona utilizan abejas criollas, resistentes al clima y adaptadas a la biodiversidad local. Estas colmenas generan un producto único, con un dulzor sutil y una personalidad ligada al entorno chaqueño cordobés. Cada frasco de miel resume el espíritu del paisaje que la rodea.
Escapada al Camino de la Miel en Córdoba
San Marcos Sierras: capital alternativa de la miel
San Marcos Sierras se transformó en uno de los destinos más elegidos por quienes buscan reconectar con los ritmos del monte. Rodeado por ríos cristalinos y cerros suaves, este pueblo combina el turismo ecológico con la apicultura artesanal.
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Allí, varias familias abren las puertas de sus emprendimientos para mostrar el proceso completo: desde las colmenas hasta el frasco. Los visitantes pueden participar en degustaciones, caminatas por los apiarios y hasta comprar productos naturales elaborados con miel, como jabones, cremas o bebidas fermentadas.
Además, en el centro del pueblo funciona un pequeño museo de la miel, donde se explican las características de la abeja criolla, las propiedades de las distintas floraciones y los aportes culturales que dejó la apicultura en la región. Aquí se puede visitar: “Oliva y miel”, “Miel pura y otros”.
Villa de Soto: tradición apícola en tierra córdobesa
A poco más de 60 kilómetros, Villa de Soto ofrece otra mirada sobre el Camino de la Miel. Este pueblo, enclavado en una zona con menor intervención humana, conserva intactas varias áreas del monte autóctono. La producción de miel allí se vincula con cooperativas locales que promueven la comercialización justa y el cuidado del ambiente.
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Villa de Soto permite recorrer campos con especies autóctonas y observar cómo las abejas recolectan néctar de plantas que no se encuentran en otras zonas del país. La experiencia se completa con ferias de productores y charlas abiertas sobre apicultura regenerativa en “Apicola Calabri”.
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Una experiencia sensorial y educativa
Quienes recorren el Camino de la Miel descubren que no se trata solo de un producto gastronómico. El viaje propone una inmersión completa en la cultura del monte: sabores, aromas y saberes que se transmiten de generación en generación.
Tanto San Marcos Sierras como Villa de Soto invitan a tomarse un respiro, caminar sin apuro, aprender del entorno y probar una miel que habla del paisaje. Una escapada perfecta para quienes valoran lo auténtico y disfrutan del turismo responsable.
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