La depresión funcional, o de alto rendimiento, es aquella que permite a las personas seguir adelante con sus responsabilidades diarias, pero a costa de su bienestar emocional.
Este fenómeno afecta a muchas personas sin que siquiera ellas mismas se den cuenta de su sufrimiento, explica en diálogo con AIRE el doctor Emiliano Ávila Castro, psiquiatra forense y secretario de la Asociación de Psiquiatras de Santa Fe. Este tipo de depresión no está reconocida formalmente en los manuales de diagnóstico, pero se hace presente en la vida cotidiana de muchos, como una sombra que oscurece, lentamente, la vida de quien la padece.
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La depresión es una de las enfermedades mentales más comunes en la actualidad.
¿Qué es la depresión funcional?
La depresión funcional se refiere a un cuadro en el que las personas, aunque experimentan síntomas de depresión como tristeza profunda, falta de energía, insomnio o anhedonia (la incapacidad de disfrutar de las cosas que antes amaban), logran seguir adelante con su vida diaria. Sin embargo, lo hacen en "piloto automático". Se levantan cada mañana, cumplen con sus obligaciones laborales, familiares y sociales, pero, por dentro, su mundo emocional se desmorona.
Lo que hace aún más dolorosa esta forma de depresión es que la persona sigue funcionando "normalmente" a los ojos de los demás, pero por dentro hay una lucha constante, una sensación de vacío y desconexión. La persona puede estar rodeada de gente, pero sentirse completamente sola. Puede estar trabajando, pero sin sentir satisfacción ni alegría en lo que hace. Este malestar se oculta bajo una capa de aparente normalidad.
La diferencia con la depresión profunda
A diferencia de la depresión mayor o profunda, que interrumpe de forma drástica la vida de quien la padece, la depresión funcional no genera una disfunción tan visible. Las personas que la sufren no se derrumban por completo; mantienen sus rutinas, pero lo hacen desde un lugar de agotamiento emociona.
La diferencia radica en la intensidad de los síntomas y en cómo impactan la vida cotidiana. En la depresión profunda, el sufrimiento es evidente, y muchas veces la persona no puede continuar con sus actividades diarias. En la depresión funcional, la persona se adapta, se sobrepone, pero a costa de perder parte de sí misma.
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La depresión funcional es aquella que permite a las personas seguir adelante con sus responsabilidades diarias, pero a costa de su bienestar emocional.
A largo plazo, esta "sobreadaptación" puede ser peligrosa, ya que los síntomas pueden intensificarse con el tiempo, convirtiéndose en algo mucho más grave y difícil de tratar.
¿Cómo se puede identificar?
La depresión funcional es difícil de detectar, tanto para quien la padece como para quienes están a su alrededor. El dolor emocional se oculta tras una fachada de normalidad. El doctor Ávila destaca que, a menudo, la persona no es consciente de su propia lucha interna, ya que está acostumbrada a vivir en ese estado. Sin embargo, si una persona comienza a notar que ya no disfruta de las cosas que antes le hacían feliz, o siente una desconexión emocional con su entorno, es importante prestar atención a esos signos.
Este tipo de depresión, al no generar un impacto inmediato y visible en la vida diaria, a menudo no lleva a la persona a buscar ayuda. Es más fácil seguir "sobreviviendo" que enfrentar el dolor. Pero este proceso de adaptación no es saludable, y tarde o temprano puede llevar a un deterioro emocional y físico.
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El tratamiento: un camino hacia la esperanza
Lo más importante de la depresión funcional es saber que hay una salida. Aunque la persona pueda sentir que está atrapada en un ciclo del que no puede escapar, la intervención temprana puede marcar la diferencia.
El tratamiento empieza, generalmente, con psicoterapia. Hablar sobre lo que se siente, entender el origen de esos síntomas y aprender a gestionarlos es el primer paso hacia la recuperación.
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A diferencia de la depresión mayor o profunda, que interrumpe de forma drástica la vida de quien la padece, la depresión funcional no genera una disfunción tan visible.
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En algunos casos, también se puede recomendar un tratamiento farmacológico, especialmente si los síntomas son graves. Los medicamentos pueden ayudar a restaurar el equilibrio emocional, pero la terapia es crucial para sanar en el largo plazo. Es fundamental que quienes padecen este tipo de depresión busquen ayuda profesional, ya que con el tiempo, los síntomas no desaparecen por sí solos, sino que pueden empeorar.
La importancia de reconocer los signos
La intervención temprana es clave. Aunque la depresión funcional pueda ser sutil, no debe subestimarse. Cuanto antes se identifiquen los síntomas y se busque ayuda, mejores serán los resultados. Es importante recordar que no estamos solos en nuestra lucha, y que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía.
Es fácil caer en la trampa de pensar que todo está bien porque seguimos "funcionando" normalmente. Pero el sufrimiento interno no desaparece por ignorarlo. Hablar de salud mental, buscar apoyo y reconocer que la depresión tiene muchas formas y manifestaciones es esencial para cuidar nuestro bienestar emocional.
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Aunque la persona pueda sentir que está atrapada en un ciclo del que no puede escapar, la intervención temprana puede marcar la diferencia.
Los cuadros de depresión están en aumento, especialmente en tiempos de estrés constante, como los que vivimos hoy. Las presiones sociales, laborales y económicas pueden desencadenar o agravar este tipo de trastornos. Muchas veces, las personas se sienten atrapadas en un ciclo de expectativas externas, sin espacio para cuidar su salud mental.
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Es fundamental que todos estemos atentos a los signos, no solo en nosotros mismos, sino también en quienes nos rodean. La depresión funcional puede ser invisible, pero no por ello menos real. No dejes que el silencio se convierta en una prisión. Hablar, buscar ayuda y reconocer el dolor es el primer paso hacia la recuperación.