Un musulmán en Nueva York: el peligro no es el comunismo, sino mostrar otro camino
Zohran Mamdani es el nuevo alcalde del corazón financiero del mundo y la ciudad más rica de los Estados Unidos. ¿Qué es el socialismo democrático norteamericano? ¿La ilusión es comunista?
Zohran Mamdani es el 111° alcalde de Nueva York, la persona más joven en ocupar el cargo y el primer asiático en 400 años de historia.
Donald Trump no es un líder ni un estratega político sofisticado, curte un estilo más bien brutal: amenaza, extorsiona, manipula el miedo a la carestía de vida y la hambruna que suelen acompañarla y que azota la memoria selectiva del argentino promedio, no digamos desde el Rodrigazo, sino desde 1989.
En las vísperas del 26 de octubre, amenazó a 36 millones de electores argentinos, a todo un país: “Nuestras decisiones están sujetas a quién gana las elecciones, porque si gana un socialista (Axel Kicillof), seremos muy diferentes”, para luego clarificar que “si Javier Milei no gana, no seremos igual de generosos”.
En un país donde el voto ya pareciera ser voluntario y donde la inflación y el dólar planchados son una promesa que bien valen el sufrimiento de varios millones, La Libertad Avanza ganó. Trump también.
En la antesala de las elecciones para elegir al alcalde de Nueva York, la ciudad donde reside el mayor centro especulativo y financiero mundial (Wall Street) y donde nació el presidente naranja, millonario entre otros millonarios, el mismísimo Trump volvió a amenazar, pero esta vez a más de ocho millones de neoyorquinos, al decir “si votan a un comunista como Mamdani es muy improbable que contribuya con fondos federales más allá del mínimo indispensable” y que “con él Nueva York no tiene ninguna posibilidad de éxito, ni siquiera de sobrevivir”. Si la Gran Manzana no sobrevive estaría muerta, como dijo Trump de la Argentina: “Están muertos”, más precisamente.
Puntazo para neoyorquinos por sobre los argentinos entonces, no cayeron en “la Trumpa” y que le propinaron al delegado que tienen 7,9 millonarios estadounidenses en la Casa Blanca, la mayor de cuatro derrotas electorales en cadena (con Virginia, New Jersey, California y varios estados adicionales en donde los demócratas ampliaron sus representaciones legislativas).
Pero esta no es la primera vez que la amenaza no funciona. En agosto de 2019, luego de perder las PASO, otro socio ideológico y comercial de Trump, Mauricio Macri, culpó a la población argentina de elegir mal, soltó el dólar y advirtió que “si el kirchnerismo gana, esto es sólo una muestra de lo que puede pasar”. En octubre fue derrotado por una fuerza política que –incluso sin programa– supo encarnar una salida a una realidad económica y socialmente asfixiante. Luego perdieron todos y ganó Javier Milei, pero esa es otra historia y otra nota.
Donald Trump vs Zohran Mamdani
La tapa del New York Post habla de “La Manzana Roja”, montando a Mamdani sobre Yuri Gagarin. Macartismo a la medida de Trump y que plantea otro interrogante: cómo planteará el demócrata socialista su relación con la prensa republicana.
Sólo un puñado de cagatintas (permítannos el sesentismo) y prejuiciosos macartistas (es decir gente que atrasa unos 70 años) pueden confundir al nativo ugandés, con fugaz residencia sudafricana y formado en la Bank Street School for Children –donde fue elegido presidente en una simulación y a la edad de 10 años– con un comunista capaz de expropiar a ninguna de las 384.500 personas con patrimonios netos de 100 millones de dólares o más.
Y pese a provenir del Socialismo Democrático de América (DSA) y proclamarlo en sus discursos de campaña, tampoco sería un socialista en términos rigurosos, pues no promueve la propiedad comunitaria de los medios de ninguna producción (Jeff Bezos puede seguir veraneando en la Florida sin exiliarse), ni una reforma agraria capaz de redistribuir tierras o terrenos monopolizados por corporaciones agro inmobiliarias.
Mamdani es un liberal progresista, “el ala izquierda de lo posible” en sus propias palabras, el tipo de socialismo democrático que puede permitirse un partido del orden norteamericano como el Demócrata, en el que también militó Joshep Mc Carthy en la década del 50.
El sociólogo alemán Werner Sombart se preguntaba en 1906 por qué no hay socialismo en Estados Unidos. Lo contestamos más de 100 años después: porque aún faltaban 92 años para que Mahmood Mamdani, un antropólogo anticolonialista, y Mira Nair, socióloga y cineasta de origen hindú, trajeran al niño Zohran al vecindario de Morningside Heights, donde ganaría con el 82% de los votos pese a la millonaria y atemorizante campaña de Trump.
Es cierto que antes de Mamdani hubo un Eugene Debs (a quien Trotsky consideraba un burgués complaciente), un Michael Harrington (fundador del DSA) o un David Dinkins (primer alcalde demócrata y negro de New York), pero el joven que desafía al magnate de Mar a Lago quiere mejorarle la calidad de vida a los neoyorquinos cobrándole impuestos a los ricos, en un país en donde los millonarios poseen una presión impositiva del 24%, mientras que el resto de los contribuyentes soportan tasas combinadas de hasta el 35%, según estudios de la Universidad de Berkeley (California). Mientras el gravamen a las rentas de trabajo puede llegar hasta el 37% para ingresos superiores a USD 609 mil, las ganancias de capital tributan sólo el 20% y las utilidades empresariales el 21%.
Esta es la razón principal por la que Marcos Galperín –que acaba de pedir que el Estado argentino haga “comunismo de emergencia” para protegerlo del “imperialismo comunista” de Shein y Temu– no se muda a Times Square y prefiere ser un uruguayo fiscal. En plena pandemia, la ex canciller alemana Angela Merkel (nunca socialista) decía que el problema de América Latina era que “los ricos no quieren pagar nada”. Pues bien, para eso existe un país con beneficios tributarios para expatriados, con marihuana libre y vista al mar.
Sin campaña no sale bien
Por estas horas, hay una lectura progre –y funcional a las derechas– sobre el triunfo de Mamdani: “Ganó porque combinó exitosamente una estrategia de militancia electrónica y territorial casi perfectas, arrolladoras”. Esto es vaciar el fenómeno político refrendado electoralmente. Cualquier estudiante inicial de comunicación o periodismo sabe que Instagram y Tik Tok son soportes, son medios y que el ser humano es el primer y más eficaz agente multimedia, si tiene el talento y el entrenamiento para persuadir mano a mano.
No es el soporte ni el canal, sino el contenido; Mamdani hizo lo que no hizo la oposición argentina ante la amenaza imperial-libertaria: una campaña con un horizonte claro para un futuro mejor.
Zohran Mamdani Kicillof y Cristina
¿Una foto irrepetible entre Axel y Cristina? El peronismo no tuvo todo lo que le sobró a Mamdani: un futuro concreto para los excluidos del trumpismo y campaña.
Así las cosas, la diferencia no fue la variedad de rótulos para asustar burgueses o proletarios conservadores, el problema para Trump no fue ningún “ismo”, ni el socialismo, ni el comunismo o el peronismo. Fue que el joven musulmán plantó batalla cultural como un intendente y mostró otro camino con una sonrisa llena de dientes y promesas de futuro.
Hace pocas horas, cuando se conocieron los resultados del escrutinio definitivo en la provincia de Buenos Aires, un intendente del conurbano dijo: “Perdimos por 29 mil votos, fue un error dejar la campaña entre septiembre y octubre”. También deberían parafrasear el consejo de Luis Barrionuevo y dejar de echarse la culpa mutuamente y emular al DSA americano por lo menos por dos años.
¿Y qué sería algo como eso? Pues las promesas que se agrupan en el “Make America Affordable Again” y de las que se burlan el establishment norteamericano y sus satélites coloniales argentinos: vivienda pública masiva, congelar alquileres y frenar desalojos, transporte público gratuito, abogados, refugios y becas para migrantes y reducir el presupuesto en seguridad para invertir más recursos en salud mental y servicios sociales.
¿Cómo va a financiarlo? Pues aumentando impuestos a corporaciones y al sistema bancario. Lo que no lo convierte en comunista, sino en alguien que planea revertir los efectos de la Ley de Reforma Tributaria de Donald Trump (que le hizo ganar USD 700 mil millones en menos de un año a las diez personas más ricas de los Estados Unidos) y cree que “otro capitalismo es posible”.
Otra de las bravatas de Trump en campaña fue que cualquier alcalde que no pueda decir que viajará a Israel como primer o segundo acto de política exterior, no debería ser considerado para el puesto. De hecho, Milei hizo su segundo viaje internacional a Israel a dos meses de asumir mandato, según los deberes previstos por la administración norteamericana.
Zohran Mamdani comunidad judia
Mamdani retuvo el voto del 33% de la comunidad judía más grande del mundo, aún después de haberse pronunciado contra el genocidio sionista en Gaza y declarar que Netanyahu será detenido si visita la ciudad durante su mandato.
Pues bien, Mamdani, el alcalde del Estado con la comunidad judía más grande el mundo, contestó al decir que “mi primer viaje será por los barrios de mi Estado, por los cinco condados, mi compromiso es con ellos antes que con ningún país extranjero”. Califica la ofensiva sobre el pueblo palestino como “genocidio”, promueve “la universalidad de los derechos humanos” y en campaña declaró que ordenaría la detención de Benjamín Netanyahu si pusiera un pie en New York. El efecto final en números de la CNN fue que el 33% de la comunidad judía no sionista de Nueva York lo votó y el 45% entre los jóvenes judíos menores de 40 años.
Ninguno de los candidatos peronistas de Fuerza Patria en Argentina harían esas declaraciones sin focus o encuestas en mano, seguros de que la moderación política les atraerá los votos que les faltan desde hace más de un lustro.
El 111° alcalde de la mayor ciudad de Estados Unidos, la persona más joven en ocupar el cargo y el primer asiático en 400 años de historia, es un experimento con final abierto y una base social (trabajadores sindicalizados y no, inmigrantes, excluidos en general, jóvenes y empresarios de clase media-alta) que está a la izquierda de sus propuestas.
El fenómeno Mamdani aprovecha una feroz crisis de representación del bipartidismo norteamericano y una gran convulsión ideológica del Partido Demócrata, que una porción minoritaria le restó apoyo en la campaña.
Muestra, eso sí, un camino para derrotar a la ultraderecha, sin negar su raza, su religión ni su ideología, no plantea soluciones “policlasistas” sino claramente benéficas para los que “ya no pueden vivir” en la ciudad de Nueva York. Deja claro también que al fascismo se le debate y que la mejor forma de combatirlo es ganarle elecciones.
También hay mensaje para el experimento de La Libertad Avanza. Las derrotas de Trump se producen en un contexto en el que su gestión cuenta con un nivel de desaprobación del 63%, la tasa de desempleo es la más alta en cuatro años (4,4%), el financiamiento de la asistencia alimentaria para 42 millones de personas se reduce a la mitad y la deuda norteamericana alcanza récords históricos (USD 35 billones, superior a todo el gasto anual en Defensa) y como diría Bukowski en “Los Dinosaurios”, con “hospitales tan caros, que es más barato morirse”.
Todas las expectativas de sostenibilidad de Milei están cifradas en un presidente que, si pierde las legislativas de 2026, empezará a cerrar su segundo y último ciclo. Y sin Trump no hubiese habido 26 de octubre ni es probable que haya 2027.
Pero la decepción de la experiencia Obama, nos invita a ser cautos, sobre todo en una época en la que los jóvenes –y Mamdani lo es– parecen dejar para otro momento la tarea de revolucionar o transformar sus aldeas, para dedicarse a ser virales.