La hidrovía Paraná-Paraguay está bajo la lupa de las principales agencias que investigan el crimen organizado en Europa y Estados Unidos. Pusieron el ojo sobre el negocio creciente del narcotráfico a nivel global, tras la pandemia por coronavirus.
Esta ruta fluvial de 3400 kilómetros se transformó en la salida de parte de este estupefaciente que se produce en Sudamérica, donde, de acuerdo al último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), creció un 35 por ciento la fabricación de esta sustancia ilegal, que se expande a nuevos mercados, como África y Asia.
Según los documentos que forman parte de la filtración #NarcoFiles, “Un nuevo orden criminal”, que lideró la organización OCCRP con el apoyo del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) que convocó a este periodista, señala que las autoridades de Estados Unidos, Colombia y Brasil advirtieron entre 2020 y 2022, en plena pandemia, que esta región se convirtió desde hace tiempo en un punto clave para el narcotráfico latinoamericano: organizaciones criminales de todo el continente aprovechan la falta de controles del gobierno paraguayo para acopiar allí la cocaína que, luego, es trasladada por ruta hasta los puertos paraguayos. El último paso es el envío en barco a Europa y otros mercados, según indican una los documentos.
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De acuerdo a este trabajo, la Fiscalía General de Colombia alertó que el espacio aéreo paraguayo es vulnerado por pequeñas avionetas procedentes de los departamentos bolivianos de Beni y Tarija.
Estas aeronaves son difíciles de detectar debido a la carencia de radares en la zona del Chaco paraguayo, lugar en donde aterrizan. Desde allí, las cargas se colocan en camiones, que atraviesan el territorio paraguayo hasta los puertos.
El informe indicó que esa ruta ha sido utilizada por distintos grupos criminales colombianos y de toda la región. “Se indica una fuerte presencia de actores subestatales colombianos como el Cártel del Norte del Valle; diversos grupos paramilitares devenidos en Bandas Criminales (BACRIM), entre ellos las Autodefensas Campesinas de Casanare (ACC), Los Rastrojos y Los Urabeños; y, finalmente, elementos residuales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)”, advirtieron.
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Este informe confirma lo que desde hace tiempo se investiga en la hidrovía, que es una ruta clave en el esquema narco sudamericano, que tiene a la Argentina, y específicamente a la provincia de Santa Fe como un punto estratégico en el río Paraná.
La presencia de grupos criminales colombianos quedó cristalizada en el secuestro de más de 3000 kilos de cocaína, que fueron incautados en Rosario y en el puerto de Santos, Brasil.
Interpol detuvo el año pasado en Madrid al colombiano Álvaro Antonio Ramírez Duque, uno de los gerentes narcos que estuvo en Rosario. Sobre él pesaba una orden de captura internacional firmada por el juez federal de Zárate Campana, Adrián González Charvay.
En diciembre de 2022 fue detenido en Dubai el socio de Gabriel Jaime Londoño Rojas, cuando pretendía ingresar a ese país en momentos en que se realizaba la copa del mundo. Una de las sospechas es que la cocaína que se secuestró en Rosario y otra parte en el puerto de Santos, Brasil, era que su destino final era la región donde se realizaba el mundial.
Según la información a la que accedió AIRE de la Policía Federal, estos “altos jefes colombianos” estuvieron de paso en Argentina durante los meses de mayo a julio de 2022, coordinando la operatoria con la rama de la organización argentina para luego retornar a su país de origen.
Desde el momento de su llegada a Ezeiza, los colombianos fueron monitoreando por efectivos encubiertos de Policía Federal. La DEA, la agencia norteamericana, había detectado en Colombia movimientos de este grupo en Argentina.
Londoño Rojas y Ramírez Duque son dos de los tres colombianos que coordinaron el envío de 1.658 kilogramos de cocaína desde Rosario a Dubai, pero antes de que se concretara el despacho de la droga por el puerto de Rosario el cargamento fue secuestrado en un galpón en el barrio Empalme Graneros de Rosario.
Otro cargamento similar, que salió de la terminal rosarina y fue secuestrada en los puertos de Santos y Rotterdam, tenía el mismo destino y pertenecía a la misma organización internacional.
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Entre el 21 de junio y el 31 de agosto de 2022 estuvieron escondidos en Rosario 3.092 kilos de cocaína, un cargamento que cambiaba su lugar de escondite, a la espera de una salida a Europa desde el puerto de Rosario. Ese cargamento fantasma, que muy pocos sabían que se embarcaría por Terminal Puerto Rosario tenía dueño: los colombianos Londoño Rojas y Ramírez Duque, quienes están sospechados de ser engranajes claves de un cartel trasnacional que había puesto el ojo en este punto de la hidrovía para sacar la droga hacia el viejo continente.
¿Cómo llega la droga desde Bolivia y Paraguay a la Argentina? La pregunta tiene respuestas que se sustentan en casos puntuales. La droga llega por aire, por tierra y por el río. Hace cuatro meses se descubrió un aeropuerto narco en un lugar emblemático, cerca del río Paraná.
Desde hace casi una década en la zona de islas que está frente a Puerto Gaboto y Oliveros, en Santa Fe, había penetrado entre los pobladores una especie de leyenda que hablaba de que allí había “un aeródromo narco”. No era una simple sugestión de los lugareños, que percibían un tráfico de avionetas que no tenía explicación en el humedal.
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Incluso, los guías de pesca detectaron en 2019 que una camioneta Toyota Hilux, color gris plomo, había quedado abandonada en el medio de la isla, camuflada entre los sauces y timbó. La gente de la zona la fue desmantelando y hoy queda sólo el chasis.
Estos mitos, tan frecuentes en las conversaciones con los habitantes de Puerto Gaboto, Maciel y Oliveros, localidades ubicadas a unos 50 kilómetros al norte de Rosario, se hicieron realidad esta semana, luego de que una investigación desplegada por PROCUNAR detectó que en un country muy lujoso de la zona, donde también se juega al golf, funcionaba una pista de aterrizaje de avionetas que traían cocaína desde Paraguay y Bolivia.
Camuflados por el lujo del barrio cerrado, que además posee una vegetación tupida y eucaliptus gigantes, esta organización narco montó un hangar al costado de una pista para acopiar la droga y las avionetas. No está claro aún si la droga que provenía de Bolivia y Paraguay formaba parte luego de envíos a Europa, África o Asia de cargamentos que salen de los puertos de la región.
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El lugar utilizado para que aterrizaran las aeronaves era el country y golf Campo Timbó en el límite entre Timbúes y Oliveros, un lugar donde conviven residencias de lujo con un paisaje litoraleño muy cuidado, donde la paz y tranquilidad siempre fue el principal atributo para los inversores.
Ese era el lugar utilizado por los detenidos para descargar la cocaína con la excusa de “ver campos” y en el que en distintas ocasiones el hangar donde se acopiaba la droga permanecería cerrado, lo que resultaba llamativo por tratarse de un sitio descampado que incluso contaba con seguridad propia y cámaras de vigilancia.
Esta trama tenía a un grupo de colombianos también como protagonistas. Hace menos de un mes Julián David Correa Posso, colombiano, nacido en Medellín, fue detenido. Este joven estaba prófugo desde fines de octubre pasado, cuando decidió desaparecer de golpe del hotel Ferro Apart, de Funes, donde se hospedaba junto con otros compatriotas con los que compartía dos cosas: eran pilotos y mecánicos de aviones y trabajaban en un hangar y una pista de aterrizaje que un grupo narco de Rosario alquilaba en el country Campo Timbó.
Correa Posso fue detenido por Interpol en Medellín, donde se refugió tras escapar el mismo día en que Gendarmería hizo más de 20 allanamientos en una causa en la que los investigadores nunca pudieron incautar un cargamento de cocaína, que se sospecha traían en avionetas desde Bolivia, pero logró establecer un cúmulo de empresas y negocios que servían para lavar el dinero.
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La detención Correa Posso en Medellín confirma el vuelo internacional que tenía esta organización, que traía cocaína desde Bolivia a una zona que se encuentra a pocos kilómetros de las terminales portuarias, que tiene salida al mar a través de la hidrovía.
Este joven colombiano llegó a Rosario el 12 de octubre pasado, al aeropuerto Islas Malvinas, de la ciudad. Según consta en la investigación, lo fue a buscar otro compatriota, Mauricio Dardo Aranda, que estaba en la región. Correa Posso viajó con Santiago Arbelaez Zapata, otro muchacho oriundo de Medellín. Ambos son mecánicos de aviones. El grupo de colombianos que había desembarcado en Rosario se dedicaba al rubro de la aviación narco.
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