La decisión de la Cámara de Casación Penal de la Nación no tuvo grietas. Los jueces Carlos Mahiques, Juan Carlos Gemignani y Diego Barroetaveña votaron por unanimidad y confirmaron la decisión de la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, que había revocado la excarcelación que dictó el juez federal Marcelo Bailaque, quien está imputado en tres causas por extorsión y por favorecer al narco Esteban Alvarado. El Consejo de la Magistratura evalúa suspender a este juez el próximo 17 de junio y luego convocar al tribunal de enjuiciamiento para destituirlo.
Iván Jokanovich es un abogado que litigaba en casos de accidentes de tránsito, aunque su especialización es en registraciones públicas. Es dueño de un campo en Arroyo Seco, donde instaló un polígono de tiro que utiliza personal de fuerzas de seguridad. Hace ocho años ocupó la conducción del Registro Nacional de Armas (Renar) en Rosario.
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En el fallo, los magistrados señalaron que “en su condición de funcionario público, a cargo de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) –actual SIDE- con sede en Rosario, habría brindado colaboración para favorecer a la organización criminal pergeñada por Leandro Vinardi desde su lugar de detención, en conexión con Guillermo Sosa y Juan José Raffo, ex policía de la provincia de Santa Fe y condenado por pertenecer a una de las facciones de Los Monos.
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Marcelo Bailaque está imputado en tres causas por extorsión y por favorecer al narco Esteban Alvarado.
Además, los jueces indicaron que Jokanovich también “le habría brindado información a Raffo para que este logre eludir las detenciones ordenadas en su contra en un caso de homicidio investigado en la justicia ordinaria de la provincia de Santa Fe, en donde a su vez se encuentra involucrado Sosa”.
Lo que se investigó en esta causa es que Raffo, el narcopolicía, tenía vínculo con el espía de 53 años, amante de las armas y la caza mayor, según se desprende de los peritajes a su teléfono. Según las fuentes, el agente de la SIDE vivía en una casa del narcopolicía.
Raffo fue siempre parte de Los Monos, pero además, fue filmado a bordo de un auto que pertenecía al exfiscal Mariano Ríos Artacho, que renunció a su cargo el año pasado. Lo extraño es que el fiscal se presentó ante los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery, que estaban a cargo de la unidad de Crimen Organizado. Dijo que un “amigo” le había advertido que lo investigaba PROCUNAR. Ese contacto, según se sospecha, era el agente de inteligencia, que antes también le habría soplado al narcopolicía Raffo que lo iban a detener.
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Artacho alegó que vendió el auto en el que lo filmaron a Raffo a otro policía de nombre Álvaro Rosales –involucrado en un caso de abuso sexual– que es su amigo y argumentó desconocer qué hizo esta persona con el vehículo.
En marzo de 2023 Raffo desapareció de los lugares que frecuentaba. Estaba previsto que cayera durante una cena en un galpón donde se reunían a comer asado policías veteranos, que allí guardaban armas y dinero. Se encontró una caja fuerte. Cuando irrumpió la policía, los viejos comisarios se sorprendieron. La escena era grotesca: armas, dinero que no podían justificar y costillares a las brasas. Esa noche estaban todos, entre ellos, un exjefe de Drogas, un exsubjefe de la Policía de Rosario, entre otros, menos Raffo. ¿Cómo se había filtrado la información que lo iban a detener? Todo apunta al espía.
Detrás de la investigación había otra trama espesa. El protagonista era Leandro “Pollo” Vinardi, jefe de la ah b desde la cárcel y mano derecha del líder de Los Monos, que usaba como gerente en la hinchada y en las operaciones de tráfico de drogas a Guillermo “Chupa” Sosa. Pero la detención de este criminal dejó al descubierto, a través del contenido de su teléfono, un entretejido de corrupción entre ex policías vinculados con causas por narcotráfico, algunos condenados, y un agente de inteligencia que está sospechado de brindar cobertura incluso a un fiscal provincial, según la acusación de PROCUNAR.
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Esa investigación había arrancado tres años antes, cuando ponen bajo la lupa a un grupo que se dedicaba a la distribución y venta de drogas en Granadero Baigorria y San Lorenzo, donde empezaron a producirse crímenes por órdenes de Cantero y Vinardi. Las influencias en la zona a nivel de fuerzas de seguridad las garantizaba el narcopolicía Raffo.
Un imputado arrepentido brindó a la investigación datos sobre quiénes continuaron con la actividad delictiva tras las detenciones de la banda encabezada por Cantero, lo que con el correr de los meses sumó al menos tres anónimos que acercaron datos sobre el complejo entramado del grupo.
Para los fiscales, Pollo Vinardi, Chupa Sosa, el ex policía Raffo y Karina “Chela” Marco cumplían roles decisivos con el aporte de otros eslabones, todos integrantes de tres clanes de la comunidad gitana, lo que le dio el apelativo Romaní a la operación.
Para los investigadores, Raffo era una especie de asesor y le daba información sobre los funcionarios políticos o policiales, incluso les refirió sobre un cambio de la cúpula policial en San Lorenzo y el Cordón Industrial. En una de las conversaciones, según publicó el diario El Ciudadano, Raffo dijo: “Hay buenas noticias para el norte. Se fueron todos los que estaban, viene gente nueva. Todos conocidos” a lo que Chupa le contestó “Ok. Haceme hablar con ellos. Estoy perdiendo territorio”.
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Los funcionarios recordaron que en una investigación provincial surgió que Raffo estaba vinculado además con dos funcionarios policiales del Cordón Industrial: Alejandro Franganillo, quien fue exjefe de Drogas Peligrosas y secretario de Seguridad de Granadero Baigorria, y Marcelo “Malevo” Mendoza, exsubjefe de la Unidad Regional II de Rosario. Para los fiscales federales, el agente de inteligencia tenía conocimiento de la investigación y de quienes eran los sospechosos por lo que trató de eliminar la información y efectivamente no se pudo profundizar sobre Rios Artacho.
Del celular secuestrado al agente surgió que no sólo mantenía contacto con Raffo, cuyas comunicaciones fueron borradas en su mayoría, sino que tenían negocios como por ejemplo el alquiler de un inmueble.
El agente de la SIDE, que volverá a la cárcel, además tenía agendado a Mendoza, Franganillo y al policía amigo de Ríos Artacho, el cual además era investigado junto a los otros uniformados y hacía seguimiento de causas vinculadas al narcotráfico, resumieron.