Será el próximo 23 de junio, a partir de las 9, y será ante el juez Nicolás Stegmayer que deberá fijar la pena al ruralista condenado por un jurado popular como autor de homicidio bajo emoción violenta tras matar al amante de su pareja en un establecimiento rural de Monigotes.
Para la audiencia (conocida como cesura) están citadas las fiscales del caso, Silvina Verney y Emilce Fissore, que solicitaron en sus alegatos que el acusado sea condenado por haber cometido un homicidio transversal (conocido también como femicidio vinculado) al considerar que actuó con el propósito de causar sufrimiento en una mujer con la que tuvo una relación.
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A su vez, deberán participar la defensa de Ulrich, a cargo de Claudio Torres Del Sel y Federico Scarinci, que durante el juicio impulsó la figura de emoción violenta en el caso. El condenado, por su parte, también tendrá que decir presente en la sala luego de haber obtenido la libertad el pasado 12 de junio.
Si bien las partes discutirán que pena tendrá el ruralista, fuentes judiciales estiman que podría ser una que le permita continuar en libertad, ya que previo a obtener el beneficio estuvo dos años preso, de manera preventiva, en la cárcel de Las Flores.
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Ulrich fue juzgado entre lunes y martes en los tribunales de la ciudad de San Cristóbal.
Por el caso, Ulrich fue declarado culpable de cuatro delitos: homicidio atenuado por el estado de emoción violenta que tiene una pena que tiene de máxima tres años de prisión; lesiones leves involuntarias cuya sanción máxima es de un año; tenencia indebida de arma de fuego de uso civil de seis meses a dos años; y daño calificado con pena máxima de cuatro años.
Tales penas serán discutidas por las partes y tendrá que ser el juez Stegmayer el que ponga un equilibro. Sea cual sea el resultado, tanto Fiscalía como defensa podrán apelar el fallo judicial y acudir a un tribunal superior de la Cámara de Apelaciones con sede en la ciudad de Rafaela.
El caso
La contienda judicial que derivó en el juicio de Ulrich se generó a partir del homicidio del jefe de la Comisaría de Monigotes, Franco López, ocurrido en las primeras horas del 17 de enero del 2023.
Aquel día, el hoy condenado se trasladó en su camioneta al establecimiento rural “La Sara”, junto a su hijo de 15 años, en donde residía temporalmente su pareja y madre de sus dos hijos.
Cuando el productor agropecuario llegó al lugar, se encontró con su pareja (con quien mantuvo una relación de 18 años) y su amante. Allí, sacó una escopeta y disparó contra el patrullero de López y luego gatilló, por una ventana, al subinspector y lo hirió en el pecho. La perdigonada, en tanto, lesionó a la mujer en un hombro.
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La mujer fue trasladada hasta el hospital de Sunchales, mientras que López fue llevado por un concuñado de Ulrich (que también se encontraba en la vivienda) a un sanatorio de Rafaela, en donde murió.
¿Emoción violenta?
Si bien el hecho no fue materia de discusión del juicio, la defensa sostuvo que Ulrich mató a López luego de haber soportado una serie provocaciones del policía que lo llevaron a actuar fuera de sí al momento del crimen.
Según ventiló el juicio, unos días previos al crimen, el fallecido López le dijo al hijo de López que era el amante de su madre; además, un día después de que saliera a la luz la infidelidad, el agente le apuntó a Ulrich con su arma reglamentaria en la calle, situación que fue advertida por el hijo mayor del ruralista. No obstante, se cree que el punto límite que disparó la emoción violenta fue cuando el ruralista llegó al establecimiento rural “La Sara” y su hijo le gritó que López cargaba su arma reglamentaria.
Al respecto, un perito de la defensa, que fue citado al juicio, consideró que el accionar de Ulrich fue luego de haber acumulado una serie de situaciones (protagonizadas por López) que le provocaron un fuerte estrés que derivó en su accionar homicida. “Lo llevó puesto la situación”, destacó especialista Fernando Bianciotti. “El miedo de ver a su hijo en peligro, lo superó”, agregó.