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Empresario santafesino fue condenado a 20 años de prisión por el abuso sexual de sus hijas

El fallo fue unánime y ordenó que se remitan las copias del juicio a la Corte Suprema para que el máximo tribunal evalúe el desempeño que tuvo un equipo interdisciplinario del Poder Judicial que intervino en el caso.

“Pensé que este día nunca iba a llegar”, dijo en la última jornada del juicio una de las jóvenes que cuando era una niña de 11 años denunció, a través de su madre, los abusos sexuales a los que la sometía su padre. Su hermana, un par de años mayor que ella, también sufrió la perversión de su progenitor, como lo llaman, durante años.

Victor D. (el apellido se preserva por respeto a la identidad de las denunciantes) fue condenado este jueves a 20 años de prisión, la pena reclamada por la Fiscalía y por la querella, por decisión unánime de los jueces Pablo Ruiz Steiger, Gustavo Urdiales y Leandro Lazzarini.

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En su resolución, los jueces también avalaron el pedido del bloque acusador de elevar a la Corte Suprema de Justicia los registros del juicio, a fin de que se evalúe el accionar que tuvo el Equipo Interdisciplinario del Poder Judicial por entender que los episodios relatados por las niñas no eran abusos sexuales, ya que eran prácticas naturalizadas en la dinámica familiar.

juicio empresario condenado a 20 años de prisión
Los jueces resolvieron por una unanimidad luego de un juicio que tuvo lugar en tribunales.

Los jueces resolvieron por una unanimidad luego de un juicio que tuvo lugar en tribunales.

Victor D. fue condenado por el abuso sexual gravemente ultrajante, calificado por el vínculo y la corrupción de menores también agravado, en perjuicio de dos de sus hijas, e incumplimiento a un mandato judicial, por no haber respetado las medidas de distancia.

Dos infancias marcadas por abusos sexuales

En 2015 una de las niñas, que por entonces estaba saliendo de la infancia y entrando en la adolescencia, contó en una pijamada con amigas que su papá la tocaba como un papá no tiene que tocar a sus hijas: los hechos comenzaban como juegos, con cosquillas, que luego se convertían en tocamientos en las partes íntimas de las niñas. Cuando ellas se negaban, el hombre las agredía y les decía que podía hacer lo que él quería con ellas porque eran sus hijas.

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Las niñas comentaron lo sucedido en Cámara Gesell tras la denuncia penal realizada por su madre, y a un Equipo Interdisciplinario del Poder Judicial, que intervenía en la parte de la causa que tramitaba en el fuero de Familia. Este equipo elaboró un informe cuya conclusión era que no se trataban de abusos sexuales, sino de muestras de afecto del padre a sus hijas, porque eran prácticas naturalizadas en la dinámica familiar, y que recién tomaron connotación sexual con la separación de sus padres.

Este informe fue introducido como prueba en el juicio penal, y fue revalidado por dos de las profesionales que lo elaboraron, y que declararon como testigos en la causa. Al momento de los alegatos de clausura, tanto la fiscal Jorgelina Moser Ferro como los abogados querellantes Carolina Walker Torres y Matías Pautasso criticaron el accionar de las profesionales: “No saben lo que es un abuso sexual”, sostuvo la Fiscalía; por su parte, la querella presentó una denuncia penal contra las integrantes del equipo.

El descargo de las jóvenes

Tras los alegatos de clausura del juicio, realizados el martes, las dos hermanas se presentaron ante el tribunal para realizar la declaración de impacto: “Quizás algunos de los presentes en esta sala simplemente están cumpliendo una jornada laboral más, y este momento es uno de los tantos más que les toca transitar; pero para mí este momento lo significa todo...”, expresó una de ellas, la menor.

La joven explicó cómo transitó el proceso que llevó diez años; una “batalla judicial”, la nombró: “Quiero que sepan lo que fue nacer y crecer en una infancia llena de sombras oscuras que oprimían mi pecho días y noches eternas…. presentarme en cada instancia judicial, me representó todos estos años una daga en el pecho, un momento de suma angustia, de vehemente exhibición y de arduo agotamiento. Pareciera que esta historia no termina más, se siente cíclico, repetitivo, acosador. Sólo quiero decir que estoy orgullosa de haber seguido apostando a que este día iba a llegar, de haber decidido hablar”.

abuso sexual infantil

En sus palabras, también hubo espacio para los diferentes funcionarios que intervinieron en las diferentes etapas del proceso: “Para cuando mamá finalmente puede irse de casa, nos rescata del infierno que vivíamos; yo ya no sentía más que un profundo odio. Así empezamos a conocer las salas del Poder Judicial, donde ahora no sólo era juzgada por los familiares, sino también por extraños con quienes tenía que ser humillada constantemente contando las atrocidades que ningún niño merece vivir, dónde decidían por mí lo que más me convenía sin escuchar mis necesidades”.

Luego, recordó el día que declararon en Cámara Gesell: “Víctor apareció minutos antes de que declaremos con mi hermana, esos videos, los de la Cámara Gesell, los que ustedes vieron al comienzo del juicio, son de dos niñas que acababan de ser violentadas, de dos niñas que dependían del fiscal Marchi que en su momento, mientras nosotras declarábamos, prometía soluciones cuando en verdad no las cumplía. Lo menciono, lejos de desestimar a un colega suyo, sino para que se entienda lo que la Justicia era capaz de responder ante niñas que arduamente pedían ser rescatadas, pedían no ver mas a su papá. Era claro y sencillo, relatos y hechos sobraban. Hoy diez años después seguimos debatiendo sobre lo mismo, juzguen ustedes la impunidad y desamparo de este sistema en todo caso”, remarcó.

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Finalmente, la joven refirió que "cada día desde el primer momento en el que denunciamos estuve esperándolos, esperando que me ayuden, que me escuchen y que entiendan. En su lugar me sentí juzgada, puesta en duda. Sentí un desprecio a mis emociones miles y poco tacto en cada ocasión que los presentaba como profesionales especializados" y dejó una reflexión para el futuro inmediato: "que para los próximos niños que se encuentren en mi lugar, encuentren de sus partes contención, amparo, protección, entendimiento, solidaridad. Porque somos humanos, porque la vida sigue y ninguno preguntó en ningún momento si teníamos casa, comida, ropa, lo básico; sólo se sentaron en un escritorio a dictaminar, cuando había suelto un hombre que se ocupaba sistemáticamente de poder en riesgo cuatro vidas, tres de ellas menores de edad", reflexionó.

La hermana mayor, por su parte, dijo en su declaración que “odié todo este proceso. Lo odio desde que arranco hasta el día de hoy. Estuve estos días llena de incertidumbre, de no saber qué decir para que sea lo correcto. Mi infancia está marcada por noches en las que salíamos corriendo a la calle, a cualquier hora, buscando ayuda. Porque mi papá nos mataba a golpes”.

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Luego, le dedicó varias palabras a las agresiones físicas y sexuales a las que era sometida por su padre: “Un monstruo, mas que un papá..."

Recordó los temores que tuvo durante su infancia, y se refirió al miedo actual: “El miedo de ahora, es más bien volver a sentir que hay poco tiempo. Es calcular cuantos años tenemos para recibirnos con mi hermana. Cuántos años para estar disfrutando tranquilas y en paz, porque eso es otra de las cosas que desconocíamos cuando éramos niñas. El miedo de ahora es averiguar a que parte del mundo volamos en caso de que en unos años quede libre”.

Finalmente, le dedicó sus palabras a su madre: “Solamente podría decirles que gracias al amor de mi mamá, pudimos construir un paso de la adolescencia hacia la adultez de manera sana, construyendo otra vida. Nuestra mamá siempre estuvo, ocupando siempre el lugar que le correspondía al resto que se ausentaba, que se alejaba, que parecían no tener corazón para con las niñas. De mi parte solamente vengo esperando estos días con mucha ansiedad. Quiero que esté (preso) muchos años, tantos para por fin estar seguras. Gracias por haberme permitido expresarme y tomarse el tiempo de escucharme”, concluyó.