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Sociedad

Las increíbles coincidencias entre las desapariciones de Madeleine McCann y Sofía Herrera

Una desapareció en 2007, la otra en 2008. En ambos casos, hubo quienes culparon a los padres de haberlas matado y descartado sus cuerpos y de haber sellado, con sus amigos, un pacto de silencio. ¿Por qué no lloraban los padres? ¿Por qué uno y otro caso comparten la misma hipótesis?

Madeleine McCann vivía en Rothley, Leicestershire, una ciudad pequeña de Inglaterra, en el llamado Primer Mundo. Sofía Herrera vivía en Río Grande, Tierra del Fuego, una ciudad pequeña del llamado “fin del mundo”. La niña inglesa desapareció en 2007, la argentina en 2008.

Hubo 12.000 kilómetros de distancia entre un drama y el otro, sin embargo la nueva serie documental de Netflix -“La desaparición de Madeleine McCann”– permitió a la madre de Sofía Herrera detectar las coincidencias que hay entre la misteriosa ausencia de su hija y la de la niña desaparecida más famosa del mundo.

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Madeleine desapareció el 3 de mayo de 2007, cuando faltaban nueve días para que cumpliera 4 años. Sofía desapareció el 28 de septiembre de 2008, cuando le faltaban tres meses para cumplir 4 años.

La inglesa era una niña de piel blanca, ojos claros y pelo rubio. La argentina era una niña de piel trigueña, ojos y pelo oscuro. ¿Qué tenían en común al momento de sus desapariciones? Ambas eran nenas.

Según el documento “Trata de mujeres y niñas”, emitido por la Asamblea General de Naciones Unidas, “mujeres y niñas son particularmente vulnerables a la trata con fines de explotación sexual, el matrimonio forzoso, el trabajo o servicios forzosos y otras formas de explotación”.

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Madeleine desapareció del departamento en el que dormía durante unas vacaciones familiares en Algarve, Portugal. Sus padres cenaban en el restaurante del complejo vacacional, a unos 50 metros y, según su relato, se turnaban cada 20 minutos (entre ellos y con las otras parejas de amigos con las que habían viajado) para ir a ver a sus hijos.

¿Hicieron bien en dejarlos solos? ¿Qué tan cerca debe estar un padre para evitar el peligro? La escritora argentina Samantha Schweblin habla de eso en su libro Distancia de rescate: “Yo siempre pienso en el peor de los casos. Ahora mismo estoy calculando cuánto tardaría en salir corriendo del coche y llegar hasta Nina si ella corriera de pronto hasta la pileta y se tirara. Lo llamo ‘distancia de rescate’, así llamo a esa distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería”.

Sofía también desapareció mientras estaba con sus padres y una pareja de amigos. Habían ido pasar el domingo a un camping sobre la ruta. La nena bajó del auto y corrió detrás de su papá, mientras buscaban un reparo para hacer el fuego. De regreso, su papá creyó que se había adelantado para volver con su mamá. Su mamá creyó que seguía con él.

Estaban con la guardia baja, no había nada de lo que suelen temer los padres: no había tumultos ni extraños, al menos a la vista. “Fueron segundos de distracción, algo que le pasa a todos los padres. La diferencia es que acá había un loco dando vueltas“, dice a Infobae María Elena Delgado, la mamá de Sofía.

En el caso de la niña inglesa, el impulsor de esta hipótesis fue Gonçalo Amaral, el jefe de la policía portuguesa que estuvo a cargo de la investigación. Su hipótesis -la sostiene en el documental y la afianzó en su libro, “La verdad de la mentira”- es que Madeleine murió en un accidente doméstico y los padres se deshicieron del cuerpo.

La teoría prendió fácilmente en la opinión pública: el padre de Madeleine es cardiólogo y la madre anestesista y médica de familia, por lo que se convencieron de que le habían dado sedantes para irse a cenar tranquilos, y se les había “ido la mano”. Nunca hubo pruebas.

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Amaral, el policía que siempre culpó a los padres de Madeleine (Reuters)

En el caso de Sofía, el dedo que apuntó a los padres no fue el de la Justicia sino el de una vidente. “Seguimos denunciando al matón y a la asesina -escribió la vidente en su perfil de Facebook-. “Padres abandónicos, ladrones. Que la justicia levante el patiecito de 4 x 2 y ahí van a encontrar a Sofi. Demuestren su inocencia, es muy fácil señores. Se los están acusando de asesinos, demuestren que no lo son, porque sabemos muy bien que usted le quitó la vida en un episodio de violencia doméstica“.

Cuando excavaron en el pequeño patio de su casa, en Río Grande, Tierra del Fuego

“Mucha gente que nos apoyaba le creyó y se nos puso en contra”, cuenta María Elena y encuentra ahí otra coincidencia con el caso de Maddie. Tan en contra que, 9 años después de la desaparición de Sofía, accedieron a excavar en el patio frente a los medios (no por pedido de la Justicia). No había nada.

La mamá de Madeleine quedó embarazada de ella, su primera hija, en 2002, después de una larga búsqueda y mediante fertilización in vitro. También sus hijos mellizos, dos años menores, nacieron con ayuda de la Ciencia.

María Elena Delgado junto a Sofía, la hija que busca hace 10 años

Sofía Herrera también había sido una hija muy buscada. María Elena había tenido endometriosis, un embarazo ectópico, le habían extirpado una trompa y Sofía, su primera hija, había tardado cinco años en llegar.

“Mucha gente no veía eso. En las redes sociales nos decían ‘asesinos’, ‘ustedes la vendieron’. Todo el tiempo que usaron para investigarnos a nosotros es tiempo que se perdió para buscar a nuestra hija”.

En uno y otro caso, buscaron a las nenas vivas hasta que empezaron a buscar sus cuerpos. En Portugal, excavaron cerca del hotel. En Tierra del Fuego, buscaron en los costados de la ruta, en alcantarillas, en bolsas, en ríos. También excavaron.

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Los padres de Madeleine nunca se desbordaron frente a las cámaras: no lloraron desconsoladamente, contrataron voceros y siempre leyeron sus declaraciones. Eso les puso el mote de “fríos” y “calculadores” y alimentó la teoría de que mentían.

A los padres de Sofía les reclamaron lo mismo, lo que se espera de una “buena víctima”: una buena madre debería estar visiblemente derrumbada.

“Yo no lloraba frente a las cámaras porque no me quedaban más lágrimas, porque todavía la lloro a mares. Cuando estaba frente a los medios trataba de aprovechar para mostrar su foto, decir cómo podían reconocerla, pedir a la gente que la siguiera buscando. Las veces que me quebré después decían: ‘Sinvergüenza, llora de la culpa que tiene por lo que le hicieron a su hija’. Hay gente que es muy cruel”.

Un fragmento de la serie en donde se muestran lo que se decía en las redes sobre los padres

Los padres de Madeleine habían ido de vacaciones con otras parejas (eran 8 adultos y varios niños). Muchos se convencieron de que los padres la habían matado sin querer y los amigos eran cómplices por encubrimiento.

Lo mismo pasó en el caso de Sofía, porque María Elena y Fabián, su marido, habían ido al camping con Silvio y Paloma, un matrimonio de amigos. “¿En qué cabeza cabe que alguien puede encubrir algo así y resistir a la presión sin quebrarse?, ¿alguien puede imaginar que nosotros les dijimos: ‘Hola, matamos a Sofía y la enterramos en el patio, ¿vamos a comer un asado al campo así nadie se da cuenta?’“.

Se rumoreó, además, que la pareja de amigos se había fugado de la isla (“¿si no tienen nada que ocultar por qué se fueron?”), pero nunca se habían ido. Paloma viajó a Buenos Aires recién hace unos años porque le diagnosticaron cáncer de mamas. “Silvio quedó muy mal, nunca volvió a ser el mismo”, dice Elena.

¿Qué te pasaría a vos si salís con amigos y a ellos les pasa algo así? ¿Tu vida seguiría igual sólo porque no le pasó a tu hijo sino al de al lado?

En la serie se ve el poder arrollador de las redes sociales para amplificar las sospechas contra los padres. Twitter era nueva y muchos tomaron las opiniones como información.

“Los padres son pedófilos”, “Ojalá la mamá muera”, “Madeleine murió en el departamento, los padres lo encubrieron”, “El padre es un pervertido, ambos son culpables de homicidio”, “Él escondió el cuerpo en la iglesia y luego lo movió”, “Ojalá vivan un infierno despiertos”, “Esa perra fea, no se le cae una lágrima desde que su hija desapareció”.

Un fragmento de la serie, donde muestran las cosas que dicen en las redes sobre los padres

En el caso de Sofía, pasó algo similar aunque la opinión pública en general no se sumó. Pese a que la Justicia determinó que la vidente padece psicosis y la declaró inimputable, “eso quedó, el daño ya está hecho“. Nadie la obligó a cerrar su cuenta de Facebook y hoy tiene 17.000 seguidores.

“Ahora, además, se convirtió en un troll. Armó perfiles con otro nombre y hace dos cosas: critica todo o se elogia a sí misma. Dice que ella resolvió casos imposibles, que la sigan, que es la única que sabe la verdad”.

Los padres de Madeleine, enfrentados con la Policía de Portugal, contrataron a varios detectives privados: algunos, increíblemente, los estafaron. Los McCann crearon una fundación y mucho de lo que hicieron fue financiado por un empresario millonario.

“Yo busqué investigadores privados en Buenos Aires y me decían que tenía que ser alguien que conociera la zona”. Con la indemnización que Fabián cobró por haberse ido de la fábrica, financió la propia: fue detrás de pistas que llegaron de Bolivia, de Chile, de Perú. “A donde había un dato él se iba. No fue una investigación paralela con detectives, fue poniendo el cuerpo”.

Se quedaron jugando al “gallito ciego“: “Estás mareado pero de donde llega un dato vas. Como en el caso de Maddie, que al día siguiente dijeron que la habían visto en Marruecos, acá también: la veían en Jujuy, en Catamarca, en todo el país. Fuimos, ninguna era”.

En el caso local, la recompensa era tan alta (hoy es de $ 2.500.000) que también hubo intentos de estafas: llamados desde la cárcel (les dijeron que le estaban bajando la bombacha), y hasta que la tenían secuestrada y querían 50.000 dólares para no devolverla en una bolsa. “Hubo hasta una mujer que denunció a su marido, que había estado en Tierra del Fuego, para que lo metieran preso y quedarse con todo”.

En Europa, hubo madres de otros niños desaparecidos que se quejaron. Argumentaban que, como los padres de Maddie tenían contactos con gente poderosa y dinero disponible, se la buscaba más que a otros chicos.

Sofía junto a sus padres, Fabián y María Elena

En el caso de Sofía, también hubo quienes sembraron dudas. ¿Por qué, habiendo tantos niños desaparecidos, la atención política y mediática estaba puesta en ella? “Yo no puedo explicar por qué Sofi llegó a los medios y otros chicos no. Pero me invitaron al programa de Mirtha Legrand y fui con la foto de mi hija. Después decían en las redes: ‘Hija de puta, ¿cuánta plata habrá agarrado? Se está haciendo millonaria“.

Cuando el ADN del pelo encontrado en el coche de los padres de Madeleine no coincidió con el del padre, algunos medios portugueses tejieron versiones increíbles.

Podrían haber especulado con que simplemente la nena nunca había estado en el coche (que, además, había sido alquilado por los padres casi un mes después de la desaparición) pero dijeron, por ejemplo, que el padre no era el padre. Si era entonces “un extraño”, había más chances de que fuera sospechoso.

En el caso de Sofía, se dijo que se la podría haber llevado un águila o un cóndor y hasta hubo llamados hablando de “abducción extraterrestre”.

En uno y otro caso, la hipótesis principal es el tráfico de niños, aunque ninguna de las dos familias sabe para qué fin. Existe el tráfico o trata de menores con fines de trabajo infantil (desde servidumbre doméstica hasta mano de obra forzada en los campos), de explotación sexual, para ser utilizados en las fuerzas armadas, en el tráfico de drogas o como mendigos. También existe el secuestro de niños con fines de adopción ilegal.

 

“En el caso de Sofi los perros probaron que su rastro termina en un punto del alambrado donde seguro la alzaron. Ahí el nene de la otra pareja vio un auto con un hombre. Escuché gente decir: ‘¿Cómo alguien va a ir a robar un chico al lado de los padres cuando hay un montón en el norte del país que andan solitos todo el día?’. Eso aumentó la desconfianza, lo mismo que le pasó a los padres de Madeleine”, dice Elena.

Los organismos internacionales que luchan contra el tráfico de niños sostienen que la pobreza, efectivamente, aumenta la vulnerabilidad (lo llaman “poverty plus”) pero es sólo uno de muchos factores de riesgo: ser migrante o mujer, por ejemplo, son otros factores de riesgo para ser víctima del tráfico humano.

Así creen los investigadores que sería Sofía hoy
Así creen los investigadores que sería Sofía hoy

Siguen pasando los años y, aunque no se conocen, los padres de las dos niñas siguen buscándolas. Cuesta pero es importante sacarse de la mente la foto de la niña que iba al jardín: si sigue con vida, en diciembre Sofía cumplirá 15 años.

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