La caída de la natalidad que reveló el Censo 2022 en Santa Fe y que quedó reflejado en el informe que difundió la Municipalidad no es solo un dato estadístico sino el síntoma de un cambio profundo en la estructura de la población.
Según los datos publicados, el total de la población de la ciudad de Santa Fe asciende a 408.572, lo que representa un crecimiento del 4.4% en relación al 2010. En relación al envejecimiento, se detalla que por cada 100 jóvenes hay 62 personas mayores, expresando el máximo aumento en los últimos 30 años. Lo expuesto confirma la tendencia al envejecimiento.
La participación del grupo jóvenes cae un 10,3%, mientras que tantos los adultos como los mayores aumentan su participación en el total de la población un 6,8% y un 3,5% respectivamente, en 2022 respecto a 1991.
Fin de la fiesta demográfica
A este escenario, que ya muestra más personas mayores que niños en algunos barrios de la capital provincial, se suma una advertencia de proyección global. “Se estima que en 2050 se termina la fiesta demográfica”, señaló el investigador del Conicet y magíster en Demografía Social, Jorge Paz, en diálogo con el programa "Creo", que se emite cada mañana por AIRE.
Según Paz, lo que ocurre en Santa Fe es parte de un proceso que atraviesan todos los países del mundo, especialmente los más desarrollados. “Noruega, Suecia, Suiza… todos esos países ya pasaron esta etapa y hoy enfrentan números más extremos. Hay menos jóvenes por personas mayores. Es lo que en demografía llamamos envejecimiento demográfico”, explicó.
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El especialista advirtió que Argentina ingresó muy rápido en esta transición. “La caída de la natalidad fue muy violenta, muy fuerte, porque se dio rápidamente desde 2015”, subrayó. Y dentro del país, Santa Fe es una de las provincias donde el fenómeno se adelanta. “Aquí la transición es más avanzada. Esto se está dando antes que en otras jurisdicciones”, afirmó.
Ese doble proceso —menos nacimientos y mayor esperanza de vida— está transformando la forma clásica de la pirámide poblacional. “Uno puede imaginarlo así: se achica la base por la caída de la natalidad y, por el lado del aumento de la esperanza de vida, se ensancha la cúspide. En lugar de ser una pirámide, estamos tendiendo a ser un panal de abejas y en el largo plazo será un rectángulo o quizás una pirámide invertida”, describió.
Los desafíos del envejecimiento poblacional
Las consecuencias no son abstractas. Tienen impacto directo en la organización del Estado y en los sistemas de cuidado. “El tema más urgente es el de la seguridad social, la cantidad de jóvenes por personas mayores. Pensemos en quienes ya están saliendo del mercado laboral y que, por ese aumento de la esperanza de vida, viven mucho más tiempo”, planteó Paz.
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Esa presión sobre la población económicamente activa abre interrogantes sobre el futuro. ¿Quién sostendrá los sistemas de jubilación, salud y protección social? ¿Cómo se financiarán las inversiones en hospitales y escuelas en sociedades con cada vez menos nacimientos?
“En 2050 se termina la fiesta demográfica y entramos en un tramo complicado. Los desafíos que estamos mencionando ya comienzan a manifestarse con fuerza y se deberá inventar algo para poder solucionarlo”, advirtió.
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