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Provoleta a la parrilla: el secreto del parrillero para que salga crocante y no se pegue

¿Se te pega el queso al asar? Descubrí el secreto del oreo y la temperatura justa para lograr una provoleta dorada por fuera y fundente por dentro.

La provoleta es, sin dudas, la entrada estrella de los asados. Sin embargo, lograr ese punto exacto donde el queso está crocante por fuera y suave en su interior tiene su ciencia. Muchos parrilleros sufren cuando el queso se derrite en exceso o se queda pegado a los fierros.

El secreto de una verdadera joya gastronómica no está solo en el fuego, sino en un proceso previo de preparación que permite que el queso resista el calor intenso sin perder su forma.

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Historia y técnica de la Provoleta

Este queso es un invento nacional creado por Natalio Alba a fines de la década de 1930. Su objetivo era fusionar la tradición del queso provolone italiano con la parrilla argentina. El resultado fue un queso de pasta hilada con la resistencia justa para ser asado. Para dominar este clásico, existen tres entidades clave: la temperatura ambiente, el fuego fuerte y el uso de una buena provoletera de hierro.

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El secreto del parrillero: cómo hacer la mejor provoleta de todas sin que se pegue y súper crocante

El secreto del parrillero: cómo hacer la mejor provoleta de todas sin que se pegue y súper crocante

Paso a paso: cómo hacer la mejor provoleta de todas

  1. Este es el paso que pocos cuentan. Debés sacar la provoleta de la heladera y dejarla reposar a temperatura ambiente entre 2 y 3 horas antes de llevarla al fuego. La humedad del aire creará una "piel" seca en el exterior que es la responsable de la textura crocante final.
  2. Necesitás brasas con mucha potencia. La parrilla o la provoletera de hierro deben estar muy calientes antes de apoyar el queso. Si usás provoletera, untala con apenas una gota de aceite.
  3. Colocá el queso a fuego fuerte. No lo muevas. Dejalo cocinar entre 5 y 10 minutos. El calor intenso formará rápidamente la costra dorada que evitará que el interior se escape.
  4. Con una espátula o pinza, girá la pieza con un movimiento rápido. Si hiciste bien el paso del oreo, el queso se despegará sin esfuerzo.
  5. Cociná por el mismo tiempo del otro lado hasta que esté firme y dorada.
  6. Retirá y serví sobre una tabla de madera o en la misma provoletera. Para un toque sofisticado, agregá aceite de oliva, orégano, tomates secos o unas hojas de rúcula fresca.

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Lograr una provoleta perfecta es cuestión de paciencia y temperatura. Con este método, te asegurás de que el queso sea el protagonista indiscutido de tu próximo asado.