Elección que enfrenta como ninguna de las anteriores a los tres principales contendores políticos del país y cuyo resultado debería producir cambios de nombres, estrategias de manipulación comunicacional y acciones de gobierno –suele ser en ese orden– para reperfilar a los dos frentes mayoritarios de cara a las ejecutivas de 2027.
El presidente Javier Milei, en el cierre de campaña en Moreno, y Cristina Kirchner, con un mensaje de voz en las redes, hicieron un llamamiento a los y las bonaerenses para que asistan a votar con bronca, alegría o simplemente con sentido cívico de responsabilidad, para poder superar el 50/55% de presentismo que los sondeos previos suponen como dato más probable y que implicaría un nivel de ausentismo similar a los registrados en Chaco y en Santa Fe, en donde la mitad de los electores habilitados le dieron la espalda a la democracia como sistema, antes que a los candidatos ofertados.
De confirmarse el nivel de ausentismo esperado para este domingo 7 de septiembre, las elecciones más relevantes del año superarían en más de 10 puntos el promedio del año en curso y más que duplicaría el promedio de todas las citas electorales desde 1983, como vemos en el siguiente gráfico.
Ausentismo electoral 2025
Este cuadro actualiza las cifras que publicamos en AIRE en la nota “A dos meses de la elección más importante del año”, en donde aseverábamos algo que puede haber cambiado de acuerdo al resultado. Decíamos que “sin importar los errores o exabruptos que cometan Javier o Karina Milei” y sus armados electorales, “no tenían contra quién perder”.
Somos periodistas, no adivinos. Y entonces apareció Diego Spagnuolo denunciando coimas del 8% para la adjudicación de compras de medicamentos para la Agencia Nacional de Discapacidad, de las cuales el 3% (u$s 800 mil mensuales) iría a manos de la secretaria general de la Presidencia.
Así las cosas, parece que finalmente el dispositivo libertario encontró contra quién perder: Milei puede perder contra Milei o, mejor dicho, Karina, Martín y Lule Menem pueden confirmar dos cosas. Por un lado, la derrota de LLA en la provincia donde resiste el peronismo aglomerado (unificado es otra cosa) y por otro la confirmación de que a la gente la corrupción le empieza a importar más que una inflación de un dígito o un dólar intervenido y relativamente bajo.
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Uno de los debates del año: ¿a quiénes no votan ricos y pobres, cuando no votan?
En la nota que firmáramos en julio pasado, debatíamos con el aporte de dos consultores y analistas políticos –Ricardo Delgado y Artemio López– sobre qué sectores sociales desistían mayoritariamente de votar y cuál era el impacto de esa “deserción estratificada” en la performance de los dos frentes que polarizan en la provincia de Buenos Aires.
Mientras Delgado afirma que el componente policlasista del voto libertario hace que el impacto del ausentismo por estamentos sea relativo, López postulaba que “se está consolidando un sistema de voto calificado estructural”, en el que los sectores populares registraban niveles de ausentismo superiores, por ser lo más perjudicados por las deudas de la democracia en general y las políticas neoliberales o las promesas incumplidas del populismo en particular.
Esto, para el sociólogo que avizora un final cerrado este domingo, perjudica mucho más al peronismo –por ser las clases medias bajas y bajas su base electoral histórica– que al frente entre republicanos PRO y libertarios sin otra ley que la que impone Milei. “La proscripción de Cristina cambió todo el escenario en provincia, esta es una elección completamente desnaturalizada y es difícil saber cómo va a impactar en los niveles de ausentismo, pero está claro que los sectores medios y altos concurren con mayor volumen y los que desertan aumentan a medida que desciende el nivel económico y social”. Para López este es el sesgo de todas las elecciones provinciales hasta el momento y nos pone frente al “sueño húmedo de la ultraderecha: que sólo voten los propios”.
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A eso se refirió Javier Milei en el acto de cierre de campaña de La Libertad Avanza en la localidad de Moreno. Habló de votos buenos y malos y de fraude electoral, precisamente lo que se valoraba e imperaba antes de la implementación del voto secreto y universal en 1916 (que ya no era cantado pero que de todos modos seguía siendo exclusivo para varones, nativos argentinos y mayores de 18 años).
Puede decirse con absoluto rigor histórico que –sin importar la valoración que tengamos sobre cada uno– todos los presidentes desde 1857 hasta 1912, incluidos los históricos Mitre, Sarmiento y Avellaneda, fueron producto del fraude electoral y gracias a la compra de votos, voluntades torcidas a punta de pistola, urnas quemadas y padrones falsificados.
Hace 168 años la Confederación Argentina renovaba ocho de las 26 bancas del Senado y uno de los electos, Domingo Sarmiento, le confiaba a su amigo Domingo de Oro, en una carta interceptada luego por Justo Urquiza, la forma en que se aseguró los votos necesarios para ser electo senador:
“Nuestra base de operaciones ha sido la audacia y el terror, que empleados hábilmente, han dado este resultado admirable e inesperado. Algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad, acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros. En fin, fue tal el terror que sembramos en toda esta gente, con éstos y otros medios, que el día 29 triunfamos sin oposición”.
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Hoy las formas de coacción a las mayorías populares son mucho menos bárbaras que las empleadas por los liberales de antaño. Superadas las dictaduras del siglo XX y pese a la persistencia de la compra de votos en efectivo y en especies, la adulteración de padrones y urnas son completamente excepcionales.
Pero hay novedades: la potencia del dispositivo comunicacional masivo para influir en la opinión pública (Sarmiento sólo tenía el diario El Nacional), la consolidación de una clase política representativa estable, conservadora, burguesa y escasamente plebeya y hasta el voto cantado de diplomáticos norteamericanos empeñados en orientar el voto popular.
Como en el truco, la clave son la primera y la tercera
Asumiendo las encuestas preelectorales como un vicio caro y falible del sistema político y comunicacional, las cuentas que se hacen en base a sondeos y focus, establecen que el peronismo empata la primera sección electoral, en la que dos “futuros gobernadores” como Gabriel Katopodis y Diego Valenzuela, ganan o pierden por uno o dos puntos. Allí están en condiciones de sufragar 5.131.861 electores, el 36% del total provincial.
En la tercera sección Verónica Magario se impondría por 10 o 12 puntos al ignoto Maximiliano Bondarenko. La cantidad de electores habilitados es de 5.131.861, el 35% del padrón del cual el peronismo suele sacar el 50% de sus votos provinciales. Esta concentración de electores y la diferencia proyectada, hace que los resultados de las otras 6 secciones (con el 31% del padrón restante) no alcancen a modificar el resultado que espera Fuerza Patria y teme el gobierno nacional.
Magario y Maximiliano Bondarenko elecciones Buenos Aires
La tercera sección enfrenta a Verónica Magario (FP) y Maximiliano Bondarenko (LLA), comprende 19 municipios y es donde FP sacaría 10 puntos o más para definir la elección.
“Llegamos en una situación muy difícil pero el resultado del domingo no necesariamente anticipa la elección de octubre, hay que ver qué pasa en los 135 municipios” admite y sueña el armador de Karina Milei, enemigo público de Santiago Caputo y las mudas redes libertarias, Sebastián Pareja. El ex peronista (otro más) espera que “los intendentes del conurbano no militen la boleta de octubre, armada en base al antojo de Cristina y en donde ellos perdieron con Kiciloff”.
Pareja y la pareja presidencial creen que el aparato del PJ bonaerense se hará sentir muy fuerte si la gente no concurre a votar impactada por la decepción que supone creer que el circuito de recaudación ilegal de LLA es real y alcanza al presidente. Axel y Cristina creen altos niveles de presentismo electoral van a beneficiarlos y que hay que movilizar a los sectores más humildes y golpeados el ajuste libertario, al hilo de lo que afirma Artemio López.
La última encuesta de Proyección Consultores, realizada entre el 25 de agosto y el 3 de septiembre, consta de 5.190 casos efectivos con un margen de error del 1,4%. Allí los números generales revelan que Fuerza Patria pierde en 5 de las 8 secciones, pero el resultado total es una victoria del peronismo por 2,6 puntos.
Katopodis Valenzuela elecciones Buenos Aires
La primera sección tiene 24 municipios y enfrenta a Gabriel Katopodis (FP) y Diego Valenzuela (LLA). Hace 2 meses el libertario ganaba por 7 puntos y hoy se especula con un empate estadístico.
Otras tres encuestas de diferente sesgo ideológico, CEOP de Roberto Bacman y Asociados, Zuban Córdoba y Rubikon Intel, coinciden en que el 50% y más de los consultados declara que el “Coimagate” influirá negativamente en su voto. Pero el margen de error que supone el traslado de esos muestreos a la realidad de las urnas, suele deparar sorpresas.
El odio violeta es antiperonista, antikirchnerista más bien, pero el miedo no. El pánico libertario no es a tanto a las encuestas y los que votan cada dos años sino a los que votan todos los días, a los empresarios, a los agroexportadores, a los fondos de inversión, a los banqueros, a los tenedores de bonos soberanos y a los organismos multilaterales de crédito. Los que le soltaron la mano a Macri pero no a los 21 meses (un fracaso a toda velocidad), sino mucho después, cuando ya había dos candidatos en condiciones de capitalizar el desbande de Cambiemos y contra el que perder.