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Política Peronismo | Agustín Rossi | Juan Manuel Pusineri

La fórmula del peronismo para 2025: primero el proyecto, después las orgas y por último los candidatos

Las derrotas electorales nacional y provincial aceleraron un proceso de fragmentación que lleva más una década y se mide en dos ausencias: programa y votos. ¿Hay peronismo? ¿Para cuándo?

Abrimos comillas: “No hay posibilidad de pensar ningún peronismo si los liderazgos no piensan en la proyección –no de sus intereses personales– sino del espacio político que conducen, ¿qué estrategia tuvimos nosotros en los últimos seis años en términos colectivos? Ninguna”.

Y otra más: “Parte del fracaso del peronismo, incluido el kirchnerismo, tiene que ver con no haber cambiado la lógica de los 90. Cambiamos un montón de cosas, menos la lógica de la construcción política: primero los dirigentes, segundo los dirigentes y tercero los dirigentes” (no hay risas).

Los textuales para AIRE son de Leandro Busatto, histórica mano derecha y presunto heredero de la conducción política perenne de Agustín Rossi, varias veces demorado y hoy parte de una construcción política (Armar la Ola) que se lleva de a poco dirigentes y estructuras que militaron con el “Chivo” por mucho más de una década.

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Esta lógica inversa de construcción política que señala Busatto, reñida con el refranero peronista, bien puede valer para casi todos los liderazgos consolidados del PJ a nivel nacional y provincial: vale para Agustín Rossi, vale para Omar Perotti y vale también para Cristina Kirchner.

Siempre escribimos atentos a los lectores y seguro ya hay protestas y chiflidos en la tribuna peronista. Escribir y argumentar es un ejercicio de escucha atenta si es un servicio sincero. Nadie lo señaló hasta ahora, pero si la rispidez entre los cuatro peronismos existentes –que apenas superan el medio millón de votos, el stock más bajo desde el retorno de la democracia en la provincia– empieza a escalar de cara a las legislativas de 2025, alguien podría decir: “Busatto y Norma López (¿adónde revistará Roberto Sukerman?) se fueron del peronismo, la Ola sub 50 es un espacio igual que todos, conduce el que tiene más votos y el que los tiene es alguien (Juan Monteverde) que hizo campaña diciendo en todos los idiomas que él no era kirchnerista y peronista mucho menos, se cuentan por afuera del PJ”.

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En el centro: Leandro Busatto junto a Caren Tepp, Juan Monteverde, Lucila De Ponti, Tata Alvizo, Norma López y Eduardo Toniolli. La

En el centro: Leandro Busatto junto a Caren Tepp, Juan Monteverde, Lucila De Ponti, Tata Alvizo, Norma López y Eduardo Toniolli. La "ola sub 50" que quiere renovar el liderazgo del PJ en Santa Fe para recuperar votos.

Y como el peronismo santafesino, con pocos votos y en crisis ideológica desde hace años, sigue siendo un lugar de disputa, alguien se para y contesta: “Lo mismo decían del kirchnerismo en 2008, cuando el Turco se alió a Duhalde contra Néstor y Cristina, están llenos de progres socialdemócratas. Pero el peronismo se reinventa o se convierte en una pieza de museo, en el furgón de cola de la derecha o la ultraderecha que nos quiere desparecer desde 1955, como el radicalismo”.

El partido más plebeyo y republicano de la historia moderna, el hecho maldito del país burgués que hoy salpica todos los frentes, siempre es un espectáculo apasionante; ustedes miran, nosotros escribimos, pero llegó la hora de escuchar a otro de los referentes que protagonizará una reconstrucción lenta y trabajosa, del lado Perotti de la militancia.

Juan Manuel Pusineri, ex ministro de Trabajo de Santa Fe, sostuvo que “después de 12 años de estar fuera del gobierno, el peronismo santafesino asumió con una gran carencia de cuadros formados y expertos en la gestión, una vez ahí vos no hacés lo que querés. Porque la burocracia estatal tiene dos cosas: una favorable y otra no; por un lado, se deglute las macanas de los funcionarios que no funcionan y por otro tiene una inercia que es muy difícil moverla. Eso se notó en la marcha del gobierno, pero Omar Perotti fue generoso con todos los sectores en el armado del gabinete”.

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Tanto Busatto como Pusineri acuerdan que aún no están dadas las condiciones para recomponer un frente peronista capaz de levantarse de la derrota más dura de su historia electoral en Santa Fe, que “no es viable que haya diálogo entre los que lideran y por debajo aún no están los interlocutores para acercar posiciones”.

Desde el rossismo se preguntan qué es el perottismo sino Omar y un puñado de ex ministros y amigos incondicionales (como Roberto Mirabella, otro referente sin votos ni proyección provincial); desde el perottismo se preguntan qué otra cosa es el rossismo sino Agustín, sus empecinamientos y el relevo de la segunda línea que antes encarnaban Bussato y Norma López; éstos últimos sumados a un Movimiento Evita en reducción territorial apremiante y a Ciudad Futura, donde se preguntan por qué Perotti y Rossi deberían seguir liderando lo que ya chocaron, postergando indefinidamente una renovación generacional que será, pero en otros espacios.

Todos asumen –incluso habiendo acordado con él, perdiendo imagen, pero conservando algunos cargos– que Armando Traferri puede haberse quedado con la franquicia local del PJ, que resolvió con la complicidad de senadores y diputados de todo el arco político “el problema Saín”, pero que ningún peronismo aggiornado, insospechado de vínculos con el delito complejo, ni atractivo, puede mostrarlo en la primera fila.

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Hasta aquí cuatro peronismos que se miran desde lejos, se envían señales dispersas y prudentes para no agravar las condiciones de la derrota, pero hay un quinto, que son los sindicatos: fuente de financiamiento y logística en coyunturas electorales, dadores de gobernabilidad, primera línea de resistencia en el repliegue y custodios de los derechos laborales asediados por la gestión de Unidos para Cambiar Santa Fe en el orden local y la alianza entre libertarios, macristas y radicales en el orden nacional.

Cinco peronismos, múltiples lecturas de la derrota reciente, varias estrategias para enfrentar la desperonización militante en curso y ningún programa para recuperar encanto y protagonismo.

Toda derrota política primero es cultural

“En los cuatro años que fuimos gobierno se crearon 40.000 puestos de trabajo, hoy la fragmentación y la derrota permiten decir cualquier cosa, cuesta encontrar quienes defiendan esto”, asegura el ex Ministro de Trabajo, Juan Manuel Pusineri.

Hace poco más de un año, en la nota “Sin campaña y sin mística, el peronismo fue otra vez vencido” hacíamos las cuentas básicas del derrotero electoral del peronismo santafesino, para decir que el electorado que votaba cualquier cosa menos peronismo, estaba en sus máximos históricos (65,06%), por encima de las ejecutivas de 2019 (57,69%) y 2007 (54,92%).

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“En los cuatro años que fuimos gobierno se crearon 40.000 puestos de trabajo, hoy la fragmentación y la derrota permiten decir cualquier cosa, cuesta encontrar quienes defiendan esto”, asegura el ex ministro de Trabajo, Juan Manuel Pusineri.

“En los cuatro años que fuimos gobierno se crearon 40.000 puestos de trabajo, hoy la fragmentación y la derrota permiten decir cualquier cosa, cuesta encontrar quienes defiendan esto”, asegura el ex ministro de Trabajo, Juan Manuel Pusineri.

Y ya campeaba una simplificación con fines electorales que hoy se repite para justificar la imprecisión o los errores de gestión: que el gobierno peronista (si conviene kirchnerista, aunque el kirchnerismo nunca ocupó lugares ni tomó decisiones trascendentes) fue el peor desde el retorno de la democracia.

Pusineri contradice ésa versión y asegura “muchos empleados estatales y también sus gremios representativos seguramente nos extrañan, todos sabemos que no fue así y por eso los que tuvimos responsabilidades ejecutivas salimos –cuando es necesario– a contradecir las cifras que mienten los funcionarios de éste gobierno y hasta el mismo gobernador”.

Walter Agosto, ex ministro de Economía y actual diputado de Hacemos Santa Fe, ya contestó que el déficit de 131 mil millones de pesos fue impulsado por la sequía y no por el crecimiento de la planta de personal del Estado.

Pusineri –quien ya había asegurado que había dejado en caja el dinero suficiente para afrontar los acuerdos paritarios comprometidos con los gremios estatales– le aseguró a AIRE que “en los cuatro años que fuimos gobierno, en la provincia se generaron 40.000 empleos registrados en el sector privado, con pandemia y sequía y Rosario llegó a tener la tasa de desocupación más baja desde que se la mide: poco más del 4%, estos son datos que no pueden falsearse, hoy estamos en una etapa donde nada de lo que digamos parece tener efecto, donde cuesta encontrar peronistas que los defiendan, pero si todo sigue así en la provincia se van a empezar a valorizar”.

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Los ex funcionarios que expresan lo residual y resistente del perottismo saben que es momento de reconcentrar fuerzas y que no están dadas las condiciones para estrechar vínculos con otros sectores: “En algún momento eso se tiene que dar, pero ahora no está pasando”.

“Nosotros no creemos que la solución sea con menos peronismo, que la renovación sea mezclándose con sectores que nunca tuvieron nada que ver con nosotros”, aseguran desde el entorno de Traferri, a la vez que quienes impulsan una renovación generacional no estarían dispuestos a cerrar filas con un peronismo que “gana cuando el peronismo gana, pero cuando pierde también ganan, hacen alianzas y roscas para resolver cuestiones personales, no tienen nada que decirle a los santafesinos ni proyección que ofrecerle a sus militantes”.

Desde La Corriente de la Militancia siguen afirmando lo que nadie –ni los que se desgajaron de ese sector– niega: “Más allá de lo electoral, en esta situación no hay que esconderse, hay que poner la cara, muchos orejan, Agustín (Rossi) no, es el único dirigente que tiene un discurso claro y recorre todo el territorio” y mantiene una gimnasia regular de reunión y debate de un grupo en reducción pero que se posiciona de cara a 2025.

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El "Chivo" Rossi y Germán Martínez lideran la Corriente de la Militancia que resiste el embate libertario y puede perfilar al actual Jefe del bloque de diputados nacionales como candidato en 2027.

Si nos concentramos en el análisis superficial y cantado de las aglomeraciones y los candidatos, que no resuelven el problema, pero permiten ordenar el análisis, nadie está pensando en un perottismo sin Perotti, un rossismo sin Rossi o un peronismo del establishment sin Traferri o los jefes territoriales que aún mantienen posiciones de poder.

Todos tienen trayectoria y pasado, pero casi nadie tiene presente ni votos. ¿El futuro? Es eso que nadie sabe cómo será, mientras se barajan nombres como naranjas en un semáforo: Marcelo Lewandowski, Juan Monteverde, Germán Martínez, Silvina Frana, María de los Ángeles Sacnún y todos y todas las que quieran y puedan terciar.

La confusión y fragmentación de la oposición más numerosa y consistente desequilibra el tablero político y debilita una democracia cuestionada por los millones a los que no les resuelve salario, comida, casa, salud o educación.

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Para esas audiencias, para esos potenciales electores, lo que deberá aparecer es lo que casi todos los peronistas consultados ponen en el primer lugar: un proyecto político, económico y social que les prometa un futuro distinto y mejor a todos y todas las santafesinas, peronistas y no peronistas, y que establezca el programa de gobierno desde el cual se podrá reclamar lealtad.

Javier Milei y Maximiliano Pullaro son dos emergentes de una decepción indudable, son básicamente el signo que permite medir el nivel del vaciamiento de ilusiones y sentidos, del cual todos los fragmentos que hoy expresan al peronismo –en dosis variables y opinables– son responsables.