Esa fue la última vez que Rosalía fue vista con vida. Iba a pasar un año y un mes hasta que la bajante permitiera a un grupo de cazadores avistar los restos de la joven en una zona de bañados denominada “El Bonete”, a unos 80 kilómetros de Fortín Olmos.
El cuerpo de Rosalía estaba sentado, apoyado contra un tronco; esta fue una de las claves ventiladas en el juicio oral y público que terminó en la condena a prisión perpetua para Juan Valdez, hoy de 45 años.
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En tanto, en el año en que Rosalía estuvo desaparecida, un examen de ADN confirmó que Valdez era el padre de la hija de Rosalía, y en el juicio se conoció que el vínculo entre ellos había comenzado cuando la joven tenía entre 12 y 13 años, y Valdez era su maestro de educación física.
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Juan Valdéz cumple una condena a prisión perpetua por el femicidio de Rosalía Jara
Foto/ Gentileza
Abuso infantil
El juicio oral a Valdez se desarrolló en los tribunales de Vera en julio de 2020, y se pudo reconstruir no sólo lo que ocurrió la noche en que Rosalía desapareció, sino el vínculo que existía desde hacía años entre la víctima y el acusado.
Se supo que la paternidad de la hija de Rosalía podía haber sido el motivo por el que la joven y Valdez quedaron en encontrarse la noche del 1 de julio de 2017, tras haberse comunicado unas 14 veces por teléfono durante el día: es que la pareja actual de Rosalía había presentado una impugnación de paternidad y Rosalía temía quedarse en la calle con su hija.
Si bien Rosalía nunca le había dicho a su familia que Valdez era el verdadero padre de su hija, su madre declaró en el juicio que sabía que el acusado la ayudaba económicamente en la crianza de la pequeña.
Además, en el juicio declararon allegados a Rosalía, que permitieron reconstruir el vínculo existente entre la joven y Valdez: varios testigos relataron que la relación entre ambos comenzó cuando Rosalía tenía 12 años y era alumna de Valdez. Una amiga de la joven declaró que sabía que ellos se veían los fines de semana y mantenían relaciones sexuales.
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A los 15 años, Rosalía quedó embarazada y la paternidad de Valdez fue confirmada por un análisis de ADN realizado cuando la joven estaba desaparecida; sin embargo, los allegados de la joven sabían que Valdez le daba dinero a Rosalía, entre 300 y 500 pesos. La mamá de Rosalía declaró que su hija nunca le expresó que la nena era hija de Valdez, pero sabía que él la ayudaba con los gastos.
En cuanto a lo que ocurrió la gélida noche del 1 de julio de 2017, también se pudo reconstruir gracias a una importante cantidad de testimonios que vieron a Rosalía salir del bar minutos después de las 22, y dirigirse hacia la garita. Otros testimonios ubicaron al auto de Valdez, un Toyota Corolla blanco, nuevo, en la misma zona. La pericia telefónica aportada permitió precisar que ese 1 de julio de 2017 Rosalía y Valdez se comunicaron catorce veces.
La última llamada fue cerca de las 22 horas y los teléfonos celulares de ambos se encontraban en la misma área de cobertura, la misma área donde se ubica el bar en el que estaba Rosalía. El fiscal Latorre, en sus alegatos de clausura en el juicio a Valdez, remarcó que después de esa llamada de las 22.17 Valdez no volvió a intentar comunicarse con el celular de Rosalía.
Si bien Valdez siempre se dijo inocente, incluso en su declaración en el juicio, sus actitudes manifestaron lo contrario: el hombre realizó varias maniobras para intentar desvincularse de la desaparición de Rosalía. El peritaje realizado al teléfono celular permitió determinar que el sospechoso borró toda la información del celular, desvinculó las cuentas de Google y reinstaló las aplicaciones el 4 de julio, es decir, tres días después del hecho y uno antes de que lo allanaran.
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Valdez fue condenado en marco de un juicio oral en los tribunales de Vera
Femicidio
La autopsia permitió detectar un hundimiento en el cráneo, probablemente por un golpe, que podría haberle causado mareos o desmayos pero no la muerte. La causa de muerte de Rosalía no pudo ser determinada por los forenses. Además, la perito que trabajó en el lugar donde se encontraron los restos de Rosalía remarcó en el juicio dos cosas que le llamaron la atención: la ubicación de los restos, con los miembros inferiores apoyados en un tronco que daban cuenta que la víctima fue recostada, sentada, y no tirada: “El victimario tuvo una conducta de cuidado lo que demuestra una relación previa entre ellos. La dejó en una posición digna”, explicó el fiscal Gustavo Latorre en sus alegatos.
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La segunda cosa que le llamó la atención es que la víctima no tenía puesto el pantalón. “Sólo Juan Valdez podía haber actuado de esa manera”, insistió Latorre. “Existía una relación amorosa desde que Rosalía tenía 12 años, una hija en común, entrega de dinero, salidas frecuentes. El cuerpo fue depositado, y no tirado”, resumió. Valdez tenía con Rosalía la confianza suficiente para citarla, para que se suba a su auto y conducir varios kilómetros; además posee la contextura física para poder trasladarla alzada 150 metros, desde el camino hasta donde encontraron sus restos.
“Valdez se aprovechó de la vulnerabilidad económica, social y de género de Rosalía. La relación empezó cuando él era docente de ella. Rosalía era humilde y con necesidades de todo tipo, y por otro lado estaba el profesor Valdez”, expresó el fiscal. Latorre concluyó que la única hipótesis razonable es la presentada por los acusadores.
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El cuerpo de Rosalía fue hallado en un descampado a 80 kilómetros de Fortín Olmos
En tanto, la defensa intentó desviar la atención hacia el hombre con el que Rosalía mantenía una relación, pero es una persona que presentaba problemas de salud y que esa noche estuvo en un bar.
En cambio la coartada presentada por Valdez fue rebatida por la evidencia expuesta en el juicio. “El hecho por el que se acusa a Valdez ocurrió una fría noche de julio del 2017, en una zona aledaña al pueblo, sin luces, sin cámaras y sin testigos presenciales. Debe contextualizarse el hecho con los indicios y la prueba producida. Estos hechos de violencia contra la mujer no pueden ser investigados como delitos comunes y por eso se establece el principio de amplitud probatoria”, remarcó Latorre.
En tanto, la abogada querellante Carolina Walker Torres recordó que el vínculo entre víctima y victimario no era reciente: "Rosalía conoció a Valdez cuando éste era su profesor de educación física y él utilizó su condición de docente para ganarse su confianza y comenzar esta serie de abusos sistemáticos a lo largo del tiempo. Durante años sostuvo una relación clandestina en la que la violentó sentimental, física y económicamente, la embaraza y desprecia a su propia hija, y finalmente la asesina", expuso.
Al momento de fundamentar la condena a prisión perpetua, los jueces valoraron que Juan Valdez mantuvo con Rosalía una relación signada por una marcada desigualdad, relación clandestina, negada y ocultada por Valdez, de la cual nació una hija que aún hoy no reconoció. Los jueces encontraron la motivación de Valdez para atacar a Rosalía en las dificultades que le generaban el no poder seguir ocultando esa relación ni la hija que tuvieron en común: “Rosalía pasó a ser un obstáculo en su vida y sin tener mayores reparos, tomó la decisión de eliminarla. A su vez, el hecho de que la haya abandonado y descartado de manera tal que no se la encuentre, de hecho lo logró por más de un año, no hace más que confirmar esa hipótesis, pues esa era la única manera de lograr su impunidad”.