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Juan Manuel Fangio cumpliría 110 años: perfil del piloto que conducía con las muñecas de Dios

Este jueves se cumplen 110 años del nacimiento del Chueco. El cinco veces campeón de la Fórmula 1 –cuatro consecutivas– es considerado, unánimemente, como uno de los más extraordinarios pilotos de todos los tiempos. "Siempre hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creerse el mejor", fue su filosofía de vida.

Solo unos pocos elegidos hacen la Historia, así, con mayúsculas y letras de oro. Porque, con sus extraordinarias conquistas, escapan del dios Cronos y trascienden por incontables generaciones. Porque, con su humildad y perseverancia fueron, son y serán un permanente modelo de esfuerzo y dedicación. Y, además, porque el protagonista de esta historia logró, con su infinito talento, que su apellido se convirtiera en sinónimo de conducción eximia, depurada, valiente y ejemplar. Todo eso y mucho más fue Juan Manuel Fangio, uno de los más fantásticos pilotos de todos los tiempos, y que hoy cumpliría 110 años.

El Chueco

El futuro rey del automovilismo mundial nació en Balcarce, provincia de Buenos Aires, unos 400 kilómetros al sudoeste de la Capital Federal, a la 0.10 de la fría noche del domingo 24 de junio de 1911 –el día de San Juan, de ahí su primer nombre– y fue el cuarto hijo de Loreto Fangio y Herminia D’Eramo, unos inmigrantes italianos quienes, además, fueron padres de Herminia, José, Celia, Rubén y Carmen. Asimismo, lo llamaron Manuel por la admiración que su progenitor sentía por el rey de Italia. Fangio pasó una infancia sin privaciones pero, también, sin lujos. “Esto me enseñó a valorar las cosas y a no pedir más de lo que mis padres me podían dar”, solía recordar.

A los 12 años y, mientras cursaba el sexto grado de la escuela primaria, lo emplearon como aprendiz en el taller de Manuel Viggiano, donde barría, lavaba piezas y miraba por acá y por allá. Así comenzó a adquirir conocimientos sobre motores y manejó un auto por primera vez. “Me subí al auto, arranqué, empecé a andar y, cuando vi que podía doblar y frenar, tuve la impresión de que el auto tenía vida...”, comentó sobre la fascinación que le provocó esta experiencia.

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Fangio jugó como volante por la derecha en el Club Leandro N. Alem de Balcarce, con el que se consagraría campeón de la Liga local en 1931, cuando tenía 20 años. Su velocidad y forma de caminar, motivó que sus compañeros lo bautizaran con el apodo con el que lo conocería todo el planeta: Chueco.

Fangio jugó como volante por la derecha en el Club Leandro N. Alem de Balcarce, con el que se consagraría campeón de la Liga local en 1931, cuando tenía 20 años. Su velocidad y forma de caminar, motivó que sus compañeros lo bautizaran con el apodo con el que lo conocería todo el planeta: Chueco.

A los 18 y, tras superar una pleuresía –que le costó una convalecencia de casi un año–, continuó con su aprendizaje sobre mecánica y a seguir jugando al fútbol, otra de las pasiones de su juventud. Se desempeñó como volante por la derecha (en esa época, los llamaban insiders) en el Club Leandro N. Alem de Balcarce, con el que se consagraría campeón de la Liga local en 1931, cuando tenía 20 años. Su velocidad y forma de caminar, motivó que sus compañeros lo bautizaran con el apodo con el que lo conocería todo el planeta: Chueco.

Su debut, sus dos títulos del TC y su experiencia europea

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Era tal su amor por los fierros que, el sábado 25 de octubre de 1936, en Benito Juárez, a unos 170 kilómetros de Balcarce, disputó su primera competencia: lo hizo con un taxi que le pidió prestado a un amigo, y corrió con el seudónimo Rivadavia, para que sus padres no se enteraran. Aunque abandonó con este Ford A (porque fundió una biela), su debut oficial se produjo el domingo 27 de marzo de 1938, en Necochea, con un Ford V8 y con su nombre real: fue 5º en la serie y 7º en la final del Turismo Carretera.

En la categoría más popular del automovilismo argentino, Fangio ganaría siete carreras y se consagraría campeón dos veces –en 1940 y 1941, en ambas temporadas con Chevrolet, y fue el primer piloto en coronarse con la marca del Moño–, y protagonizaría duelos realmente memorables con los hermanos Juan y Oscar Alfredo Gálvez (con Ford).

Tras el obligado receso que provocó la Segunda Guerra Mundial, el balcarceño continuó compitiendo en el TC y, además, incursionó en la Mecánica Nacional. En la madrugada del viernes 29 de octubre de 1948, Fangio volcó con su Chevrolet en un angosto camino de montaña en las cercanías de Huanchaco, Perú, mientras disputaba el Gran Premio de América del Sur –también conocido como La Buenos Aires-Caracas–, una maratónica prueba de 9579 kilómetros y, debido a las heridas sufridas en el accidente, falleció su acompañante, el mendocino Daniel Urrutia, de 35 años.

Fangio fue auxiliado por el juninense Eusebio Marcilla (Chevrolet) quien, tras llevarlo al hospital de Chicama junto con el cuerpo de Urrutia, retomó la competencia y arribó en el segundo puesto, a 12 minutos del ganador, Domingo Marimón (Chevrolet). Por tan noble gesto, Marcilla –quien fallecería en nuestra provincia el sábado 14 de marzo de 1953, en el cruce de las rutas 70 y 11, en Recreo– es recordado como el Caballero del Camino.

En 1949 y, con apoyo oficial del Automóvil Club Argentino y del gobierno del teniente general Juan Domingo Perón, el Chueco fue designado para encabezar el equipo Achille Varzi y encaró el desafío de conquistar las pistas del Viejo Continente. La escuadra nacional se radicó en Galliate –cerca de Milán, y ciudad natal del piloto italiano fallecido el año anterior en Suiza, cuyo nombre llevaba la escudería argentina– y participó en la Fórmula Europea y Sport, la antesala de la Fórmula 1.

La actuación de Fangio fue superlativa, ya que ganó seis de las diez carreras que disputó: en San Remo (el 3 de abril); Pau (el 18 del mismo mes); Perpignan y Marsella (el 8 y 22 de mayo, respectivamente); Monza (el 26 de junio), y Albi (10 de julio). Por eso, el mundo fijó sus ojos sobre este piloto chueco, tímido, que ceceaba y era pausado al hablar, propio de su humilde origen rural, pero que era extremadamente veloz y efectivo al volante.

Camino a la gloria mundial

En 1950 se disputó el primer campeonato de la historia de la Fórmula 1. Fue ahí que Alfa Romeo lo convocó para que integrara el equipo y le ofreció un cheque en blanco por sus servicios. Fangio aceptó la oferta, pero lo hizo con la condición de que la cifra la pusiera su empleador: “Ya me daba por bien pago que me permitieran manejar el mejor auto de la época”, señalaría sobre su incorporación a la escuadra italiana.

El sábado 13 de mayo, en Silverstone, Inglaterra –un ex aeródromo militar de la Segunda Guerra–, se disputó la primera prueba de la máxima categoría del automovilismo mundial, que ganó el italiano Giuseppe Nino Farina (el coequiper del Chueco con el Alfa Romeo 158, la famosa Alfetta) y donde Fangio abandonó faltando ocho vueltas por una pérdida de aceite de su motor.

Pero, el domingo 21 de mayo siguiente, llegó su primer triunfo de los 24 que lograría: nada menos que en el callejero de Montecarlo –con pole incluida– y, tras 100 giros, fue escoltado por el italiano Alberto Ascari (Ferrari), a una vuelta, y el polaco Louis Chiron (Maserati), a dos. Ese año, también ganaría en Bélgica (el domingo 18 de junio, en Spa-Francorchamps) y Francia (el domingo 2 de julio, en Reims) y sería el subcampeón de Farina: 30 puntos contra 27. De yapa, el italiano Luigi Fagioli, fue el tercero en el certamen, con 24. Por eso, al equipo Alfa Romeo se lo conoció por las tres FA, ya que coincidían las dos primeras letras de los apellidos de sus pilotos.

En 1951, con el Alfa Romeo 159 de 430 HP (que había debutado en la última fecha del año anterior, en el GP de Italia, en Monza), el Chueco logró su primer título del mundo. Lo obtuvo en la 8ª y última fecha, el domingo 28 de octubre, al ganar en el circuito callejero de Pedralbes, Barcelona, que albergó al GP de España: sumó 31 puntos contra los 25 del italiano Alberto Ascari, con Ferrari, que arribó 4º. El consuelo de Ascari fue que el Chueco le pagó la cena que habían apostado: el campeón de ese año debía correr con los gastos y, el balcarceño, lo cumplió en Milán. “Nunca pagué una apuesta con tanto gusto”, contó años después.

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En 1951, con el Alfa Romeo 159 de 430 HP, el Chueco logró su primer título del mundo. Lo obtuvo en la 8ª y última fecha, el domingo 28 de octubre, al ganar en el circuito callejero de Pedralbes, Barcelona, que albergó al GP de España: sumó 31 puntos contra los 25 del italiano Alberto Ascari, con Ferrari.

En 1951, con el Alfa Romeo 159 de 430 HP, el Chueco logró su primer título del mundo. Lo obtuvo en la 8ª y última fecha, el domingo 28 de octubre, al ganar en el circuito callejero de Pedralbes, Barcelona, que albergó al GP de España: sumó 31 puntos contra los 25 del italiano Alberto Ascari, con Ferrari.

El domingo 8 de junio de 1952, en una prueba sin puntaje y, en Monza, el Chueco sufrió otro duro accidente: arribó al circuito solo media hora antes de la largada proveniente de Dundrod, Irlanda del Norte, donde el día anterior había tomado parte del Ulster Trophy con un BRM T15. Agotado tras manejar toda la noche, los reflejos lo traicionaron en la segunda vuelta, cuando su Maserati rozó un fardo de pasto, se descontroló en la curva de Lesmo y lo despidió del cockpit. Así, Fangio estuvo inmovilizado 12 semanas con sus cervicales a la miseria. “Me prometí no volver a correr estando cansado. Es muy fácil pasar de la vida a la muerte sin darse cuenta siquiera", reflexionó el balcarceño tras la dura lección aprendida.

Al año siguiente, el Chueco lograría su segundo subcampeonato del mundo (con Maserati), por detrás del italiano Alberto Ascari (Ferrari): 34,5 contra 28 fue la diferencia en puntos entre ambos.

Los cuatro títulos consecutivos

Las cuatro siguientes temporadas, la Fórmula 1 se rindió ante el incomparable talento de Juan Manuel: fue campeón en todas. En 1954 y 1955, lo hizo con los formidables Mercedes Benz W196 (también lo hizo con el modelo W196R, o Type Monza, con el carenado de sus neumáticos), que pasaron a la historia como las Silberpfeile –Flechas de Plata, en alemán–, y se ganó para siempre el corazón de la prestigiosa marca germana que, al igual que este país, resurgían en la consideración mundial tras los años de devastación y horror de la Segunda Guerra.

“Desde la primera prueba de 1954 con el Mercedes Benz, tuve el sentimiento de estar sobre un auto perfecto, de esos del tipo que los pilotos soñamos correr algún día...", dijo el Chueco sobre la máquina con la que dominaría a la categoría durante dos años.

Ese 1954 logró seis triunfos (se impuso en la Argentina, Bélgica, Francia, Alemania, Suiza e Italia), sumó 42 puntos, y fue escoltado por su compatriota José Froilán González (Ferrari), con 25, en un hecho aún no igualado: ¡el campeón y el subcampeón de la Fórmula 1 fueron argentinos! Además, ese año se convirtió en el primer deportista nacional en recibir el Olimpia de Oro que, a partir de entonces, entrega anualmente el Círculo de Periodistas Deportivos (CPD).

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En 1954 se coronó con el Mercedes W196, la Flecha de Plata. Logró seis triunfos (se impuso en la Argentina, Bélgica, Francia, Alemania, Suiza e Italia), sumó 42 puntos, y fue escoltado por su compatriota José Froilán González (Ferrari), con 25, en un hecho aún no igualado: ¡el campeón y el subcampeón de la Fórmula 1 fueron argentinos!

En 1954 se coronó con el Mercedes W196, la Flecha de Plata. Logró seis triunfos (se impuso en la Argentina, Bélgica, Francia, Alemania, Suiza e Italia), sumó 42 puntos, y fue escoltado por su compatriota José Froilán González (Ferrari), con 25, en un hecho aún no igualado: ¡el campeón y el subcampeón de la Fórmula 1 fueron argentinos!

El 12 de julio de 2013, la casa Bonhams subastó este W196 y, un comprador de Inglaterra, pagó 19,6 millones de libras (unos 22,7 millones de euros) por el mismo. A la fecha, es el auto más caro de la historia que se vendió en una subasta.

De las 11 pruebas previstas para el calendario de 1955 (Argentina, Mónaco, Indianápolis, Bélgica, Holanda, Inglaterra, Italia, España, Francia, Alemania y Suiza), solo se disputarían siete ya que, debido a la tragedia ocurrida el sábado 11 de junio de ese año en las 24 Horas de Le Mans (donde murió el francés Pierre Levegh, cuyo auto embistió al del británico Lance Macklin, voló y cayó sobre las tribunas, matando a más de 80 espectadores, accidente que Fangio evitó milagrosamente al pasar a más de 260 km/h entre los autos de Levegh, Macklin y el también británico Mike Hawthorn), las cuatro últimas no se corrieron. Así, esta temporada fue una de las más cortas en la historia de la Fórmula 1, y en la que el Chueco venció en cuatro: Argentina –el domingo 16 de enero, bajo un calor abrasador, donde distintos asistentes le arrojaban agua cada vez que transitaba por la Horquilla del autódromo de Buenos Aires–, Bélgica, Holanda, e Italia.

Sumó 40 unidades y, su escolta en el certamen de 1955, que acumuló 23, fue su coequiper, el británico Stirling Moss, quien también sería su subcampeón en las dos temporadas siguientes. Moss, quien falleció el pasado domingo 12 de abril, a los 90 años, fue un verdadero rey sin corona, ya que fue subcampeón de la Fórmula 1 cuatro años seguidos (de 1955 a 1958), y culminó tercero en tres temporadas (1959, 1960 y 1961). Sir Stirling fue el piloto con mayor cantidad de triunfos (16) sin haber logrado jamás alzarse con el título.

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En 1955, el Chueco se llevó otro título con Mercedes (en la foto, con el W196R o Type Monza, con sus neumáticos carenados). Venció en cuatro carreras (Argentina Bélgica, Holanda, e Italia). Sumó 40 unidades y, su escolta, que acumuló 23, fue su coequiper, el británico Stirling Moss, quien también sería su subcampeón en las dos temporadas siguientes.

En 1955, el Chueco se llevó otro título con Mercedes (en la foto, con el W196R o Type Monza, con sus neumáticos carenados). Venció en cuatro carreras (Argentina Bélgica, Holanda, e Italia). Sumó 40 unidades y, su escolta, que acumuló 23, fue su coequiper, el británico Stirling Moss, quien también sería su subcampeón en las dos temporadas siguientes.

Tras el retiro de Mercedes Benz de la Fórmula 1 a fines de 1955, para el año siguiente el Chueco se sumó a Ferrari y, con la D50, lograría un nuevo título mundial. El Chueco cantó victoria en la Argentina, Gran Bretaña y Alemania y, con 30 puntos, se llevó su tercera corona en fila –la cuarta de su trayectoria– y relegó a Moss (Maserati) por solo tres unidades.

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Tras el retiro de Mercedes Benz de la Fórmula 1 a fines de 1955, para el año siguiente el Chueco se sumó a Ferrari y, con la D50, lograría un nuevo título mundial. El Chueco cantó victoria en la Argentina, Gran Bretaña y Alemania y, con 30 puntos, se llevó su tercera corona en fila –la cuarta de su trayectoria– y relegó a Moss (Maserati) por solo tres unidades.

Tras el retiro de Mercedes Benz de la Fórmula 1 a fines de 1955, para el año siguiente el Chueco se sumó a Ferrari y, con la D50, lograría un nuevo título mundial. El Chueco cantó victoria en la Argentina, Gran Bretaña y Alemania y, con 30 puntos, se llevó su tercera corona en fila –la cuarta de su trayectoria– y relegó a Moss (Maserati) por solo tres unidades.

A su quinta y última corona la obtuvo el 4 de agosto de 1957 en el harto peligroso circuito alemán de Nürburgring, de casi 22 kilómetros de extensión y con 172 curvas. La lección de manejo que el Chueco dio ese domingo con su Maserati 250 F (equipo al que el balcarceño se incorporó tras alejarse de la Scuderia de Maranello) es una de las más grandiosas de la historia.

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En 1957 y, con una Maserati 250F, obtuvo su quinta y última corona. Fangio acumuló 40 puntos, contra los 25 de Moss (quien ese año integró el equipo Vanwall) y, a la fecha, es el único piloto que se coronó con cuatro escuderías diferentes, y es el campeón más longevo de la historia, al llevarse su último título con 46 años y 54 días.

En 1957 y, con una Maserati 250F, obtuvo su quinta y última corona. Fangio acumuló 40 puntos, contra los 25 de Moss (quien ese año integró el equipo Vanwall) y, a la fecha, es el único piloto que se coronó con cuatro escuderías diferentes, y es el campeón más longevo de la historia, al llevarse su último título con 46 años y 54 días.

Tras largar desde la pole, Fangio se escapó en la punta y, al cabo de 12 giros, aventajaba por más de 30” a las Ferrari 801 de Mike Hawthorn y Peter Collins. Pero, su detención en los boxes para cargar combustible y cambiar sus neumáticos, fue un desastre: sus mecánicos se demoraron muchísimo y, a diez vueltas para el final, el Chueco volvió a la pista 46” detrás de los británicos.

Ahí se vio la genialidad al volante de Juan Manuel: bajó ¡nueve veces seguidas! el récord de vuelta, recuperó el tiempo perdido, superó a las dos Ferrari en el penúltimo giro y ganó la prueba –por 3”6/10 sobre Hawthorn y 35”6/10 sobre Collins–, la 24ª y última de su incomparable campaña. El público alemán, maravillado por la hazaña de la que habían sido testigos tras 22 vueltas y más de 500 kilómetros de carrera en el legendario Nordschleife, invadió la pista y lo llevó en andas.

"Nunca he conducido tan rápido en toda mi vida y creo que nunca voy a ser capaz de hacerlo otra vez”, dijo Fangio sobre su obra maestra en la que, para recuperar tiempo, “a algunas curvas de 2ª las tomaba en 3ª, u otras de 3ª en 4ª”. Como si fuera tan fácil y natural en un trazado donde solo un elegido como él pudo memorizar más de 170 curvas y manejar como nadie más lo hizo…

Tamaño talento fue reconocido por el Gremio de Cronistas de Automovilismo Británico, quienes lo distinguieron como Conductor del Año y, además, el presidente Theodor Heuss lo designó Huésped de Honor de Alemania.

Fangio acumuló 40 puntos, contra los 25 de Moss (quien ese año integró el equipo Vanwall), y sumó su quinta corona –la cuarta consecutiva– con cuatro marcas distintas. A la fecha, es el único piloto que se coronó con cuatro escuderías diferentes, y es el campeón más longevo de la historia, al llevarse su último título con 46 años y 54 días.

Al año siguiente –donde Hawthorn se coronaría con una Ferrari 246 y, Vanwall, se consagraría como el primer campeón de Constructores de la historia–, Fangio se retiraría de la Fórmula 1, y lo hizo con un cuarto puesto en el GP de Francia, en Reims (el circuito donde, una década atrás, había participado por primera vez en una competencia en Europa), el domingo 6 de julio de 1958, con 47 años y 25 días.

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Fangio cultivó una profunda amistad con Stirling Moss. El británico fue su subcampeón en 1955, 1956 y 1957 (también lo fue en 1958), y culminó tercero en tres temporadas (1959, 1960 y 1961). Por haber sido el piloto con mayor cantidad de triunfos (16) sin haber logrado jamás alzarse con el título, a Sir Stirling se lo conoció como el rey sin corona.

Fangio cultivó una profunda amistad con Stirling Moss. El británico fue su subcampeón en 1955, 1956 y 1957 (también lo fue en 1958), y culminó tercero en tres temporadas (1959, 1960 y 1961). Por haber sido el piloto con mayor cantidad de triunfos (16) sin haber logrado jamás alzarse con el título, a Sir Stirling se lo conoció como el rey sin corona.

Correr ya no me da satisfacción. Por el contrario, se convirtió en una obligación a la que no le veo sentido, porque ya logré más de lo que me propuse cuando comencé mi campaña en Europa”, señaló al anunciar su adiós de la categoría. “Durante mi trayectoria vi morir a muchos colegas. El destino había sido benévolo conmigo y no tenía sentido seguir tentándolo”, enfatizó el Chueco.

Ese mismo año, había estado secuestrado en La Habana por miembros del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, encabezado por Fidel Castro. El Chueco había viajado a Cuba para participar en el GP de ese país pero, el domingo 23 de febrero, por la noche, fue secuestrado en el Hotel Lincoln de la capital cubana y entregado 26 horas después en la residencia de Mario Zaballe, agregado militar de la embajada argentina en dicho país.

Números de oro

En la campaña de Juan Manuel Fangio en la Fórmula 1, sus números son formidables.

1) El Chueco posee el mejor porcentaje de efectividad de acuerdo al número de competencias disputadas y victorias (51 corridas y 24 triunfos) con el 47,06 %, superando al italiano Alberto Ascari (con 32-13 y 40,63 %) y al escocés Jim Clark (72-25 y 32,72 %).

2) Además, registra el mejor porcentaje de efectividad en pole positions de acuerdo a sus participaciones (51-28 y 54,99 %). Lo siguen Jim Clark (72-33 y 45,83 %) y Alberto Ascari (32-14 y 43,75 %).

3) También es el más efectivo en el promedio de participaciones y récords de vuelta en carrera (51-23 y 45,09 %), seguido por Jim Clark (72-28 y 38,88 %) y Alberto Ascari (32-11 y 34,37 %).

4) Fangio es el piloto que largó más veces en la primera fila en toda la historia: ¡48 en 51 GP! En las tres restantes partió en dos en la segunda fila (Reims, el 5 de julio de 1957 y Aintree, el 20 de julio del mismo año), y una en la tercera (Reims, 6 de julio de 1958).

5) En los Mundiales de 1950, 1951, 1954, 1955 y 1956 largó en la primera fila en todas las pruebas. En 1953 –salvo en dos oportunidades en que largó en la 2ª fila y una en la 3ª–, y 1957 y 1958, también partió en la primera línea.

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Su vida tras el retiro

Lejos de apagarse, su estrella brilló cada vez más en todo el mundo. Participó en carreras de exhibición, homenajes a figuras del automovilismo, fue el invitado especial a incontables Grandes Premios en todos los continentes y, además, fue recibido por numerosos líderes mundiales y distintos jefes de Estado. Asimismo, la lista de distinciones y reconocimientos a los que se hizo acreedor, es interminable.

Entre el 20 y el 23 de agosto de 1969, la Misión Argentina, dirigida por Fangio, compitió en las 84 Horas de Nürburgring con tres Torinos 380W fabricados en el país. Solo las penalizaciones impidieron que el equipo nacional ganara la competencia, porque uno de los Toros fue el auto que más vueltas completó en Le Marathon de la Route: fueron 334, reducidas a 315 por las penalizaciones pero, el cuarto puesto final, fue un éxito para el automovilismo argentino y la industria nacional.

En abril de 1974, el Chueco fue nombrado presidente de Mercedes Benz Argentina y, desde 1987, le concedieron un honor único en la historia: fue presidente honorario y vitalicio de la marca hasta su muerte.

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En abril de 1974, el Chueco fue nombrado presidente de Mercedes Benz Argentina y, desde 1987, le concedieron un honor único en la historia: fue presidente honorario y vitalicio de la prestigiosa marca alemana hasta su muerte, en 1995.

En abril de 1974, el Chueco fue nombrado presidente de Mercedes Benz Argentina y, desde 1987, le concedieron un honor único en la historia: fue presidente honorario y vitalicio de la prestigiosa marca alemana hasta su muerte, en 1995.

El sábado 22 de noviembre de 1986, se inauguró el Centro Tecnológico-Cultural y Museo del Automovilismo Juan Manuel Fangio, ubicado a pocas cuadras de la casa natal del Chueco, que exhibe múltiples trofeos y pertenencias del mismo, junto con distintos automóviles de competición, nacionales y extranjeros, de distintas categorías.

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El hondo respeto y admiración que Ayrton Senna sentía por Fangio alcanzó su máxima expresión en el GP de Brasil de 1993, en el circuito de Interlagos. El Quíntuple era quien debía entregarle el trofeo por su victoria pero, al verlo, Senna –bajándose del primer escalón del podio para pararse al lado del Chueco–, le dijo: “Ninguno de nosotros puede estar por encima suyo, Maestro”, y se fundieron en un interminable abrazo.

El hondo respeto y admiración que Ayrton Senna sentía por Fangio alcanzó su máxima expresión en el GP de Brasil de 1993, en el circuito de Interlagos. El Quíntuple era quien debía entregarle el trofeo por su victoria pero, al verlo, Senna –bajándose del primer escalón del podio para pararse al lado del Chueco–, le dijo: “Ninguno de nosotros puede estar por encima suyo, Maestro”, y se fundieron en un interminable abrazo.

Su muerte

Con el correr de los años, su salud se fue deteriorando considerablemente. En 1982, el doctor René Favaloro le realizó cinco bypasses y, a fines de esa década, se le diagnosticó una insuficiencia renal, que se convertiría en crónica. El domingo 24 de junio de 1995, compartió con su familia y sus amigos la que fue su última reunión por su cumpleaños y, el sábado 15 de julio siguiente, un estado gripal que derivó en una seria neumonía obligó a internarlo en la Clínica Mater Dei de la Capital Federal, donde ocupó la habitación 207.

Juan Manuel Fangio falleció el lunes 17 de julio de 1995, a las 4.10. Tenía 84 años, un mes y seis días. Sus restos fueron custodiados por una guardia de honor y velados en el Salón Blanco de la Casa Rosada y en el Automóvil Club Argentino y, al día siguiente, en su Museo de Balcarce. Como lo expresara en vida, sus restos descansan en el panteón familiar del cementerio de su ciudad natal, junto con sus padres y hermanos fallecidos.

Sus seis monumentos

En memoria de las formidables conquistas deportivas del inolvidable Chueco a lo largo de su brillante trayectoria, se erigieron seis monumentos. Todos son idénticos y, además, obra del escultor catalán Joaquim Ros i Sabaté. Las estatuas, de tamaño natural –donde el Quíntuple se encuentra de pie al lado del legendario Mercedes Benz W196, con los que ganó los títulos de 1954 y 1955 y que pasó a la historia como la Flecha de Plata–, son de bronce macizo y pesan tres toneladas cada una.

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En honor a la formidable trayectoria del Chueco, se erigieron seis monumentos. Todos son idénticos, obra del escultor catalán Joaquim Ros i Sabaté, y se encuentran en los circuitos de Nürburgring, Alemania; Montmeló, España; Montecarlo, Mónaco; Monza, Italia; en la ciudad de Stuttgart, Alemania, frente a la sede de Mercedes Benz y, el restante, inaugurado en 2005, en Puerto Madero (foto), frente a la sede de Daimler Chrysler, dueña de Mercedes Benz.

En honor a la formidable trayectoria del Chueco, se erigieron seis monumentos. Todos son idénticos, obra del escultor catalán Joaquim Ros i Sabaté, y se encuentran en los circuitos de Nürburgring, Alemania; Montmeló, España; Montecarlo, Mónaco; Monza, Italia; en la ciudad de Stuttgart, Alemania, frente a la sede de Mercedes Benz y, el restante, inaugurado en 2005, en Puerto Madero (foto), frente a la sede de Daimler Chrysler, dueña de Mercedes Benz.

Las mismas se encuentran en los circuitos de Nürburgring, Alemania; Montmeló, España; Montecarlo, Mónaco; Monza, Italia, y en la ciudad de Stuttgart, Alemania, frente a la sede de Mercedes Benz. Uno de los seis fue inaugurado en la Argentina, a poco más de 10 años de la muerte y a 47 del retiro de Fangio: fue el martes 15 de noviembre de 2005, frente a la sede de Daimlerchrysler, dueña de Mercedes Benz, en Puerto Madero, Buenos Aires, y contó con la presencia del británico Sir Stirling Moss, subcampeón del Chueco en las temporadas de 1955, 1956 y 1957. "Fue el más importante de todos los tiempos. Era un artista del volante”, destacó Moss.

Un gran campeón no es el resultado de simples casualidades, ni de la habilidad a la hora de apretar el acelerador. Se necesitan otras condiciones: coraje, espíritu de observación, tenacidad, intuición, y rapidez de concepción. Fangio las tenía todas”, fue el perfecto resumen de la trayectoria deportiva del Chueco que formuló Ernesto Sábato –quien nació el mismo día y año que el cinco veces monarca de la Fórmula 1–, uno de los máximos escritores argentinos, y ganador del Premio Cervantes en 1984.

“Siempre hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creerse el mejor”, fue la frase que llevó a Fangio a convertirse en leyenda e inmortalizar sus conquistas. Y que, aunque manejaba con la muñeca de Dios, poseía una infinita humildad: “¿Que cuál fue mi día más glorioso? Cuando me acerqué a mi madre, la abracé, y le susurré al oído que no iba a correr nunca más”.

¡Gracias por todo, Maestro, y felices 110 en el cielo!