Se espera que en enero de 2026 debute la nueva medición de inflación del Indec que se basará en el relevamiento realizado en 2017-2018 y una estructura de gastos de los hogares más actualizado.
Se espera que en los próximos días, el Indec dé precisiones sobre el cambio metodológico en la medición de la inflación y las implicancias sobre el índice de precios.
En enero de 2026 debería debutar la nueva medición de inflación del Indec. Mientras hasta ahora, el Instituto utiliza la que toma como referencia los patrones de consumo establecidos en el periodo base 2004-2005, la nueva medición se basará en el relevamiento realizado en 2017-2018, es decir, una estructura de gastos de los hogares más actualizado pero que ya tiene un desfase de 7 años, habiéndose despreciado el trabajo y el dinero que costó realizar ese relevamiento (ENGHO 2017/2018).
Los organismos de estadísticas internacionales recomiendan actualizar los índices de precios y las canastas de consumo entre 5 y 10 años. En el caso argentino, todavía no se ejecutó la última actualización cuando ya se debería estar trabajando en un nuevo relevamiento, más aún por los fuertes aumentos de las tarifas de los servicios públicos y privados en los últimos 3 años.
Se espera que en los próximos días, el Indec dé precisiones sobre el cambio metodológico y las implicancias sobre el índice de precios.
En marzo de 2021, en el Indec decían que el nuevo IPC recién podría debutar a fines de 2022. Sin embargo, nunca fue autorizada por Economia a implementar el cambio de medición por las fuertes diferencias, mayores, que hubiera arrojado el índice de precios.
Así, “mientras que la canasta 2004-2005 pondera más los rubros de “Salud”, “Prendas de vestir y calzado”, “Bebidas alcohólicas y tabaco” y “Alimentos y bebidas no alcohólicas”, la canasta más moderna muestra una mayor ponderación en otros rubros.
En la nueva canasta, “Comunicación”, “Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles” y “Transporte” pesan mucho más, llegando a niveles de ponderación mayores, que giran en torno al 85%, 38% y 24%, respectivamente, respecto de la canasta vigente”, señala El Auditor.
En consecuencia, la nueva medición tiende a mostrar una inflación ligeramente menor en meses de aumento de precios en alimentos, pero es más sensible para expresar los aumentos en servicios, alquileres, comunicación y transporte.
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“Mientras la actual canasta arroja una inflación acumulada de 7.348% en los últimos ocho años, para la nueva canasta es de 8.120%. La diferencia de 772 puntos porcentuales se explica principalmente por la importante suba de precios en servicios, transporte y comunicación que tuvo lugar desde diciembre de 2023”, agrega El Auditor.
El período que va desde 2018 muestra un fenómeno inflacionario excepcional que se intensificó notablemente a partir de 2023 porque los precios de los servicios fueron subiendo muy por encima de los bienes.
La diferencia entre los dos tipos de cálculo inflacionario en los últimos ocho años se comprueba en los puntos porcentuales que el IPC vigente no refleja y el otro sí.
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En consecuencia, la falta de actualización del IPC lleva a que la medición de inflación no refleje la incidencia real que tiene en los gastos de las personas y de las familias. Y lleva a conclusiones muy diferentes en relación a un sinnúmero de variables económicas y sociales, como la evolución del poder de compra de las personas y de las familias.
Estas fuertes diferencias entre lo que habría pasado entre uno y otro índice pueden explicar, en parte, por qué las familias “sienten” que el poder de compra sigue deprimido y las ventas vinculadas al consumo privado retrocedieron durante el año pasado.
A eso se agrega, el valor de la canasta básica total que se toma como base para calcular la pobreza y tantos otros indicadores sociales.
