“La Argentina tiene dentro de su territorio US$ 170.000 dólares billetes, por lo que el primer desafío es lograr que ese ahorro vaya a inversión y al financiamiento”, dijo el jueves pasado el presidente del Banco Central, Miguel Pesce. Si a los billetes en los “colchones” y cajas de seguridad, se suman los depósitos en los bancos locales y en el exterior, los argentinos acumulan el récord de 222.807 millones de dólares, declarados o no ante la AFIP, de acuerdo a los datos del Indec del primer trimestre de este año.
Son 72.254 millones más que los que había a fines de 2015. Son 150.043 millones más que en 2006. Y US$ 163.185 millones más que en diciembre de 2001. Estos valores no incluyen los dólares invertidos en acciones y bonos en moneda extranjera que también están administrados por bancos o fondos del exterior. Y tampoco las propiedades que los argentinos tienen el exterior.
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El “desafío” que alude el titular del BCRA lo repiten todos los funcionarios que ocuparon el Ministerio de Economía y el Banco Central, con los resultados que están a la vista.
Según el Banco Central, tras la fuerte dolarización que se produjo durante el derrumbe de la convertibilidad, en especial en 2001 y 2002, la fuga al dólar no tuvo respiro. En 2002, fueron US$ 7.394 millones. Entre 2003 y 2007, con Néstor Kirchner en la Casa Rosada, sumaron US$17.250 millones. Entre 2008 y 2015, en las dos presidencias de Cristina Kirchner, la fuga fue de US$ 84.910 millones. Entre 2016 y 2019, durante la gestión de Mauricio Macri, totalizaron US$ 86.199 millones. En total, US$ 195.753 millones.
Esos depósitos y billetes bajo el colchón se alimentaron de la dolarización y “fuga de capitales” que, a su vez, se financiaron con los excedentes del comercio exterior y con más deuda. Por esa razón hay una correlación muy estrecha entre dolarización, fuga, valor del dólar, activos en el exterior y crecimiento de la deuda pública.
Así, la deuda pública (interna y externa) pegó un fuerte salto: a fines de 2001 el endeudamiento público era de US$ 141.300 millones. Tras el canje de 2005 bajó a US$ 125.400 millones y a fin de 2015 estaba en US$ 240.665 millones, casi el doble.
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Durante los gobiernos de Cristina Kirchner, este drenaje de ahorro nacional se financió con los dólares que ingresaron por los excedentes del comercio exterior y con más deuda, en especial con el Banco Central y organismos públicos (como Anses) mientras se declamaba el “desendeudamiento”.
Durante el gobierno de Mauricio Macri (2016/2019) la dolarización y fuga de capitales alcanzó la friolera de los US$ 86.199 millones que se financió con más deuda externa, incluida la contraída con el FMI y otros organismos financieros internacionales.
En esos cuatro años la deuda pública aumentó en US$ 82.400 millones: pasó de U$S 240.665 millones a US$ 323.065 millones, colocando a la Argentina virtualmente en cesación de pagos, no sin antes imponer un cepo cambiario. Luego de las elecciones presidenciales de octubre el cepo se reforzó habilitando la compra de tan solo 200 dólares por mes por persona. Ese mes compraron 2.556.000 personas.
A comienzos de año aminoró pero en abril fueron 1.200.000, en mayo volvieron a repetir la compra 2.400.000 individuos y en junio 3.300.000 por un total de US$ 778 millones, entre “ahorro” y por viajes al exterior. Se estima que en julio rondó las 4 millones de personas.
En tanto, el valor del dólar oficial y los dólares alternativos siguieron hacia arriba. En 2001 un peso valía un dólar, en diciembre de 2010, el dólar oficial cotizaba a $ 4. A fines de 2015 a $ 13,40 y en 2019 cerró a $ 62,99. Ahora ronda $ 78, más el recargo del 30%, mientras el dólar blue ronda los $ 138.
El titular del Banco Central plantea un desafío para su gestión más que ambicioso y hasta irrealista porque aspira al retorno los dólares cuando los argentinos solo aspiran a ahorrar en dólares, sigue la fuga de los grandes inversiones por los mercados paralelos, la economía sigue en recesión agravada por la pandemia, hay un cepo cambiario más estricto, el endeudamiento continúa, el peso continua devaluándose, aún con congelamiento de tarifas y otros precios regulados la inflación es alta, y los dólares fuga cotizan con una brecha del 80% respecto del tipo de cambio oficial, entre otros desequilibrios económicos y monetarios.
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