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Mario D'Agata, el único boxeador sordo que se consagró campeón mundial

Pese a su discapacidad, por la que nunca podía oír la campana de inicio o final de cada round, el pugilista italiano que hoy cumpliría 97 años superó todas las adversidades y el 29 de junio de 1956 derrotó al argelino-francés Robert Cohen, en Roma, para consagrarse monarca ecuménico gallo.

Jamás escuchó la voz de sus padres. Jamás escuchó la voz de sus hermanos. Jamás escuchó la voz de sus maestras. Jamás escuchó la voz de sus entrenadores. Jamás escuchó la voz de su hija. Jamás escuchó los aplausos que le brindaba el público ante cada victoria ni, tampoco, la estruendosa ovación que recibió cuando se consagró campeón mundial.

Pero, aunque jamás escuchó voz o sonido alguno, Mario D’Agata –quien hoy cumpliría 97 años– enfrentó con absoluta grandeza los duros retos de la vida y alcanzó múltiples logros, aun cuando su discapacidad le cerraba una puerta tras otra. Con su ejemplo de determinación y sacrificio el italiano es, a la fecha, el único boxeador sordo que conquistó una corona ecuménica.

Una infancia difícil

Mario D’Agata nació en la ciudad de Arezzo, capital de la provincia del mismo nombre ubicada en la Toscana, Italia, el sábado 29 de mayo de 1926. Sus padres, Luigi D'Agata y Rosa Laurenzi –quienes eran unos muy humildes emigrantes sicilianos–, tuvieron siete hijos, tres de ellos sordos de nacimiento y, uno de ellos, fue Mario.

Su infancia fue dura y difícil debido a su sordera prelingual –es decir, anterior al desarrollo del habla– y, además, al continuo bullying por su discapacidad que sufrió por parte de sus compañeros de escuela. Como este maltrato no solo era verbal sino, también, físico, Mariolino –uno de sus apodos de pequeño– logró hacerse respetar del único modo que consideró posible: dirimió sus diferencias a los golpes en innumerables peleas callejeras.

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Corría 1946 y, con 20 años, D’Agata comenzó su campaña amateur, en la que disputaría casi 110 combates, de los cuales se impuso en 90. Luego solicitaría su licencia profesional a la Federazione Pugilistica Italiana (FPI). Pero no fue un pedido habitual: quien lo realizó era sordo y, nunca antes, una persona con esta discapacidad había hecho tal requerimiento.

Corría 1946 y, con 20 años, D’Agata comenzó su campaña amateur, en la que disputaría casi 110 combates, de los cuales se impuso en 90. Luego solicitaría su licencia profesional a la Federazione Pugilistica Italiana (FPI). Pero no fue un pedido habitual: quien lo realizó era sordo y, nunca antes, una persona con esta discapacidad había hecho tal requerimiento.

Sus padres lo enviaron a un instituto especializado en Siena junto con uno de sus hermanos, Carmelo (también sordo) y, luego, continuaron sus estudios y tratamientos en Roma. Ya adolescente, Mario se especializó en el tallado de maderas, en distintos tipos de dibujos, y hasta en pinturas en cerámica.

Pero su futuro no estaba en las artes plásticas porque, en la Ciudad Eterna, su vida cambiaría para siempre. Una tarde vio un cartel sobre una puerta que llamó su atención y, curioso como era, decidió averiguar qué había en esa vieja casona. Era un gimnasio de boxeo y, D’Agata, quedó maravillado por lo que vio. A partir de ese momento, supo qué era lo que quería hacer, pero debió esperar a que finalizara la II Guerra Mundial para iniciarse en la práctica de esta disciplina, con la cual –aunque no lo sabía en ese momento– ingresaría en la Historia.

El pedido de su licencia profesional

Corría 1946 y, con 20 años, D’Agata comenzó su campaña amateur, en la que disputaría casi 110 combates, de los cuales se impuso en 90. Entonces consideró dar el salto hacia el profesionalismo y, para ello, solicitó la respectiva licencia a la Federazione Pugilistica Italiana(FPI). Pero no fue un pedido habitual: quien lo realizó era sordo y, nunca antes, una persona con esta discapacidad había hecho tal requerimiento.

Fue considerado “sordomudo” por la FPI lo que, vale aclarar, es incorrecto. Una persona sordomuda es la que, además de presentar una pérdida auditiva, también tiene un problema en las cuerdas vocales que le impiden hablar (y que no era el caso de D’Agata). Por otra parte, una persona sorda es aquella que no puede oír, pero puede aprender a usar su voz porque sus cuerdas vocales están en perfecto estado y, con distintas técnicas y tratamientos, logran hablar (casi) igual que cualquier oyente, con la diferencia de que requieren más tiempo para alcanzar una entonación aceptable.

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Como D'Agata era incapaz de oír el sonido de la campana al principio y al final de cada round, inicialmente su solicitud de la licencia profesional fue rechazada. Pero su firme insistencia, más una masiva petición firmada por miles de ciudadanos y, con el decisivo impulso y apoyo del por entonces diputado Amintore Fanfani, obtuvo la misma, y fue la primera para un púgil sordo en la historia de Italia.

Como D'Agata era incapaz de oír el sonido de la campana al principio y al final de cada round, inicialmente su solicitud de la licencia profesional fue rechazada. Pero su firme insistencia, más una masiva petición firmada por miles de ciudadanos y, con el decisivo impulso y apoyo del por entonces diputado Amintore Fanfani, obtuvo la misma, y fue la primera para un púgil sordo en la historia de Italia.

Pero no era el único obstáculo en su camino al campo rentado: la FPI constató que D'Agata era incapaz de oír el sonido de la campana al principio y al final de cada round, razón por la cual la entidad, al menos en primera instancia, rechazó su solicitud aunque, ya en esa época, en varios países –y, especialmente, en los Estados Unidos– un boxeador sordo (o sordomudo) era considerado “normal” como cualquier otro.

Pero la firme insistencia de Mario, más una masiva petición firmada por miles de ciudadanos –tanto de Arezzo como de Roma, más otras ciudades donde el caso fue conocido– y, con el decisivo impulso y apoyo del por entonces diputado Amintore Fanfani antes de convertirse, en 1954, en presidente del Consejo de Ministros –cargo que ocuparía durante seis períodos, hasta 1987– y, poco después, en Secretario Nacional de la Democracia Cristiana, hicieron que la FPI reviera su decisión. Finalmente, D’Agata obtuvo su licencia profesional, la primera para un púgil sordo en la historia de Italia.

Su debut rentado, y su primer título

Con el entrenador Libero Cecchi en su esquina –y con el estadounidense Steve Klaus como manager quien, además, también llevó la carrera de otro fenomenal italiano, Duilio Loi, que sería rey welter junior entre 1960 y 1963–, su primer combate profesional tuvo lugar el sábado 14 de octubre de 1950, en Siena, y le GPP 6 a Giuseppe Salardi, quien era profesional desde 1946. Tenía 24 años, y combatiría durante los 12 siguientes. Hilvanó una serie de diez triunfos, tres antes del límite, antes de resignar su invicto ante el milanés Kid Arcelli (cuyo nombre real era Romolo Re), el jueves 2 de agosto de 1951, por puntos, tras diez asaltos, en Florencia. Y no solo ello: el viernes 28 de diciembre siguiente, Arcelli volvió a derrotarlo, por puntos y en diez vueltas, esta vez en Siena.

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El estilo boxístico de D’Agata era bastante tosco, pero suplía sus carencias con un enorme corazón y un ataque constante. Medía apenas 1,57 metro, era diestro y, al que le colocaban luces en las esquinas del ring para que supiera cuándo empezaba y terminaba un asalto, militó en el peso gallo, cuyo límite es de 118 libras o 53,525 kilos, división en la que conquistaría tres coronas.

El estilo boxístico de D’Agata era bastante tosco, pero suplía sus carencias con un enorme corazón y un ataque constante. Medía apenas 1,57 metro, era diestro y, al que le colocaban luces en las esquinas del ring para que supiera cuándo empezaba y terminaba un asalto, militó en el peso gallo, cuyo límite es de 118 libras o 53,525 kilos, división en la que conquistaría tres coronas.

¿Cómo era el estilo boxístico de D’Agata? No tenía una técnica depurada; por el contrario, la misma era bastante tosca pero suplía sus carencias con un enorme corazón y un ataque constante sobre sus rivales. Medía apenas 1,57 metro, era de guardia diestra y, al que le colocaban luces en las esquinas del ring para que supiera cuándo empezaba y terminaba un asalto, militó en el peso gallo, cuyo límite es de 118 libras o 53,525 kilos, división en la que conquistaría tres coronas.

Con D’Agata, la Italia de la posguerra tuvo a su mejor boxeador en este período. El país acababa de dejar atrás las atrocidades de este sangriento conflicto bélico y, merced a los éxitos de Mario, con su inmenso ejemplo de vida debajo de los cuadriláteros –y con una carrera que asomaba como exitosa sobre los mismos–, los italianos fueron recuperando la fe y la esperanza de un futuro mejor.

Así, Mario fue por su primer título: el italiano gallo, que obtuvo el sábado 26 de septiembre de 1953 ante poco más de 2000 espectadores en el Teatro Politeama Universale de su natal Arezzo, al vencer por descalificación en el 9° round a su compatriota Giovanni Battista Zuddas –medallista de plata en gallo en los Juegos Olímpicos de Londres 1948–, y que realizaba la primera defensa de este cetro, que había conquistado el sábado 6 de septiembre del año anterior, al GPP 12 al romano Amleto Falcinelli, en Cagliari.

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El sábado 10 de diciembre de 1955 y, en la Basílica de Santa Maria Novella, en Florencia, se casó con Luana Bacci –sorda como él– y, al año siguiente, sería padres de Annamaria, quien no es sorda ni presenta discapacidad alguna. La foto es de mayo de ese año, cuando le dieron el alta tras estar internado por haber sido herido con perdigones de escopeta en su pulmón izquierdo.

El sábado 10 de diciembre de 1955 y, en la Basílica de Santa Maria Novella, en Florencia, se casó con Luana Bacci –sorda como él– y, al año siguiente, sería padres de Annamaria, quien no es sorda ni presenta discapacidad alguna. La foto es de mayo de ese año, cuando le dieron el alta tras estar internado por haber sido herido con perdigones de escopeta en su pulmón izquierdo.

A esta corona la expondría exitosamente en dos ocasiones: el sábado 23 de enero de 1954, le GKOT 4 a Luigi Fasulo –quien sería abanderado de la delegación italiana en Roma, en los Juegos Olímpicos de 1960– en Nápoles; el sábado 10 de abril siguiente, le GPP 12 al propio Zuddas en Milán y, finalmente, la dejaría vacante el jueves 7 de abril de 1955.

En este lapso, D’Agata cayó ante el argelino-francés Robert Cohen quien, por entonces, era el monarca europeo de la división, y que le ganó por puntos en 10 rounds, en un combate sin ningún título en juego. El choque tuvo lugar en Túnez, capital del país homónimo, se disputó el sábado 15 de mayo de 1954 y, el italiano, jamás digirió esta derrota, ya que consideró al fallo extremadamente injusto y localista.

Incluso, la afamada revista The Ring, manifestó su desacuerdo con “una decisión que fue abucheada rotundamente”.

Por eso, Mario quería revancha y, la Historia, se la ofrecería dos años más tarde…

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Para D’Agata (izquierda), la chance de llegar a la cima del mundo en su división llegó el viernes 29 de junio de 1956 y, su rival por la corona ecuménica, fue el argelino-francés Robert Cohen, quien lo había derrotado dos años antes en Túnez en un combate polémico y con un fallo teñido de localismo.

Para D’Agata (izquierda), la chance de llegar a la cima del mundo en su división llegó el viernes 29 de junio de 1956 y, su rival por la corona ecuménica, fue el argelino-francés Robert Cohen, quien lo había derrotado dos años antes en Túnez en un combate polémico y con un fallo teñido de localismo.

Cuando su carrera casi llegó a su fin

El sábado 15 de enero de 1955, el Comité Ejecutivo de la National Boxing Association (NBA, o Asociación Nacional de Boxeo que, en la actualidad, es la Asociación Mundial de Boxeo, o AMB), resolvió que el mexicano Raúl Macías y Mario D'Agata chocarían por el título mundial gallo en una fecha a determinar dentro de los siguientes 60 días.

Tal es así que, una semana más tarde, el promotor del combate, el estadounidense Bunny Ford, anunció que Mariolino y el Ratón combatirían el miércoles 9 de marzo siguiente en San Francisco.

Pero cuando todo estaba encaminado a que el italiano tuviera su chance mundialista, su nombre apareció en las tapas de los diarios, pero no por cuestiones deportivas. Por caso, L’Unità (La Unidad) del sábado 12 de febrero siguiente, publicó: “El campeón gallo Mario D'Agata, herido de gravedad por un disparo en el pecho. La dramática disputa entre el aspirante al título mundial y un socio comercial. La madre del boxeador también resultó herida. ¿El boxeador abandonará su carrera?”.

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D’Agata (derecha) dominó su pelea ante Cohen de principio a fin, y se coronó campeón mundial gallo al GKOT 7 a argelino-francés en el Stadio Olimpico de Roma. No oyó los gritos y festejos de sus compatriotas ante su inolvidable victoria, pero sí su corazón: ya sea desde el ring, o cuando fue llevado en andas por los tifosi, devolvió tanto afecto lanzando besos al público.

D’Agata (derecha) dominó su pelea ante Cohen de principio a fin, y se coronó campeón mundial gallo al GKOT 7 a argelino-francés en el Stadio Olimpico de Roma. No oyó los gritos y festejos de sus compatriotas ante su inolvidable victoria, pero sí su corazón: ya sea desde el ring, o cuando fue llevado en andas por los tifosi, devolvió tanto afecto lanzando besos al público.

Junto con sus padres, Luigi y Rosa, y Mara, una de sus hermanas, Mario había llegado el día anterior hasta la lavandería La Moderna, en Arezzo, para hablar con su socio, Giovanni Petitto, de 59 años, un siciliano oriundo de Fiumefreddo, como Luigi D’Agata.

La charla derivó en una discusión por cuestiones de dinero: un préstamo para una maquinaria ya comprada por Petitto, por un valor de casi 2 millones de liras y, la discusión, fue subiendo de tono hasta que Petitto –inesperada y agresivamente– desenfundó un revólver y comenzó a disparar sobre la familia. Mario intervino, y logró desarmar a Petitto quien, a continuación, fue a la trastienda, regresó con una escopeta, y volvió a disparar sobre los D’Agata.

Y, aquí, Mario se llevó la peor parte: recibió un disparo en el pecho y, su madre, que se interpuso para defenderlo, también resultó herida, aunque levemente. El boxeador fue trasladado rápidamente al hospital Santa María, en Arezzo, donde se anunció que su condición era “grave”, que presentaba un disparo en el pulmón izquierdo y que, “con toda seguridad, tendrá que abandonar su carrera deportiva".

Su vuelta a los rings

Con el correr de los días, el estado de D’Agata fue mejorando sensiblemente. Por ello, los médicos adelantaron que, de seguir así, en tres meses se recuperaría por completo. Aunque con una salvedad: el doctor Pazzagli, quien lo operó, consideró que su trayectoria pugilística había llegado a su fin…

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Tras resignar su título mundial, D’Agata (derecha) disputó un nuevo combate con una corona en juego: la europea gallo, que él mismo había dejado vacante tiempo atrás. El domingo 27 de octubre de 1957 y, en el Stadio Amsicora de Cagliari, le GKO 8 a Federico Scarponi. Por segunda vez en su trayectoria, Mario era el rey continental de los 53,525 kilos.

Tras resignar su título mundial, D’Agata (derecha) disputó un nuevo combate con una corona en juego: la europea gallo, que él mismo había dejado vacante tiempo atrás. El domingo 27 de octubre de 1957 y, en el Stadio Amsicora de Cagliari, le GKO 8 a Federico Scarponi. Por segunda vez en su trayectoria, Mario era el rey continental de los 53,525 kilos.

Pero el cirujano no contaba con la fortaleza –física y mental– de Mario. El miércoles 25 de mayo de 1955, exactamente tres meses y 14 días después de que varios perdigones de escopeta perforaran su pulmón izquierdo, D’Agata subió a un ring nuevamente. ¡Y a pelear!

Su rival fue el moreno Arthur Emboule, oriundo de Martinica y radicado en Bordeaux, Francia, a quien le GKOT 8 en el Stadio di Torino-Esposizioni, de Turín. Contra todos los pronósticos, Mario estaba de vuelta.

Su segunda corona

Habían pasado casi dos años desde la obtención del título italiano gallo, y ocho meses desde el disparo que casi acabó con su vida. Y fue aquí cuando a Mario se le presentó la oportunidad de ir por la corona europea gallo –que Cohen había dejado vacante el 17 de marzo de 1954, antes de vencer al oriundo de Arezzo–, y por la que enfrentó al duro francés André Valignat.

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El sábado 29 de octubre de 1955, ante poco más de 12.000 espectadores y, en el Palazzo dello Sport de Milán, venció a Valignat quien, tras recibir tres advertencias por parte del árbitro por sendos cabezazos contra D’Agata (“tácticas incorrectas”, a decir del réferi), terminó descalificado a los 2’22” del 5° round.

Mario ya tenía dos cetros en su poder, y solo le faltaba el mayor: el del mundo.

D’Agata, campeón mundial

El sábado 10 de diciembre de 1955 y, en la Basílica de Santa Maria Novella, en Florencia, el aspirante a la corona mundial se casó con Luana Bacci –sorda como él– y, al año siguiente, sería padres de Annamaria. Que sus progenitores sean sordos no fue un problema para la única hija de este matrimonio: Mamá y papá siempre se aseguraron de que yo no tuviera que adaptarme a ellos, ellos se adaptaron a mí ", recordaría años después Annamaria, quien no es sorda ni presenta discapacidad alguna.

Para Mario, la chance de llegar a la cima del mundo en su división llegó el viernes 29 de junio de 1956. El Stadio Olimpico de Roma, colmado por 38.000 fanáticos –que no quisieron perderse la cita que un humilde italiano había agendado con la Historia–, fue el escenario donde D’Agata tuvo la revancha que tanto deseaba: el rival por la corona ecuménica fue Robert Cohen, quien lo había derrotado dos años antes en Túnez en un combate polémico y con un fallo teñido de localismo.

Hasta ese momento, solo cuatro italianos habían combatido por una corona mundial y, tres de ellos, fueron derrotados: los medianos Oddone Piazza y Tiberio Mitri (en 1932 y 1950, respectivamente), y el gallo Domenico Bernasconi (en 1933).

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El miércoles 1 de agosto de 1962 y, tras ser campeón italiano, mundial y dos veces europeo gallo, Mariolino anunció oficialmente su retiro. Tenía 36 años y, tras 67 peleas, en las que nunca fue noqueado, su récord fue de 54-10-3 (22 ko).

El miércoles 1 de agosto de 1962 y, tras ser campeón italiano, mundial y dos veces europeo gallo, Mariolino anunció oficialmente su retiro. Tenía 36 años y, tras 67 peleas, en las que nunca fue noqueado, su récord fue de 54-10-3 (22 ko).

El único que se consagró monarca ecuménico era Primo Carnera quien, el jueves 29 de junio de 1933, le GKO 6 al estadounidense Jack Sharkey (su verdadero nombre era Joseph Paul Zukauskas, y era de ascendencia lituana) en el Madison Square Garden Bowl de Long island, Nueva York.

Asimismo, este fue el primer choque con un cinturón mundial en la Italia de posguerra ya que, el anterior, se desarrolló el domingo 22 de octubre de 1933, cuando Carnera le GPP 15 al vasco Paulino Uzcudun en la Piazza di Siena ante 70.000 espectadores.

Cohen, a quien desde niño apodaban Gambuch (literalmente, "piernas cortas") y pertenecía a la comunidad judía argelina-francesa, poseía una buena línea boxística. Claramente, era más técnico y veloz que D'Agata y, además, pegaba duro.

Pero el nacido en Arezzo, de 30 años, tenía lo suyo: de estilo agresivo, atacaba sin cesar y, su espíritu de combate, era inmenso.

Así las cosas, el italiano dominó la pelea de principio a fin y, en el sexto round, con una certera izquierda al hígado, derribó a Cohen, quien realizaba la tercera defensa de su cetro, que había obtenido el domingo 19 de septiembre de 1954, al GPP 15 al tailandés Chamroem Songkitrat en Bangkok.

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El árbitro llegó a 8 con su cuenta antes de que la campana salvara al visitante y, en el descanso, dijo basta tras constatar un corte en el arco superciliar izquierdo de Cohen. El KOT 7 era un hecho y, exactamente 23 años después de la conquista de Carnera, el pequeño gigante que superó absolutamente de todo en su vida –en el estricto sentido del concepto– era el rey mundial de las 118 libras, el segundo campeón mundial italiano (y el primero en ceñirse la corona en su país).

¡Ah! Y, a la fecha, en el primer y único boxeador sordo que logró un cetro ecuménico. Como siempre, Mario D’Agata no oyó los gritos y festejos de sus compatriotas ante su inolvidable victoria, pero sí su corazón: ya sea desde el ring, o cuando fue llevado en andas por los tifosi, devolvió tanto afecto lanzando besos al público.

Resigna su cetro ecuménico

Nueve meses después de su consagración mundialista, expuso por primera –y única vez– su cetro ante el francés Alphonse Halimi, dueño de gran técnica y velocidad. Pero, en la noche del lunes 1 abril de 1957, en el Palais Des Sports de París, el bochorno dio el presente.

El combate se desarrolló al aire libre y, como esa noche hubo una tormenta eléctrica, al final el tercer round un rayo hizo estallar las luces del ring (y las que le anunciaban a D’Agata el inicio y final de cada asalto), cuyas chispas y brasas cayeron sobre un hombro, cuello y parte de la espalda del italiano.

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Los bomberos y electricistas demoraron 18 minutos en restablecer el servicio. Siendo sordo, D’Agata sintió mucho miedo en la más completa oscuridad del estadio y, además, al no poder hacerse entender de que así no podía seguir (su habla era muy limitada), debió continuar combatiendo a pesar de las quemaduras que sufrió.

Además, el árbitro de la pelea, el belga Philippe DeBakker, avaló con descaro todas estas irregularidades y perjudicó abiertamente a Mario quien, tras 15 asaltos, fue declarado perdedor y se quedó sin su título mundial gallo. A pesar de que se la pidió en reiteradas ocasiones, Halimi jamás le concedió la revancha a D’Agata.

Los últimos años de su carrera

Tras esta derrota, D’Agata disputó un nuevo combate con una corona en juego: la europea gallo, que él mismo había dejado vacante. El domingo 27 de octubre de 1957 y, en el Stadio Amsicora de Cagliari, le GKO 8 a Federico Scarponi, a quien derribó por toda la cuenta con una dura izquierda al mentón. Por segunda vez en su trayectoria, Mario era el rey continental de los 53,525 kilos.

El domingo 12 de octubre de 1958 y, en el mismo escenario donde derrotó a Scarponi el año anterior, expuso el título europeo ante Piero Rollo. Tras 15 asaltos, los jueces fallaron a favor del boxeador nacido en la ciudad donde se disputó este choque y, otra vez, un fallo decididamente localista perjudicó al oriundo de la Toscana.

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Mario D’Agata murió el sábado 4 de abril de 2009, en su casa de Florencia, y solo le faltaban un mes y 25 días para cumplir 83 años. El 10 de agosto de 2016, se publicó “Il canto del gallo - Mario D'Agata: storia di un uomo che sconfisse anche la morte” (“El canto del gallo - Mario D'Agata: historia de un hombre que venció incluso a la muerte”), obra de 204 páginas del escritor Alberto Chiodini –oriundo de Arezzo, como él–, y con la colaboración de Annamaria, hija del púgil.

Mario D’Agata murió el sábado 4 de abril de 2009, en su casa de Florencia, y solo le faltaban un mes y 25 días para cumplir 83 años. El 10 de agosto de 2016, se publicó “Il canto del gallo - Mario D'Agata: storia di un uomo che sconfisse anche la morte” (“El canto del gallo - Mario D'Agata: historia de un hombre que venció incluso a la muerte”), obra de 204 páginas del escritor Alberto Chiodini –oriundo de Arezzo, como él–, y con la colaboración de Annamaria, hija del púgil.

En los años siguientes, alternó victorias y derrotas y, a la pelea con la que cerró su trayectoria, la disputó el jueves 19 de julio de 1962, en Roma, ante Federico Scarponi, quien lo venció tras 12 asaltos y retuvo el título italiano gallo.

El miércoles 1 de agosto siguiente y, tras ser campeón italiano, mundial y dos veces europeo gallo, Mariolino anunció oficialmente su retiro. Tenía 36 años y, tras 67 peleas, en las que nunca fue noqueado, su récord fue de 54-10-3 (22 ko).

Su legado

La historia de Mario D’Agata trascendió su tiempo y, su ejemplo de constancia y superación, inspirará a las generaciones por venir. Este auténtico campeón de la vida y la humildad –también fue apodado Il piccolo Marciano, El pequeño Marciano, comparándolo por su estilo de pelea con quien fuera monarca pesado entre 1952 y 1955– derribó todas las barreras y prejuicios sociales de su época y, hace más de siete décadas, marcó un hito fundamental e imborrable para distintos deportistas con discapacidades.

Mario D’Agata murió en la mañana del sábado 4 de abril de 2009, en su casa de Florencia, y solo le faltaban un mes y 25 días para cumplir 83 años.

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El 10 de agosto de 2016, se publicó “Il canto del gallo - Mario D'Agata: storia di un uomo che sconfisse anche la morte” (“El canto del gallo - Mario D'Agata: historia de un hombre que venció incluso a la muerte”), obra de 204 páginas del escritor Alberto Chiodini –oriundo de Arezzo, como él–, y con la colaboración de Annamaria, hija del púgil.

"Al sonido del gong, que nunca oiré, aprieto los ásperos puños dentro de los guantes para derribar las paredes", es el fragmento de uno de los poemas de su autoría que aparecen en este libro y, a su vida, la resumió magistralmente así: “No hay sordos ni mudos, no hay paredes invisibles. Es la gente que no ve. Fui un hombre afortunado: la madre naturaleza me quitó una cosa, pero me dio 100”.

Hoy, Mario D’Agata tendrá un regalo muy especial: aunque fue sordo en este mundo, podrá escuchar el dulce canto de los ángeles del cielo, el que merecidamente se ganó.

¡Felice 97, Mariolino!

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