SpaceX sufrió otro revés en su ambicioso proyecto Starship: el cohete más grande y potente del mundo explotó por tercera vez consecutiva durante una prueba clave realizada este martes desde la base Starbase, en Texas. La empresa de Elon Musk confirmó la pérdida total tanto del propulsor superpesado como del módulo superior de la nave.
El vuelo de prueba comenzó a las 19:37 (hora local) y tenía como objetivo reutilizar por primera vez un propulsor dentro del programa Starship.
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Pero tras unos minutos de funcionamiento exitoso, la compañía anunció en vivo la falla: “Hemos perdido el control sobre la orientación”, explicó el vocero Dan Huot, al detallar una fuga en los tanques de combustible de la nave.
El cohete, de 122 metros de altura, sufrió dos fallos consecutivos. Primero, la primera etapa superpesada, impulsada por 33 motores de metano, se desintegró al intentar un aterrizaje controlado sobre el golfo de México. Después, el módulo superior no logró abrir por completo su compuerta de carga, lo que impidió el despliegue de ocho satélites Starlink diseñados para pruebas.
El colapso del sistema de orientación hizo imposible reingresar de forma segura a la atmósfera, y los operadores optaron por descargar el combustible y dejar que la nave cayera de forma no controlada sobre el océano Índico.
Este nuevo fracaso marca un duro golpe para el programa Artemis de la NASA, que tiene previsto utilizar una versión modificada de Starship para alunizar astronautas en 2027. Los constantes fallos del modelo Block 2 Starship ponen en duda los plazos y la viabilidad del proyecto.
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Aunque SpaceX sostiene que cada vuelo es “una prueba valiosa”, la realidad es que tres explosiones seguidas en su nave insignia ensombrecen el sueño de colonizar Marte y tensan su relación con los organismos espaciales que dependen de su éxito.
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