La despedida a Vera Jarach
Las Madres despidieron a Vera con un emotivo comunicado en Instagram: “Nuestro corazón no nos da fuerza para detallar ahora lo que fue su vida cargada de valores y con firme compromiso de trabajar la mejor Memoria y, a través de ella, procurar Verdad y Justicia para con su preciosa hija Franca, hija de todas nosotras. Vera querida, compañera inteligente, culta, alegre tantas veces y en silencio algunas otras… estarás en cada paso nuestro y de quienes nos sigan. La sonrisa de Franca será la bandera de innumerables jóvenes. Te queremos”.
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Un repaso por la vida de Vera Jarach
Nacida en Italia en 1928, Vera emigró a la Argentina con su familia para escapar del fascismo y las leyes raciales que perseguían a los judíos. Su abuelo paterno no logró huir y murió en el campo de concentración de Auschwitz, una pérdida que marcó su vida y su compromiso con la memoria.
Décadas más tarde, ya en Buenos Aires, Vera enfrentó nuevamente el horror: su hija Franca, de 18 años, fue secuestrada en junio de 1976 y desaparecida durante la última dictadura cívico-militar. Franca fue llevada a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los principales centros clandestinos de detención, y nunca apareció. Su sonrisa se convirtió en un símbolo de resistencia y de la juventud truncada que las Madres recordaban incansablemente.
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Tras la desaparición de Franca, Vera se incorporó a la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo, donde desplegó una intensa militancia para exigir justicia y preservar la memoria de los 30.000 desaparecidos. Denunció el terrorismo de Estado en foros nacionales e internacionales y se transformó en testigo clave de la historia reciente.