Cuando estaba levantando la copa nunca le pregunté a Dios: «¿Por qué a mí?» Y hoy, con mi enfermedad, no debería preguntarle: «¿Por qué a mí?»”
Así era Arthur Ashe, un talentoso tenista negro que triunfó en un deporte que era dominado por blancos, que fue un ejemplo de conducta dentro y fuera de los courts y un inconfundible símbolo contra el racismo.
Es el luchador que se alzó con tres Grand Slam en singles y otros 44 títulos en certámenes de la ATP; el que fue detenido por protestar contra el infame apartheid y cuyo legado, tanto deportivo como humano, se agranda cada día más.
Pura constancia y dedicación
Arthur Robert Ashe, Jr. nació el 10 de julio de 1943 en el Hospital para Negros St. Philip de Richmond, Virginia. Fue el primogénito del matrimonio conformado por Arthur Ashe, Sr., un cuidador de parques y plazas, y Mattie Cunningham –cuyos antepasados habían sido trasladados desde África hacia los Estados Unidos por traficantes de esclavos– quien le enseñó a leer cuando tenía solo 4 años.
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En 1961, con 18 años, Ashe ganó su primer torneo. Esta conquista, lograda en Saint Louis, fue publicada en la prestigiosa revista especializada Sports Illustrated, que ponderó el hecho de que un título Juvenil fuera obtenido por primera vez por un jugador negro.
Dos años después sufrió la pérdida de su madre a causa de una preeclampsia (una complicación del embarazo que se caracteriza por hipertensión y signos de daños en otro sistema de órganos, más frecuentemente el hígado y los riñones) y, a partir de ahí, su padre –temeroso de que sus hijos sufrieran problemas de conducta por esta ausencia– dedicó todos sus esfuerzos a darles la mejor crianza posible a sus descendientes.
Arthur y su hermano menor, Johnnie, iban a la iglesia todos los domingos, eran muy buenos alumnos y, después de la escuela, no debían ir a otro lugar que no sea su hogar. "Mi padre me mantuvo en casa, sin problemas. Tenía exactamente 12 minutos para llegar a casa desde la escuela, y seguí esa regla hasta la secundaria", recordaría años después.
Y vaya paradoja: cuando a los 7 años descubrió y comenzó a jugar al tenis, la mayoría de los clubes –los mismos que décadas después le extenderían una y mil invitaciones para poder contar con su presencia–, ni siquiera lo dejaban entrar a ver algún partido porque ningún negro podía ingresar a sus instalaciones.
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Pero esto no fue un obstáculo insalvable para Ashe: determinado y decidido a seguir adelante, fue un modelo de constancia y superación. Su tenacidad y su innato talento hicieron que Robert Walter Johnson, oriundo de Lynchburg, Virginia, y entrenador de Althea Gibson –la histórica referente del tenis negro, nacida en 1927 en Carolina del Sur, que ganó Roland Garros en 1956, y fue bicampeona en Wimbledon y el US Open, en 1957 y 1958–, se fijara en él.
Johnson lo incorporó a su programa de desarrollo Junior de la USTA (United States Tennis Association). A partir de allí, Arthur pulió y mejoró su juego y, además, recibió una rígida formación acerca del espíritu deportivo: así como debía ser el mejor en su juego, también por su intachable conducta en la cancha.
Johnson les exigía a sus jugadores que siempre les devolvieran las pelotas a sus rivales al cambiar de lado en el court y, asimismo, que jamás discutieran con el árbitro. Esto marcaría a Arthur por el resto de su carrera y, a estas enseñanzas, también las trasladaría a su vida particular.
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El 8 de septiembre de 1968 y, con 25 años, Ashe fue el primer jugador negro que se alzó con el título en el US Open, en el mismo court central al que algunas veces le habían prohibido la entrada, y ¡que hoy lleva su nombre!: derrotó en la final al holandés Tom Okker por 14-12, 5-7, 6-3, 3-6 y 6-3. En la foto, detrás de él (y de anteojos), está su padre, Arthur, Sr.
El segregacionismo racial imperaba en Richmond y, a pesar de su inmenso talento, Arthur no podía competir contra los blancos ni tampoco utilizar sus canchas. Entonces, se mudó a Saint Louis y, en 1961, con 18 años, ganó su primer torneo.
Esta conquista fue publicada en la prestigiosa revista especializada Sports Illustrated, que ponderó el hecho de que un título Juvenil fuera obtenido por primera vez por un jugador negro.
En 1963 recibió una beca de tenis de la UCLA (Universidad de California – Los Angeles) y, ese mismo año, se convirtió en el primer afroamericano en formar parte de un equipo estadounidense de la Copa Davis –que se consagraría campeón en esa edición–, y con el que representaría a su país en esta competencia hasta 1978.
Su coronación en el US Open
En 1968, con 25 años, Ashe fue el primer jugador negro que se alzó con el título en el US Open, en Flushing Meadows, Nueva York, y en el mismo court central al que algunas veces le habían prohibido la entrada, y ¡que hoy lleva su nombre!
En esa histórica jornada del 8 de septiembre, Arthur derrotó en la final al holandés Tom Okker por 14-12, 5-7, 6-3, 3-6 y 6-3.
Las revueltas por el racismo imperante en los Estados Unidos eran constantes, sobre todo tras el asesinato del doctor Martin Luther King, Jr., en Memphis, el 4 de abril del mismo año. Muchos criticaron a Arthur por no “implicarse” o “comprometerse” en esta lucha, al que su padre, que veía que se perdían vidas a diario, llamaba “ese desastre de los derechos civiles”.
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El 27 de enero de 1970, Ashe obtuvo su segundo Grand Slam: fue el Abierto de Australia, disputado en Sidney, tras vencer en la definición al local Dick Crealy (quien lo felicita en la foto tras adjudicarse el certamen) por 6-4, 9-7 y 6-2.
Esta posición que Ashe adoptó –opuesta, por ejemplo, a la de Muhammad Ali, quien denunciaba duramente cuanta injusticia se presentaba, y hasta se negó a ir a la guerra de Vietnam– llevó a que algunos activistas radicalizados lo llamaran despectivamente Tío Tom: consideraban a Arthur como un negro resignado a su triste destino de sumisión frente a los blancos, tal como se describe en la novela La cabaña del tío Tom, de la escritora estadounidense Harriet Beecher Stowe.
"A veces, una manifestación es la mejor manera de obtener titulares sobre un mal negocio, pero no creo que los manifestantes deban tratar de causar problemas a nadie. Nunca avanzaremos por la fuerza, porque nos superan en número 10 a 1. La negociación silenciosa y la infiltración lenta me parecen más esperanzadoras. ¿Esto me convierte en un «Tío Tom»? Si es así, está bien", dijo sobre el mote que había recibido.
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De esta forma, Ashe, con sus correctos modales, no respondía a los agravios, evitaba confrontar con los blancos y, seguía un consejo clave de su padre: “Si no querés que (los blancos) te ataquen o busquen humillarte, tenés que ser mejor que ellos en todo”.
A la repugnante segregación racial, trató de combatirla desde adentro del “sistema”, sin escándalos y, al ganar el US Open de 1968, dio un paso gigantesco en pos de este objetivo.
Su lucha contra el apartheid, y otro Grand Slam
En 1969, cuando trató de participar en el Abierto de Sudáfrica, sufrió en carne propia la indignante política del apartheid: el gobierno de ese país le negó la visa. Por ser negro, claro, aunque Ashe fuera considerado uno de los mejores jugadores del mundo y, al año siguiente, lo ratificara al alzarse con su segundo Grand Slam: el Abierto de Australia, disputado en Sidney, tras vencer en la definición, que tuvo lugar el 27 de enero, al local Dick Crealy por 6-4, 9-7 y 6-2.
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El sábado 5 de julio de 1975, Ashe, al que le faltaban solo cinco días para cumplir 32 años, se convirtió en el primer tenista negro (y, a la fecha, el único) que se coronó en Wimbledon. Arthur gritó campeón en Londres al derrotar a su compatriota Jimmy Connors –que tenía 22 años y era el gran favorito– por 6-1, 6-1, 5-7 y 6-4.
Por no permitirle jugar en el Abierto sudafricano, este país fue expulsado de la Copa Davis hasta que, en 1973 –y luego de tres temporadas en las que le negaron su visa–, finalmente Ashe pudo jugar en el certamen que se desarrollaba en Johannesburgo.
Aunque cayó en la final ante su compatriota Jimmy Connors, se impuso en la del dobles junto a Tom Okker, a quien había derrotado en la definición del US Open de 1968.
Arthur estaba convencido de que haber tomado parte en este torneo contribuía a realzar la imagen de los negros. Igual, muchos lo criticaron y condenaron su presencia en el país del apartheid, del que tiempo después Ashe se convertiría en un férreo opositor.
La gloria de Wimbledon
Ashe fue uno de los máximos impulsores de la creación de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), que nació en 1972, la misma temporada donde alcanzó una nueva final del US Open aunque, en esta oportunidad, fue superado por el rumano Ilie Nstase por 3–6, 6–3, 6–7, 6–4 y 6–3.
Tras diversos episodios raciales, Arthur se involucró cada vez más en la lucha por los derechos de los afrodescendientes y, en lo deportivo, luego unas temporadas donde sus resultados no fueron los esperados, en 1975 inscribió su nombre en la Historia grande del mundo del deporte: con 31 años (le faltaban solo cinco días para cumplir los 32), se convirtió en el primer tenista negro (y, a la fecha, el único) que se coronó en el mismísimo Wimbledon.
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El 20 de febrero de 1977 se casó con la fotógrafa Jeanne Moutoussamy en la iglesia de la ONU, en Nueva York, en una ceremonia oficiada por Andrew Young, el embajador de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas. Ashe utilizó muletas porque todavía tenía un tobillo enyesado, producto de una lesión. A su derecha, está su hermano menor, Johnnie.
El sábado 5 de julio de ese año, Ashe gritó campeón en el All England Lawn Tennis and Croquet Club londinense al derrotar a Jimmy Connors –que tenía 22 años y era el gran favorito– por 6-1, 6-1, 5-7 y 6-4.
Tal es la importancia de sus logros que, a la fecha, Arthur Ashe sigue siendo el único jugador negro que conquistó Wimbledon, el US Open y el Abierto de Australia.
Asimismo, el otro moreno que ganó un Grand Slam es el francés Yannick Noah, quien se llevó la edición de 1983 de Roland Garros.
Sus problemas de salud, y su retiro
El 20 de febrero de 1977 se casó con la fotógrafa Jeanne Moutoussamy y, además del tenis, continuó con su activismo contra cualquier forma de segregación racial. Pero –valga reiterarlo– sin la estridencia de muchos otros que también luchaban por lo mismo.
“El verdadero heroísmo es marcadamente sobrio, muy poco dramático. No es adelantar a todos a cualquier precio, sino la necesidad de servir a todos a cualquier precio”, escribió en sus memorias.
En otras palabras, resistencia, pero con buenos modales.
Se dedicó a fomentar e inculcar los valores del deporte entre los adolescentes negros –los cuales, históricamente, eran los primeros excluidos por la conservadora sociedad estadounidense– y, además, no cejó en su lucha contra el apartheid: tal es así que, en enero de 1985, sería arrestado en Washington, frente a la embajada de Sudáfrica, en medio de una manifestación.
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Entre 1981 y 1984, se desempeñó como capitán del equipo de la Copa Davis de su país, con el que conquistó las ediciones de 1981 (en la foto) y 1982. De izquierda derecha, Eliot Teltscher, Roscoe Tanner, Arthur Ashe, John McEnroe, y Peter Fleming.
En 1979 se le diagnosticó una afección cardíaca –similar a la que también había padecido su madre– y, con apenas 36 años, se le practicó un cuádruple bypass. El 16 de abril de 1980 anunció su retiro oficial del tenis y, a partir de ese momento, escribió innumerables columnas para la revista Time, fue comentarista de la cadena televisiva ABC Sports, fundó la Liga Nacional Junior de Tenis estadounidense y, entre 1981 y 1984, se desempeñó como capitán del equipo de la Copa Davis de su país, con el que conquistó las ediciones de 1981 y 1982.
En la biografía de Arthur, titulada A life (Una vida) y publicada en 2018, el autor de la misma, Raymond Arsenault, recopiló declaraciones y anécdotas de la brillante trayectoria del moreno.
En una de ellas, reveló las sensaciones del mismo cuando era capitán del equipo de la Copa Davis y tuvo bajo su mando a John McEnroe, poseedor de un talento único pero, también, dueño de un muy mal carácter y reconocido por su permanente inconducta en las canchas.
Como capitán, Ashe debía evitar –y hasta reprender– su mal comportamiento. Pero reveló que, mientras lo hacía, ¡lo envidiaba!, porque McEnroe podía gritar, insultar a los árbitros y romper raquetas porque era blanco, mientras que Arthur, capitán del equipo –y encima negro– jamás podría actuar así en una cancha.
“Creo haber visto a John como un reflejo de una parte íntima de mí mismo. Él personificaba sentimientos que yo solo podía reprimir, era como una especie de ángel oscuro para mi propio espíritu fuertemente restringido; eso puede explicar por qué siempre dudé en interferir en sus rabietas, incluso cuando eran excesivas. De alguna manera, John estaba expresando mi propia ira, como yo nunca podría expresarla; y, tal vez, incluso estaba agradecido con él por hacerlo”, reconoció con absoluta sinceridad.
El diagnóstico de VIH
En 1983, Ashe fue operado nuevamente del corazón y, en 1988, debió ser hospitalizado al presentar una parálisis en un brazo. El diagnóstico fue toxoplasmosis pero, poco después, recibiría el mayor y más duro golpe de su vida: los médicos descubrieron que, debido a que en una de las transfusiones que se le practicaron en la operación de 1983 recibió sangre infectada, era VIH positivo.
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El 1 de diciembre de 1992 y, en el Día Mundial del Sida, Ashe habló sobre esta enfermedad ante la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ya se lo veía demacrado y, dos meses y cinco días después de esta exposición, moriría en Nueva York. Tenía solo 49 años.
Durante cuatro años, Ashe no hizo pública su enfermedad. Tomó parte de campañas informativas sobre la misma, brindando consejos sobre prácticas sexuales seguras, además de concientizar a la población de que el sida no era exclusivo de homosexuales o drogadictos, tal como se lo consideraba en esa época.
A pesar de la reserva que Ashe mantenía, el diario USA Today le adelantó que sabían de su enfermedad y lo iban a publicar. Por eso, el 8 de abril de 1992 decidió anunciar que padecía la misma. ”Estoy enojado, porque me pusieron en la posición de tener que mentir si quería proteger mi privacidad", disparó.
Y, demostrando su caballerosidad y altas cualidades como persona, no demandó a la clínica que había filtrado la información a los medios, a cambio de una muy buena suma de dinero.
La noticia de la afección de Ashe fue una bomba, y causó una conmoción similar al de cinco meses antes –en noviembre de 1991– cuando Earvin Magic Johnson, Jr., uno de los mejores basquetbolistas de la historia, había hecho un anuncio similar.
En los últimos meses de su vida, se sumó a las campañas de prevención y concientización sobre esta enfermedad, creó el Arthur Ashe Institute for Urban Health, fue nombrado Deportista del Año por la revista Sports Illustrated, y escribió sus memorias, publicadas con el título Days of grace (Días de gracia).
Arthur Ashe falleció en el Weill Cornell Medical Center de Nueva York el 6 de febrero de 1993. Tenía solo 49 años. Su funeral se realizó cuatro días después en el Arthur Ashe Athletic Center en Richmond, Virginia y, sus restos, descansan en el cementerio Woodland de la misma ciudad, junto a los de su madre, Mattie.
Su inconmensurable legado
Ashe logró 47 títulos (33 en singles y 14 en dobles) y, a la fecha, recibió múltiples y merecidos homenajes y reconocimientos por su carrera tenística y su compromiso en la lucha contra la segregación racial.
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En su Richmond natal se erigió una estatua que perpetúa su memoria, obra del artista local Paul DiPasquale, e inaugurada el 10 de julio de 1996. La escultura de bronce mide 3,7 metros, y representa a Arthur sosteniendo una raqueta de tenis en una mano y libros en la otra, rodeado de niños. Los libros se elevan más alto que la raqueta, lo que fue solicitado expresamente por el propio Ashe, quien destacaba la importancia de la educación.
En 1985, sus formidables logros deportivos fueron atesorados para todos los tiempos en el International Tennis Hall of Fame (Hall de la Fama del Tenis Internacional), ubicado en Newport, Rhode Island.
El estadio donde se disputa la final del US Open lleva su nombre, y es el más grande del mundo, con capacidad para 23.771 espectadores. En su Richmond natal se erigió una estatua que perpetúa su memoria, obra del artista local Paul DiPasquale, e inaugurada el 10 de julio de 1996.
La escultura de bronce –ubicada en la intersección de Monument Avenue y Roseneath Road–, se eleva sobre un pedestal de granito de 4 metros y, la misma, que mide 3,7 metros, representa a Arthur Ashe sosteniendo una raqueta de tenis en una mano y libros en la otra, rodeado de niños.
Los libros se elevan más alto que la raqueta, lo que fue solicitado expresamente por el propio Ashe, quien destacaba la importancia de la educación.
En 2005, el Servicio Postal de los Estados Unidos emitió un sello en su honor y, además, la cadena ESPN organiza anualmente los ESPY Awards, que otorga el Arthur Ashe Courage Award, que reconoce al deportista que se haya caracterizado por su lucha contra las adversidades.
Y, la frase que resume lo que fue su inolvidable paso por este mundo, reza: "Sé que nunca me hubiera perdonado si hubiera elegido vivir sin un propósito humano, sin tratar de ayudar a los pobres y desafortunados, sin reconocer que, quizás, el regocijo puro de la vida viene al tratar de ayudar a otros".
Muchas gracias por tu ejemplo, campeón en los courts y en la vida.