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Sociedad Santa Fe | Historia |

Tres hermanos que sufrieron la Dictadura: "Se sobrevive por la solidaridad y la red de contención"

Marisa, Luciano y María Milagros Almirón son tres hermanos santafesinos que vivieron en carne propia la peor faceta del régimen militar: fueron secuestrados y torturados. A 45 años del último golpe de Estado, repasan la historia familiar y afirman que la solidaridad y el compromiso social son la clave para construir sociedades más democráticas.

"Todos vamos a construir el edificio (...)
Nadie podrá llegar y decir: 'Todo esto es mío';

porque esta frase cruel / habrá desaparecido"
José Pedroni

Marisa, Luciano y María Milagros son hermanos. Pero haber nacido del seno de la misma madre es apenas el inicio de su historia en común. Los tres comparten el gusto por el arte y por las largas sobremesas de los almuerzos familiares (algo que, confiesan, extrañan muchísimo en esta época de pandemia y de distanciamiento social). Pero, además, los tres fueron detenidos por el gobierno de facto durante la última dictadura cívico-militar, siendo apenas adolescentes. A 45 años del comienzo del período más oscuro de la historia argentina reciente, los hermanos Almirón brindaron por primera vez una entrevista juntos, en la que, valientemente, recordaron algunos de los momentos más duros que debieron sufrir y también respondieron una pregunta clave para poder pensar un futuro mejor: ¿Cómo se sobrevive al horror, en el más amplio sentido de la palabra sobrevivir?

Marisa, Luciano y María Milagros no son los únicos personajes de esta historia, como ellos mismos se encargan de aclararlo en diálogo con Aire Digital. Hay tres figuras femeninas que, aunque ya no están presentes, son claves para el relato. Se trata de María Rosa Sedrán (la madre de los entrevistados), Elsa Sedrán (hermana de María Rosa) y María Gabriela (la menor de los hijos de María Rosa y la única de los hermanos Almirón que no fue detenida; en 1976 tenía apenas nueve años). Cada una de ellas es protagonista de su propio capítulo en la crónica familiar.

La historia de represión a la familia Almirón Sedrán

María Rosa Sedrán

Tenía 41 años cuando fue detenida el 16 de julio de 1976 en la misma casa donde casi 45 años después se realizó esta entrevista. Hacía más de una semana que tanto María Rosa como sus hijos se habían ocultado en casas de familiares y compañeros, pero ese día la mujer, que estaba preocupada por el estado de salud de su madre, "la Nona" Josefa, pasó por la vivienda a ver cómo estaba todo. En ese momento se desplegó un operativo con decenas de efectivos de distintas fuerzas militares que detuvieron a María Rosa y también a su hija María Milagros, que tenía sólo 14 años. El encargado del asalto era un represor cuyo nombre es ahora muy conocido en Santa Fe: Eduardo "Curro" Ramos, quién abusó de Milagros aquella tarde.

Tras la detención, María Rosa fue trasladada a la Comisaría 1ª, donde se reencontró con María Milagros. Una semana después fueron trasladadas a la Guardia de Infantería Reforzada (GIR - actualmente sede de la Jefatura de la Unidad Regional I de Policía). Algunos días después, María Rosa –en condición de desaparecida– fue retirada de la GIR hacia un sitio clandestino, donde sufrió torturas tan graves que la dejaron al borde de la muerte. Fue derivada al Hospital Piloto (hoy Hospital Cullen), a donde llegó con un cuadro de cuadriplejia e insuficiencia renal. "Muchos años después, un médico que la había visto en su paso por el hospital, me confesó que mi mamá en un momento estaba prácticamente muerta y que la admiraba mucho por haberse repuesto de la tortura. Haber escuchado sus palabras 40 años después son devoluciones de la vida, secretos que el universo tiene", confiesa su hija Marisa, profundamente conmovida.

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María Rosa Sedrán junto a sus cuatro hijos. De izquierda a derecha: María Rosa Almirón (Marisa), María Rosa Sedrán, María Milagros Almirón, María Gabriela Almirón y Luciano Almirón.

María Rosa Sedrán junto a sus cuatro hijos. De izquierda a derecha: María Rosa Almirón (Marisa), María Rosa Sedrán, María Milagros Almirón, María Gabriela Almirón y Luciano Almirón.

En octubre del 76 María Rosa, apenas recuperada de las torturas, fue trasladada a la cárcel de Villa Devoto, en Buenos Aires, donde el régimen concentraba a buena parte de las mujeres detenidas en distintos lugares del país. "Me tocó junto con mi madre uno de los traslados de las detenidas desde Santa Fe a Villa Devoto. A veces nos cuesta relatar entre nosotros mismo lo que vivimos. Yo tenía 19 años y era una más del montón siendo arriada como ganado en un avión militar, donde nos engrillaban de a dos y nos ataban al piso. Pude verla unos segundos, sentada en uno de los pocos asientos que había en el avión. Tengo esa imagen grabada: había sido una mujer sana y de piernas gorditas, pero en ese momento sus piernas tenían el ancho de mi muñeca. Era una mujer casi cadavérica sosteniendo apenas sus piernas. Cuando llegamos a Buenos Aires la llevaron al Hospital Penitenciario Central. Recién un año y pico después, tras andar en silla de ruedas y recuperar de a poco sus manos, comenzó a caminar. Recuerdo la alegría de las mujeres que estábamos en los pabellones, al momento de gritar que María Rosa había empezado a caminar", relata Marisa.

"Los últimos meses, a raíz de que estaba mejor, convivimos en la misma celda. Es muy particular convivir en una celda en esas condiciones. Dejas de ser hija y madre, pasás a ser copiloto mutuo. Su caso fue muy emblemático, varios países e incluso la Cruz Roja Internacional pedían por ella. Salió en el año '78 y a mí me tocó quedarme. Gracias a Dios ella salió y pudo estar con mis hermanos, que eran mucho más chicos", agrega la entrevistada.

María Rosa Sedrán de Almirón
María Rosa Sedrán estuvo secuestrada por el régimen militar desde julio de 1976 a diciembre de 1978.

María Rosa Sedrán estuvo secuestrada por el régimen militar desde julio de 1976 a diciembre de 1978.

"Mamá, siendo hija de inmigrantes, fue la que hizo realidad ese deseo de llegar a más. 'El Nono', viniendo del Friuli, y 'la Nona', hija de napolitanos, buscaban mejores posibilidades, y mamá lo logró siendo maestra normal. Era una gringa bellísima, una mujer que tuvo que hacerse fuerte, demasiado fuerte, y quizás por eso fue que se rompió tan temprano: murió de cáncer a los 62 años", revela Marisa. El pecho en el que sufrió el tumor de mama que le causó la muerte era el mismo que le habían destrozado los captores durante las torturas.

Su hija la recuerda como "la maestra del barrio, de la familia": "Así la reconocen todos. Fue presidenta del Club de Madres de nuestra escuela, fue fundadora de una biblioteca pública. Se dedicaba a la educación de los adultos y llevaba la alfabetización a las barriadas cercanas", apunta Marisa. María Rosa fue liberada en diciembre de 1978 y al volver a Santa Fe, apoyada en un bastón que le permitía caminar a pesar de las secuelas motrices de los tormentos, se dedicó a ser docente en varias escuelas. "Era una docente muy querida por sus alumnos y en contraturno nunca dejó de atender a nadie del barrio. Todos nuestros vecinos hasta el día de hoy la recuerdan y tenía algo mágico para trabajar con los niños pequeños, con ella aprendían muy rápido a leer y a escribir" destaca Marisa.

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Desde 2008, la biblioteca de la Escuela de Enseñanza Media N° 262

Desde 2008, la biblioteca de la Escuela de Enseñanza Media N° 262 "República Argentina" de la ciudad de Santa Fe lleva el nombre de María Rosa Serdán, en homenaje a su dedicación y compromiso con la educación pública.

Elsa Sedrán

Hermana menor de María Rosa –tenía 12 años menos–, Elsa fue detenida y luego asesinada en octubre del '78 por los militares. Permaneció desaparecida hasta 2016, fecha en que sus restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en el cementerio de Lomas de Zamora. Marisa la define como una joven "con inmensas búsquedas": "Se recibió de profesora de Ciencias de la Educación a los 23 años. Fue la que trajo a la familia cosas muy bellas, como la poesía de José Pedroni. Era una mujer muy coherente, muy fuerte, que empezó su militancia desde los grupos católicos que en los '60 participaban en la ciudad. Nos dejó una niña, Anita, que sólo convivió con ella tres años. Ana hoy vive en Mendoza y es madre de cinco bellos niños", detalla su sobrina.

"Elsa fue la que produjo un cambio, la que nos trajo esta nueva conciencia, la que nos abrió camino. Era una mujer muy abierta, muy generosa, muy linda: terriblemente linda. Fue muy duro cuando el Equipo nos dijo 'aquí tenemos sus huesos'. Tuvimos que armarnos de mucha trama familiar y ver cómo nos animábamos. Ir y encontrarla de esa forma fue muy fuerte. Nos sostuvimos con toda la familia, pero fundamentalmente nosotros tres", rememora Marisa, que junto a Milagros viajó a Buenos Aires a buscar la caja con los restos de Elsa. Finalmente, en mayo de 2017 fue inhumada en el Panteón de la Memoria del Cementerio Municipal de Santa Fe, tras una conmovedora ceremonia que contó con la presencia de familiares, compañeros de militancia e integrantes de organismos de Derechos Humanos.

María Gabriela Almirón

Tenía apenas nueve años cuando su mamá María Rosa y sus hermanos Marisa, Luciano y María Milagros fueron detenidos por el régimen y ella quedó al cuidado de su papá y sus abuelos. "María Gabriela vivió todo eso junto a nosotros y tuvo que madurar siendo muy pequeña", destaca Marisa en su relato. La pequeña visitaba a sus familiares en la GIR, les acercaba alimentos y consuelo. En 1981, con 15 años, se inició en el canto y se sumó al Grupo Juvenil del Coro Universitario Independiente y a la Agrupación Coral Cantares. En 1984 empezó su actividad en el Teatro de Títeres Municipal, espacio del que formó parte toda su vida. Participó en festivales y encuentros de titiriteros, recorriendo gran parte del país. Entre 1989 y 2003 integró el Equipo de Educación del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos Regional Santa Fe, profundizando en la temática derechos de los niños y las niñas y en 2002 comenzó a trabajar en lo que actualmente es la Asociación Civil Juanito Laguna.

Por su intensa actividad como hacedora teatral, en 2009 recibió el Premio Máscara otorgado por la Municipalidad de Santa Fe. En 2011, esta destacada trabajadora de la cultura falleció en un accidente de tránsito, dejando en su familia y todos los que la conocían un vacío que hasta hoy no se puede llenar.

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Homenajes a

Homenajes a "Gaby" con motivo de su temprano fallecimiento, ocurrido en octubre de 2011.

Marisa Almirón

En el DNI figura como María Rosa Almirón. Pero, como ella bien lo explica, necesitó buscar su propio nombre: "María Rosa era mi madre. No puedo llevar su nombre y por eso busqué el mío propio, Marisa", señala en un pasaje de la entrevista.

Tenía 19 años cuando fue detenida en julio de 1976, en una calle de Santa Fe. "Primero me llevaron a la Comisaría 4ª, luego a la GIR y desde octubre del '76 permanecí detenida en la cárcel de Villa Devoto. Ahí éramos 1200 mujeres de 14 a 70 años que sufríamos un régimen muy duro: no nos permitían leer, ni hacer manualidades y nos enviaban a las celdas de castigos si nos negábamos a que requisen nuestras partes íntimas", refiere.

De los hermanos Almirón, Marisa fue la que más tiempo estuvo secuestrada: recuperó la libertad recién en julio de 1981. Como ya lo contó antes en la entrevista, durante esos años llegó incluso a compartir celda con su mamá. Al ser detenida, en julio de 1976, estaba preparándose para rendir el ingreso a la carrera de Abogacía. "Estuve cinco años presa a disposición del Poder Ejecutivo Nacional sólo por averiguación de antecedentes. Podría haber sido abogada pero cuando salí, ya siendo una sociedad distinta, lo posible fue ser docente y lo valoro: me jubilé el año pasado, pude ser docente de adultos. Me encontré con adultos que tenían limitaciones, que no habían podido aprender a leer y a escribir y pude hacer algo al respecto", destaca. Vivió y trabajó dos décadas en Mendoza y algunos años atrás volvió a la provincia de Santa Fe. Actualmente tiene 63 años y se jubiló en 2020.

Marisa define a la docencia como "una instancia de acompañamiento, de solidaridad. Implica estar con el otro, ubicarse desde el otro y potenciar al otro, lo que naturalmente deberíamos hacer como sociedad para ser un poco mejores, más potentes, más equilibrados, más humanos".

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De los tres hermanos, Marisa fue la que más tiempo permaneció detenida. Fueron cinco años secuestrada, de julio de 1976 a julio de 1981.

De los tres hermanos, Marisa fue la que más tiempo permaneció detenida. Fueron cinco años secuestrada, de julio de 1976 a julio de 1981.

María Milagros Almirón

Tenía sólo 14 años cuando fue privada de su libertad, el mismo 16 de julio de 1976 en que fue detenida su mamá. Todavía recuerda los detalles de ese día: "En el patio de mi casa había un hombre muy joven, que después supe que era el "Curro" Ramos. Me pidió el documento y mi nombre. Inmediatamente me sacó de la casa, me llevó apuntándome con un revolver hasta una camioneta celular. Me tiró al piso y me vendó, me empezó a hacer preguntas sobre mi familia y comenzó una situación de manoseo", denuncia. El primer destino de María Milagros como secuestrada fue la Comisaría 1ª, donde la golpeaban como método para presionar a su madre, que también estaba detenida y siendo torturada. Luego ambas fueron trasladadas a la GIR.

Milagros permaneció en ese lugar un año y medio, pero no así su madre: "Unos días después la vuelven a sacar y la desaparecen. En ese lapso sufrió torturas y tormentos hasta que en algún momento vuelve a aparecer en el Hospital Piloto, con los cuatro miembros paralizados e insuficiencia renal", relata en la entrevista. Tal como ya había referido Marisa, María Rosa fue luego trasladada a la cárcel de Villa Devoto. Mientras tanto, su hija cumplía 15 años estando secuestrada. Milagros todavía guarda las tarjetas bordadas que su mamá le pudo hacer llegar desde Devoto para esa ocasión, confeccionadas junto a varias de sus compañeras de martirio. "Realmente fue inspirador. En la GIR no teníamos prácticamente nada para pasar el tiempo, pero sí teníamos aguja, así que empezamos a hacerlas", detalla. Algunos carreteles eran aportados por los familiares durante las visitas pero el resto de los hilos surgían de toallas, trapos o frazadas. En diciembre de 1977, Milagros recuperó la libertad.

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Milagros aún conserva algunas tarjetas que su mamá y su hermana le hacían llegar desde la cárcel de Villa Devoto mientras ella estaba detenida en la GIR.

Milagros aún conserva algunas tarjetas que su mamá y su hermana le hacían llegar desde la cárcel de Villa Devoto mientras ella estaba detenida en la GIR.

Luciano Almirón

El único hijo varón de María Rosa Sedrán también era menor de edad al momento de ser encarcelado. Estuvo detenido dos veces: "A los 16 años estuve durante 14 días de julio del '76 en el albergue de menores de Recreo, no sé bien por qué me liberaron en ese momento. En mayo del '77 me detienen nuevamente y estoy 16 meses preso de los 17 a los 18 años: primero en la Guardia de Infantería Reforzada, después en la Comisaría 4ª y cuando cumplí los 18 me llevaron a la cárcel de Coronda. Ahí estuve entre abril y septiembre del '78", precisa Luciano en la entrevista.

Recuerda que "volver a la libertad después de la detención fue un poco duro porque la sociedad estaba muy influenciada por el 'algo habrán hecho'. Tuvimos que sentir el rechazo de alguna gente que no conocía nuestra situación, pero también hubo mucha gente que sí se jugó por nosotros y nos cobijó, nos dio cariño, nos entendió. Fue duro salir a una sociedad tan ganada en la mentira. Cuando me liberaron, hacía poco que Argentina había ganado el Mundial de Fútbol, entonces había una simbiosis bastante marcada entre el logro deportivo y la dictadura militar", reflexiona.

Sobre su vida después de la detención y la dictadura, Luciano destaca que "la militancia siempre está: es comprometerse con el otro, intentar hacer una sociedad como alguna vez la soñamos. Ese es nuestro objetivo de vida: igualdad para el pueblo, que todos puedan crecer, comer, educarse y trabajar. Ese era nuestro objetivo, ninguno otro", enarbola.

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Luciano aún conserva algunas artesanías talladas en hueso, uno de los pocos pasatiempos que lograron realizar los detenidos de la Comisaría 4ª.

Luciano aún conserva algunas artesanías talladas en hueso, uno de los pocos pasatiempos que lograron realizar los detenidos de la Comisaría 4ª.

Sobrevivir al horror

"Se sobrevive tratando de no hacerse tanta mala sangre. Si yo me pongo a pensar, realmente es mucha la amargura que pesa sobre mí, porque recordar es volver a pasar sobre el corazón. Si me pongo a recordar todas las cosas que pasaron, uno se amarga demasiado", responde Luciano ante la pregunta disparadora de la entrevista.

"Lo que nosotros vivimos en ese momento era parte de un contexto sociopolítico en el que el enemigo, que aún hoy sigue estando, intentaba destruirnos como personas para de esa manera anular el proyecto político. Desde ahí, uno lo tiene que hacer bastante mental para salir a flote y tener una vida relativamente normal. Las cosas que pasaron y que todavía hoy siguen pasando, como coletazos de esa época, son muy duras para el pueblo argentino a nivel general. Entender lo que pasó es una forma de poder sobrellevarlo", afirma Luciano.

Milagros destaca la red que desde un primer momento han conformado junto a otras familias que también sufrieron detenciones, represión y desapariciones: "Es una red que nos fue sosteniendo siempre", valora.

En consonancia con sus hermanos, Marisa plantea que "se resiste desde la solidaridad, desde conocerte fuertemente y anclarte con estas otras personas, con estas otras familias. Lo que se vivió a partir del '76 todo el país lo vivió desde muchos aspectos, fue un aprendizaje personal pero también social. Tenemos el deber, la obligación, de plantearle a las próximas generaciones y a la historia que es posible en esas mazmorras generar una solidaridad absoluta, conocerte y salir íntegro. Es posible construir una sociedad con más pluralidad y más democracia", sentencia.

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"Tenemos el deber, la obligación, de plantearle a las próximas generaciones y a la historia que es posible en esas mazmorras generar una solidaridad absoluta, conocerte y salir íntegro. Es posible construir una sociedad con más pluralidad y más democracia", sostiene Marisa.

La primera vez que los Almirón testificaron en una causa judicial por delitos de lesa humanidad fue en el 2009. Desde entonces, los hermanos han participado en distintos procesos, algunas veces en calidad de testigos y otras en calidad de víctimas. "Declaramos exactamente lo que pasó en aquella época, las violaciones flagrantes a los derechos humanos. Y volvemos al principio: que el proyecto de dominación tenga como objetivo meter presa a una niña de 14 años deja explícito que no querían que pensemos, no querían que hablemos, no querían que ejecutemos una vida mejor para todos", advierte Luciano.

"Participamos en la primera causa a (Víctor Hermes) Brusa como testigos, y he participado en otras causas como víctima. Todas estas situaciones en las que hay que revivir las torturas tienen un costo emocional muy alto para todos los que se deciden a participar en los juicios. Pero en el diálogo con la historia, en ese proceso, uno encuentra mojones que implican estar del lado de la vida, como los hijos. Vivir es un homenaje constante a los 30.000 compañeros desaparecidos que no pudieron, y nosotros sí pudimos", concluye Milagros.

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