Sami Alonso siempre tuvo algo que decir y hacer, desde mucho antes de convertirse en la influencer y líder de opinión que es hoy. Una investigación sobre estereotipos de belleza que realizó estudiando Trabajo Social la llevó a conectar con el activismo gorde y se sintió muy identificada por su propia vivencia. En Instagram comenzó a mostrar su panza, sus pliegues, sus looks, a modelar y a escribir sobre sus ideas y la diversidad corporal. Además, creó su propia marca de ropa deportiva con talles inclusivos, Kalista Sport.
Fue una de las impulsoras de la Ley de Talles y ahora está trabajando en un proyecto de ley que será presentado en el Congreso el próximo 10 de junio para garantizar el acceso a la salud integral de las personas gordas. En una entrevista exclusiva con AIRE, reflexionó sobre la discriminación de los cuerpos gordos de las mujeres, la necesidad de una moda inclusiva, y sobre cómo fue convertirse en influencer de la diversidad corporal.
- ¿Cómo ves la discriminación de los cuerpos gordos específicamente en las mujeres?
- Esto va más allá de la diversidad corporal. Es pensar cómo funciona el mercado y el deseo de los cuerpos en el patriarcado, que lo que te dice es que al hombre se le va a permitir un montón de cosas que a la mujer no. Y nosotras como femineidades vamos a tener que tener determinado cuerpo para ser una mujer valiosa, linda, pero no por nosotras, sino para gustarle a un varón. Nuestros cuerpos están sexualizados, expuestos, son objetos de burla, de opinión pública, y esa base se desencadena todo lo demás. Al varón no se le exige tanto como a nosotras que tenemos que estar lindas, hacernos tratamientos, estar delgadas, ser madres, parir, volver a tener el mismo cuerpo que antes en tiempo record, ser jóvenes eternamente.
- ¿Considerás las redes sociales como una herramienta para incluir otros cuerpos en la comunicación?
- Hay ciertos lugares de poder como los medios de comunicación, la política, cargos altos en empresas, donde se accede si sos flaca, cosa que a los hombres tampoco se les exige. Las redes en este sentido se pueden tomar como un medio para difundir mensajes inclusivos, más allá del algoritmo que siempre muestra lo mainstream. Depende de lo que el usuario consuma. Hay una batalla cultural que se da en las redes, pero para mí la batalla cultural es en la calle, en los encuentros con la gente, en la capacitación a los docentes, al personal de salud, para que nos respeten y puedan ver que queremos una vida digna, la batalla cultural está en lo político.
- ¿Qué relación tiene la diversidad corporal con la moda?
- Hoy en día, en los últimos años, cambiaron mucho los consumos. Hay un mercado emprendedor que creció y que tiene otros valores que no son funcionales a la moda hegemónica. Hay emprendimientos a los que realmente les interesa incluir diversidad de talles, que la comunicación sea de la diversidad corporal, que incluya identidades que sean respetadas y representadas. Quizás la respuesta política es pensar que si no podemos transformar al propio sistema, podemos generar un consumo alternativo. Que sea mucho más solidario, consciente de la cuestión política, lo que hay detrás de la prenda, si está hecha en condiciones horizontales de producción, con un equipo de marketing inclusivo, y que tiene una buena tabla de talles. Sigue siendo un consumo desigual, pero mientras tanto, el consumo es político. Deberíamos elegir los lugares que devuelvan la dignidad a nuestros cuerpos, y que hagan valer un derecho que la casa mainstream no, porque no quieren relacionarse con cuerpos gordos y eso es gordo-odio.
En sus inicios, Sami Alonso comenzó a investigar y a escribir en Facebook cosas que le pasaban, y sus publicaciones tenían mucha repercusión. Al mismo tiempo empezó su carrera como modelo profesional, entonces mezcló moda con activismo. Se considera una "gorda fashion", pero su pasión por lo político y por problematizar es más profundo. Le encanta escribir y generar esa incomodidad en el otro con la palabra, más que estar en un desfile. Empezó a hacer fotografía, pero siempre con un mensaje social. Tiene fotos hechas con las marcas en su cuerpo por la ropa, desnudos, hubo muestras fotográficas de sus pliegues.
Luego empezó a ser voluntaria en Any Body Argentina, fue una de las impulsoras y voceras de la Ley de Talles nacional. Ahí tomó una decisión personal de ser activista, comenzaron los talleres, las capacitaciones, los viajes también, y creó su propia marca de ropa.
- ¿Cuál es la respuesta de los seguidores? ¿Cómo conformas tu colectivo?
- Siempre tuve una comunidad chica y fiel, pero en la pandemia me volví viral con un video de una sección que tengo que se llama "El closet de la gordura". Era básicamente problematizar distintas cuestiones que tienen que ver con la gordura en mini documentales de cinco minutos. En uno de esos videos que se llamaba "La panza del asco" mostré mi panza, mis pliegues, me grabé un poco desbordada y lo subí. Ese contenido se hizo viral y pasé de tener 9.000 seguidores a 20.000. Fueron días y días de brindar notas y recibir mensajes. Luego mi segundo crecimiento fue cuando me escribió Nazarena Vélez para hacer un vivo en Instagram porque quería hablar sobre lo que le había pasado con su cuerpo, con el consumo de anfetaminas. Ahí formamos un vínculo y ella me dio muchísima ayuda con el emprendimiento.
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- ¿Cómo fue el proceso de la ley de talles?
- Fue largo. Presentamos un proyecto con Victoria Donda de Any Body Argentina en 2017. No se llevó a cabo, hubo mucha resistencia de la Cámara de la Industria. Después de mucha presión, se aprobó el proyecto que está ahora, que estamos esperando que el Inti nos entregue las muestras del estudio antropométrico, y a partir de ahí se va a armar el Suniti, que es el Sistema Único y Normalizado de Talles, para saber qué talles tenemos los argentinos.
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