Como ejemplo, muchos famosos han manifestado su decisión de no compartir fotos de sus hijos en las redes sociales y evitar exponer su intimidad pensando en el impacto que esto puede tener para ellos.
Tal es el de Dalma Maradona, quien no comparte imágenes en las que se vean los rostros de sus dos hijas. “Tanto a su papá como a mí nos gustaría que ella pueda decidir si quiere que todos opinen de su cara, su ropa, sus cosas y que la reconozcan por la calle”, explicó sobre el motivo por el cual no mostraba a su hija mayor, Roma.
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La práctica de exponer a los niños en Internet se denomina sharenting.
Lo mismo sucede con Camilo y Evaluna Montaner, quienes solo comparten en sus redes sociales fotos en las que su hija Índigo se muestra de espaldas o con el rostro tapado.
La práctica de exponer a los niños en Internet se denomina sharenting y puede tener serias consecuencias tanto para la seguridad como para la salud psicológica de los menores, por lo tanto, merece ser revisada.
Los límites entre lo íntimo, lo privado y público
“La palabra sharenting no tiene una traducción literal, pero es básicamente la sobreexposición de niños por parte de los adultos en redes sociales sin su consentimiento”, explica Rodrigo Álvarez, especialista en ciberseguridad y coordinador de la ONG Argentina Cibersegura, en diálogo con AIRE.
Según el experto, esta problemática tiene raíz en la falta de educación digital de los adultos y, en consecuencia, de los propios niños, sobre la privacidad y los riesgos que implica el compartir imágenes en Internet.
Rodrigo Álvarez es máster en Ciberseguridad (CISO) y analista criminal. Actualmente, se desempeña como consultor privado. Es coordinador de la ONG Argentina Cibersegura, docente universitario y profesor del Instituto de Seguridad Pública de Santa Fe.
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Rodrigo Alvarez, especialista en ciberseguridad.
Una publicación inofensiva puede contener mucha información sobre los menores y su vida cotidiana que puede ser utilizada con malas intenciones. Además, compartir imágenes de los niños sin su consentimiento puede derivar en situaciones de ciberbullying y tener serias consecuencias emocionales.
“Muchas veces los adultos no tienen claro qué es lo que pasa en Internet cuando se sube una foto, un video o datos personales. Cuando publicamos perdemos el control sobre ese contenido, deja de ser nuestro. Podemos borrar una publicación, pero los sistemas generan registros y existen recursos para recuperar ese material que en algún lugar queda almacenado. Por eso el consejo es siempre pensar dos veces antes de publicar. Es fundamental la alfabetización y la concientización de las nuevas generaciones para que tengan en claro qué es privado, qué es íntimo y qué es público”, resalta el especialista.
La tecnología y los riesgos que conlleva
Las fotos y videos que los adultos comparten en las redes contienen mucha información sobre la vida de sus hijos. Al publicar, cabe preguntarse quién va a ver esas imágenes, si alguien podría descargarlas y con qué fin.
En este sentido, Álvarez alerta sobre la posibilidad de que una foto que es inocente para una madre, pueda ser observada con una mirada con una connotación sexual por parte de otros adultos y utilizada con fines delictivos. “Me ha tocado investigar casos de abuso sexual en línea, lo que se conoce como grooming, en los cuales las captaciones de menores se realizaron a través de las redes sociales. Cada foto que subimos puede tener datos como un escudo del colegio en el buzo, las personas que integran la familia, horarios, etc., que pueden ser utilizados por ciberdelincuentes que se dedican a hacer ingeniería social”, puntualiza.
Se duplicaron los ataques de ciberdelincuentes en la Argentina durante el 2021
Los adultos no son conscientes de las consecuencias que puede acarrear el hecho de exponer a menores de edad en las redes.
El experto sostiene que el mayor inconveniente a la hora de preservar a los niños de los riesgos que implica el sharenting está en el desconocimiento de los adultos sobre seguridad en el mundo digital. Por eso considera fundamental tomar conciencia sobre los peligros que hay en Internet, y saber que hay datos muy sensibles que no deben ser publicados.
Impacto emocional
Otro gran problema que puede generarse como consecuencia del sharenting aparece a nivel emocional. Subir, sin consentimiento de los niños, una foto que puede resultar graciosa o simpática para los padres, puede ser utilizada como meme o con fines de burla por otras personas y propiciar situaciones de ciberbullying.
“A los nenes no les interesa que les saquen una foto y quedar expuestos en las redes. Ellos no están preparados para recibir un mal comentario sobre su cara o la ropa que tienen puesta. Lo más probable es que esa exposición les genere vergüenza, frustración, ansiedad o tristeza”, explica Álvarez.
El analista asegura que esta problemática se presenta muy a menudo en las escuelas donde se generan situaciones de bullying muy difíciles de contener, ya que las burlas y los comentarios se instalan en las plataformas digitales, por fuera del alcance de las familias y de las instituciones educativas.
“Como padres -reflexiona- no podemos delegar toda la responsabilidad en las escuelas; debemos asumir un rol activo en la educación digital de nuestros hijos y construir acuerdos para la convivencia digital”.
Recomendaciones para evitar los riesgos del sharenting
Para finalizar, Rodrigo Álvarez ofrece una serie de recomendaciones a tener en cuenta para trabajar con los más chicos y evitar riesgos a la hora de utilizar Internet:
- Pensar dos veces antes de subir una publicación. Reflexionar si lo que se va a compartir pertenece a la esfera de la intimidad de los menores y en las posibles derivaciones de exponerlo en redes.
- Involucrarse en las tecnologías que utilizan los niños y adolescentes. Es fundamental sentarse con ellos y explorar cómo funcionan los juegos en línea o las redes como Instagram, TikTok o YouTube; también conocer qué datos piden para utilizarlas, las contraseñas y factores de autenticación, y con qué personas se relacionan en ellas.
- Configurar la privacidad y seguridad. Ajustar dispositivos y cuentas según el perfil de los menores para garantizar un uso seguro según la edad de cada miembro de la familia para evitar exponerlos a contenido sexual o violento inapropiado.
- Fomentar el diálogo sobre las nuevas tecnologías en familia. En vez de demonizar las redes sociales, es clave enseñar a los más chicos a utilizarlas con precaución, establecer acuerdos de uso y marcar qué puede compartirse y con qué cuidados.