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Sociedad Ruaga | Santa Fe |

Por qué se demoran las adopciones en Santa Fe: cuando el tiempo está en contra de los derechos

Para que una nena o un nene sea adoptado, hay muchos actores en juego y procesos por hacer. La pregunta es por qué pasan meses, y hasta años, en familias solidarias o instituciones cuando hay parejas que los esperan. Uno de los problemas es las edades de los niños y que muchas veces tienen hermanitos de los que no se los puede separar. 

"¿A vos te parece que un nene de 8 años no necesita una familia?" La pregunta de María Lorena Bianchi, integrante del Servicio de Apoyo a la Adopción Rosario (SAAR), se complementa con una afirmación: "Mucha gente cree que un bebé no tiene historia y eso es ridículo, no viene con cuenta en cero”. Bebés recién nacidos para adoptar hay muy pocos: la historia de León, abandonado en la calle al nacer, es una excepción. El punto nodal es que las nenas y los nenes son declarados "en situación de adoptabilidad", después de graves maltratos. Pasan larguísimos meses entre que se los retira de su familia original –lo que se llama "medida excepcional"– y son adoptados. En el medio, los equipos de la Secretaría de Niñez intentan no sacarlos de su "centro de vida". Es decir que buscan familia ampliada, vecinas, alguien que quiera hacerse cargo. ¿Qué pasa entonces? Hay nenas y nenes que pasan años en familias solidarias y en instituciones mientras hay personas -en general parejas– que esperan muchos años la llegada de una posibilidad de adoptar.

Entre esas dos puntas del lazo, están el sistema de protección integral a la infancia, el Registro Único Provincial de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga) y el Poder Judicial.

Según la Dirección Nacional de Registros de Guarda con Fines Adoptivos, en la provincia de Santa Fe hay 426 inscriptos para adoptar: el 56% acepta grupos de niños y el 41% está dispuesta a adoptar a nenes con discapacidad o enfermedades. En tanto, desde la Secretaría de Niñez de la provincia, afirman que hay 300 chicos en toda la provincia en proceso adoptivo. “El objetivo primordial es acortar todos los tiempos de niños y niñas que están en medidas excepcionales”, expresó Inés Colmegna, directora provincial de Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia.

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Desde otro lugar, el juez Marcelo Molina plantea que “el tiempo de espera que importa para el Estado es el del pibe que necesita una familia y no la tiene. En realidad, para ese chico hay un tiempo de espera anterior, desde el momento en que se empieza a producir la violación de derechos, desde que alguien detecta eso hasta que la Niñez lo saca de esa casa”. En 2020, en la provincia se tomaron 160 medidas excepcionales.

Molina es camarista en lo Civil y Comercial y fue durante años juez de familia. Escribió el libro "¿Cuánto tiempo es un tiempito?", en el recoge testimonio de niñas y niños que pasaron por su juzgado. Molina es taxativo: “Si todas las madres de Argentina estuvieran en condiciones subjetivas de criar niños, no habría adopciones”.

Para Molina, “la única cosa cierta es que hay mucha gente que espera mucho tiempo. Vos tenés mucha gente que espera porque quiere bebés, o niños solos, sanos y menores de tres años, porque la verdad es que si lo que quisieran es adoptar adolescentes, sería inmediato”. El juez considera que “este es un problema de chicos que esperan tener una familia adoptiva”.

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El derecho de niñas y niños es la palabra mágica. Lo más difícil es garantizarlo.

“La persona que va a adoptar va pensando en lo que necesita. Y la adopción es darle a un niño lo que necesita. Entonces, hay que cambiar el paradigma mental”, agrega Bianchi. El SAAR recibe a esas parejas, o personas, y brindan un taller con acompañamiento de psicólogas, una técnica en Niñez y abogadas. Bianchi cuenta que tienen “cada vez más personas dispuestas a adoptar nenes más grandes o hermanitos”. En su experiencia, la adopción supone una situación “hermosa” de “revincular con su infancia” a niñas y niños que vienen con una historia dramática.

Quienes están inscriptos desde hace años en el Ruaga maceran un malestar: sienten que la única voz que no es tenida en cuenta es la de las personas que quieren adoptar. Y temen decirlo porque consideran que el Registro es arbitrario, porque depende de sus evaluaciones la decisión de qué familia será la mejor para los niños en estado de adoptabilidad.

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"Hay mucha gente que espera porque quiere bebés, o niños solos, sanos y menores de tres años, porque la verdad es que si lo que quisieran es adoptar adolescentes, sería inmediato", explica el juez Molina.

El gran abismo es el tiempo de espera: para una niña o un niño, cada día cuenta. “No podemos permitir que los chicos se perpetúen en el tiempo, tanto en las instituciones, como en las familias solidarias. Con el cambio del Código Civil y Comercial, se le viene a poner un coto de 180 días a las medidas excepcionales. Pero no se cumple. Y hay que resolver porque en la vida del chico, el tiempo es hoy y hay que darle la posibilidad de que vuelva a generar un vínculo y tener una familia”, dice Claudia Calvete, referente nacional del Grupo de Padres Adoptivos y en Espera de Rosario.

“Nosotros recibimos a quienes quieren adoptar desde nuestro recorrido y nuestras vivencias. La mayoría somos familias por adopción, con niños más grandes, grupos de hermanos y somos testigos de que se puede. Por eso apuntamos a fortalecer a esas familias que se están preparando para niños de más de ocho años y grupos de hermanos”, sigue Calvete, quien admite que “la mayor parte de las familias que se anotan tienen la falsa idea o esa ingenua idea de que van a adoptar niños chiquitos o recién nacidos. En la provincia de Santa Fe y en la Argentina, los niños vienen con historias difíciles”. Para eso hacen encuentros mensuales de formación, y también impulsan cuatro leyes, nacionales y provinciales. La gratuidad de todo el proceso adoptivo, la licencia por “mapaternidad” adoptiva en el sector privado y la atención integral de salud a través de la obra social Iapos, son algunas de esas iniciativas.

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Cuando se habla de demoras, las responsabilidades corren como una pelota de ping-pong. “El estado de adoptabilidad es una consecuencia de la medida excepcional que toma la Secretaría de Niñez. Lo único que puede hacer el juez es controlar lo que hace Niñez y cuando demora, que a veces demora mucho, intimar. La ley no da ninguna otra sanción”, dice el juez Molina.

Por su parte, la subsecretaria de Promoción y Protección de Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia, Alejandra Fedele, asegura que trabajan en la articulación con el Ruaga, desde que iniciaron su gestión en diciembre de 2019. “A veces, el tribunal tarda muchísimo en definir de dar la sentencia definitiva en el proceso adoptivo. Esos chicos quedan en los centros residenciales hasta que el juzgado decide dar la sentencia. En muchos casos pasan hasta 3 o 4 años”, apunta y subraya que hay “300 chicos con procesos adoptivos en la provincia. En el centro sur, hay 15 que están para irse con las familias, también tenemos 100 chicos con proceso adoptivo. Y hay adolescentes, a los que el Ruaga está buscándoles familias”. Por eso, hasta el 10 de junio está abierta una nueva inscripción.

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