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Sociedad Educación inclusiva | discapacidad | clases

Educación y discapacidad: la historia de Valentina y el desafío de empezar primer grado

Comenzar la escuela primaria supone un desafío tanto para los chicos como para sus familias. Este reto se vuelve aún más complejo cuando se trata de un niño con discapacidad. Valentina Giobergia y su familia comparten en esta nota la experiencia de iniciar primer grado con miedos e incertidumbre, pero también con la esperanza de encontrar el mejor lugar para aprender y crecer.

Este año, la vuelta a clases se vive de manera especial en la casa de la familia Giobergia. Valentina, la más pequeña de sus hijos, comienza primer grado. Hay miedos y expectativas, preocupación y un poco de incertidumbre.

Valen tiene 6 años, rulos rubios y una sonrisa hermosa. Poco tiempo después de nacer fue diagnosticada con parálisis cerebral. Creció entre visitas médicas y terapias, pero siempre rodeada del afecto de su familia.

Sus papás, Eugenia y Humberto, y sus tres hermanos mayores, Facundo, Santiago y Bruno; son quienes ahora también acompañan su paso hacia primaria con el deseo de que ella, además de aprender, pueda como todo niño participar activamente de la escuela, divertirse y disfrutar.

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Valen tiene 6 años, rulos rubios y una sonrisa hermosa.

Valen tiene 6 años, rulos rubios y una sonrisa hermosa.

El nivel inicial

Cuando Valentina inició su recorrido en la escuela tenía tan solo algunos meses. Hasta los tres años asistió al Jardín “José Pedroni”, luego sus papás, Eugenia y Humberto, decidieron que vaya a una escuela especial.

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“En ese momento, en la primera entrevista que tuvimos, nos preguntaron qué queríamos para nuestra hija. Nosotros planteamos que buscábamos un lugar que atienda mejor sus necesidades, ya que la escuela común no estaba siendo suficiente ni estaba pudiendo contenerla. También nos preguntaron si queríamos que esté integrada en una escuela común y nosotros dijimos que sí. Lo hicimos con un total desconocimiento de lo que implicaba una integración. Así arrancó el camino”, recuerda la mamá.

Así fue que durante el nivel inicial Valen asistió, a la par, a la Escuela Especial “Sara Faisal” y al Jardín de Infantes “Sara Faisal”; además, como tiene dificultades para ver, concurría a la Escuela Especial Nº 2075 para alumnos con discapacidad visual “Dr. Edgardo Manzitti".

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Humberto explica que Valentina se comunica mucho mejor cuando está en familia o en la escuela con tan solo cuatro nenes y dos maestras.

Humberto explica que Valentina se comunica mucho mejor cuando está en familia o en la escuela con tan solo cuatro nenes y dos maestras.

Su familia reconoce que la integración entre las tres instituciones resultó en una buena experiencia.

La primaria: nuevos desafíos

La trayectoria escolar de Valentina para este 2024 todavía es incierta. Sus papás saben que seguirá asistiendo a la escuela especial “Sara Faisal” como hasta ahora, pero aún no se decidió de qué manera se integrará con una escuela de nivel.

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Eugenia explica que “la integración con una escuela común es algo que propone la escuela especial, y digo ‘propone’ entre comillas porque es una sugerencia un poco obligatoria”.

“Aún no sabemos -agrega- qué días, horarios y materias nos van a proponer. A nosotros nos gustaría que ella se integre, por ejemplo, en la hora de música, algo que ella disfruta mucho. Sabemos que Valen puede participar activamente en una clase de ese estilo; en cambio, en una lengua o matemática no puede hacerlo, solo estaría ahí sentada sin hacer nada”.

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Eugenia señala que “la integración con una escuela común es algo que propone la escuela especial, y digo ‘propone’ entre comillas porque es una sugerencia un poco obligatoria”.

Eugenia señala que “la integración con una escuela común es algo que propone la escuela especial, y digo ‘propone’ entre comillas porque es una sugerencia un poco obligatoria”.

A diferencia del nivel inicial que se da en un ámbito de mesas grupales, sillas bajas y dinámicas lúdicas; la escuela primaria se presenta como un espacio más formal. Estos cambios traen para los Giobergia muchas inquietudes.

“Me parece interesante remarcar el cambio que se da cuando los chicos empiezan la primaria, no es lo mismo que el jardín. Yo fui a conocer la escuela con la que Valentina integraría, es una institución parroquial chiquita, muy predispuesta, que tiene solo cuatro grados, pero no deja de haber un aula con pupitres individuales donde todos los niños van a estar sentados mirando al frente. No queremos restarle el tiempo valioso que para ella representa asistir a la escuela especial en el que adquiere aprendizajes que son muy importantes para ella. Por ejemplo, cuando empezó salita de tres, luego de 15 días ya tomaba en vaso, fue un logro muy significativo”.

Un espacio para crecer

Eugenia insiste en la importancia que tiene la educación especial para su hija a la hora de encarar este primer grado. Como mamá, siente angustia ante la posibilidad de que, por tener que asistir a la escuela común, Valentina pierda el tiempo de calidad que significa la escuela especial y la enseñanza concentrada e intensiva que esta le aporta.

Comenta también que en el afán de que todos los chicos vayan de forma obligatoria a una escuela primaria común algún directivo le ha llegado a decir que con su postura le estaba sacando a su hija el derecho a la educación. “En ese momento me puse a llorar -reconoce- después me di cuenta que no era así. En este proceso una tiene momentos en los que está más fuerte que en otros”.

En este sentido, agrega que la escuela especial también significa para las familias un lugar de apoyo y contención. Compartir la misma realidad con otros padres es un sostén fundamental.

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Eugenia indica que la escuela especial también significa para las familias un lugar de apoyo y contención.

Eugenia indica que la escuela especial también significa para las familias un lugar de apoyo y contención.

“Te encontrás con otro al que le pasa lo mismo que a vos, que está tan agotado como vos, que tiene los mismos problemas con la obra social o con el médico… Es una comunidad que no encontrás en la escuela común porque no se comparten las mismas necesidades ni las mismas dinámicas. Para nosotros es muy importante”.

Un problema educativo y social

Como familia, los Giobergia destacan que la propuesta de inclusión obligatoria es positiva ya que busca integrar a los niños con discapacidad y, a la vez, educar al resto para convivir con la diversidad.

Sin embargo, aclaran que esa “buena intención” aplicada de manera general trae algunos problemas para muchos chicos como Valentina, que por su condición no pueden aprovechar gran parte de lo que les ofrece la escuela común.

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Los Giobergia destacan que la propuesta de inclusión obligatoria es positiva ya que busca integrar a los niños con discapacidad y, a la vez, educar al resto para convivir con la diversidad.

Los Giobergia destacan que la propuesta de inclusión obligatoria es positiva ya que busca integrar a los niños con discapacidad y, a la vez, educar al resto para convivir con la diversidad.

“En el caso de Valen -detalla Humberto- tiene parálisis cerebral, un marcado retardo cognitivo y no ve bien, lo cual la desintegra del resto de los chicos aún más. Ella se comunica mucho mejor cuando está en familia o en la escuela con tan solo cuatro nenes y dos maestras. Un chico que tiene todas las capacidades cognitivas y se mueve en silla de ruedas puede tomar todo lo que la escuela le ofrece. Pero en nuestro caso lamentablemente esto no funciona. No se puede estandarizar”.

Para finalizar, a partir de compartir su experiencia con muchas familias que enfrentan los mismos desafíos, los papás de Valentina señalan un problema que se presenta ante la aplicación de las políticas de trayectoria única obligatoria.

“Está también la cuestión social. Nosotros tenemos todas las posibilidades y recursos, vivimos en el centro, tenemos trabajos que nos permiten estar presentes, contamos con movilidad y ayuda; pero estas reglamentaciones en otros contextos conspiran contra la escolarización de los chicos. Sabemos de papás de compañeros de Valentina que eligen sacarlos de la escolaridad obligatoria y enviarlos a un centro educativo terapéutico o centro de día porque tantos requisitos y burocracia les complican la vida, una vida que para los padres de un niño con discapacidad ya es de por sí muy complicada”.