Integrantes de la Asociación Civil “Ayuda a un Gato Santa Fe” estuvieron en el estudio de AIRE para contar las historias que hay detrás de cada uno de los gatos que rescatan. Con ellas llegó Ángel, un gato que sobrevivió a un brutal ataque de perros y que hoy, tras una larga recuperación, busca una familia que lo adopte.
Rescatando gatos en Santa Fe
Ángel no vino solo. También estuvieron Cleo y Alma, dos gatitas que lograron superar situaciones críticas gracias al trabajo constante de las voluntarias y hogares de tránsito. “Cleo tiene tres meses. Nos pidieron ayuda porque tenía la cabeza inclinada, se tambaleaba. Descubrimos que era sorda y tenía un problema neurológico. Hoy está hermosa”, contó Paula, una de las rescatistas.
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Alma, por su parte, fue encontrada por un grupo de niños en Santo Tomé, desnutrida, con múltiples enfermedades y sin poder moverse. “Estuvo ocho meses en mi casa y nadie la adoptaba. Al final, me di cuenta de que era para mí”, relató Natalia, una de las voluntarias.
Más allá de las anécdotas, las chicas remarcaron que hoy necesitan más que nunca ayuda. “Nos llegan muchos pedidos, pero no damos abasto. Sin casas de tránsito, no podemos rescatar más”, explicó Paula. Aclararon que Ayuda a un Gato se encarga de todo: comida, atención veterinaria, traslados. Solo hace falta un hogar temporario donde los animales se recuperen mientras esperan adopción.
El trabajo que hacen las chicas de Ayuda a un Gato Santa Fe no solo consiste en rescatar, sino en sostener emocional, económica y físicamente a cada animal. Y para eso, necesitan de más personas: “Lo que más necesitamos son hogares de tránsito. Nosotras nos hacemos cargo del alimento, la medicación y hasta los traslados. Solo necesitamos un espacio seguro donde puedan recuperarse”.
Cada uno de estos animales fue rescatado de la calle en condiciones extremas. Hoy son más de 70 los gatos que esperan ser adoptados. La mayoría ya no son bebés, pero siguen necesitando un hogar definitivo. “Los adultos tienen más herramientas para adaptarse, y ya están castrados, lo que facilita todo el proceso”, explicaron. “Mucha gente busca cachorros, pero no saben que un gato más grande es incluso más fácil de adaptar. Son limpios, independientes y muy compañeros”, contaron.
Desde la organización insisten: ser tránsito no es una decisión menor, pero puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. “Es la prueba de fuego. El animal llega con miedo, con hambre, con frío. Y en pocos días cambia todo: empieza a confiar, a jugar, a dormir tranquilo”, cuentan.
El trabajo que hacen las chicas de Ayuda a un Gato Santa Fe no solo consiste en rescatar, sino en sostener emocional, económica y físicamente a cada animal. Y para eso, necesitan de más personas: “Lo que más necesitamos son hogares de tránsito. Nosotras nos hacemos cargo del alimento, la medicación y hasta los traslados. Solo necesitamos un espacio seguro donde puedan recuperarse”.
También se puede colaborar haciéndose socio con una cuota mensual de $3000, donando alimentos, piedritas o difundiendo en redes.
Si querés ayudar, adoptar o sumarte como tránsito, entrá a Ayuda un Gato Santa Fe. Porque cada rescate, aunque no se vea, salva una vida.
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