25 años después de su cierre, el edificio del viejo hotel Ritz volvió a abrir sus puertas y en su historia se ve una luz de esperanza. Es que los dueños del edificio, que es Patrimonio Cultural Histórico-Artístico de la ciudad de Santa Fe, llegaron a un acuerdo con la inmobiliaria Remax y el inmueble se puso a la venta. Este jueves se realizó el primer recorrido por el subsuelo, la planta baja y los seis pisos. Estuvo destinado a los tasadores de la empresa.
Sonia Suárez, agente de venta, indicó a AIRE que llegaron a un acuerdo con la familia y que "el precio acordado con los dueños ahora es más accesible que el de hace varios años". Sin embargo, destacó que aún no lo pueden dar a conocer porque están ultimando detalles. Por su parte, Diego Baialardo, también de Remax, señaló que la idea es analizar la situación del edificio y definir un concepto. "El objetivo no es venderlo así como está, sino trabajar en una propuesta integral", aseguró.
Este jueves se acercaron al edificio los socios y tasadores de Remax, quienes recorrieron los distintos pisos del ex hotel y shopping. Durante el recorrido, AIRE pudo constatar que el estado del edificio en bueno en general. Las mayores complicaciones están en el último piso y la terraza, que están más expuestos a aire libre y el paso de las palomas. Para esta primera visita, el edificio no se reacondicionó, solo se limpiaron los pasillos y las escaleras para que sea posible recorrerlo sin inconvenientes.
El hotel Ritz se inauguró el 9 de diciembre de 1928, el mismo año en el que en Santa Fe se habilitó el paso por el Puente Colgante. La construcción estuvo a cargo de Carlos Iturraspe, su primer dueño. En 1973 sufrió la primera remodelación y en los primeros pisos se instalaron las oficinas del Banco de Intercambio Regional (BIR), en manos de Citibank. El último uso del edificio se hizo desde 1993 hasta 1995, cuando funcionó el shopping Plaza Ritz, recordado por su modernidad y belleza, además de poseer la primera escalera mecánica en la ciudad capital.
Hoy, la escalera está intacta en el interior y solo está afectada por la tierra, el excremento de las palomas y la basura que dejaron quienes entraron con y sin permiso. Después de años de silencio, uno de los edificios más importantes del centro de Santa Fe parece encontrar un futuro.
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