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Salud OMS | Argentina | obesidad

Inyección para adelgazar: el furor para bajar de peso que esconde riesgos reales

Los especialistas advierten que la semaglutida no es para cualquier paciente y solo debe usarse bajo indicación médica. Cuáles son sus efectos adversos.

La llegada de la semaglutida fabricada en Argentina encendió el entusiasmo en torno a un medicamento que nació para la diabetes tipo 2 y que luego mostró buenos resultados en personas con obesidad grave.

La OMS ya lo ubicó entre los fármacos indispensables para tratar la obesidad, un paso que presiona a las obras sociales para ampliar la cobertura.

Aun así, la licenciada en Nutrición Gisela Manucci (MP N° 1.116) pide poner freno al impulso y mirar el panorama completo: la semaglutida no es para cualquier paciente y solo debe usarse bajo indicación médica.

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Los especialistas advierten que la semaglutida no es para cualquier paciente y solo debe usarse bajo indicación médica.

Los especialistas advierten que la semaglutida no es para cualquier paciente y solo debe usarse bajo indicación médica.

En diálogo con AIRE, Manucci aclara que toda la evidencia disponible surge de estudios en personas con patologías severas como obesidad grave, obesidad mórbida y pacientes con comorbilidades metabólicas como diabetes o enfermedad cardiovascular. No hay estudios en personas que simplemente buscan bajar unos pocos kilos.

“Ese no es el uso correcto”, sostiene la especialista sin vueltas al ser consultada sobre la eficacia de la inyección para bajar de peso. Y señala que el problema es doble. Por un lado, una cultura que sigue buscando soluciones instantáneas. Por otro, la presencia de profesionales que la indican sin el respaldo clínico necesario.

El lado B de la droga del “peso ideal”

Los efectos adversos están lejos de ser un detalle. Los más frecuentes se sienten en el sistema gastrointestinal: náuseas, vómitos y diarreas. También pueden aparecer cefaleas o migrañas. Entre los efectos más graves, aunque menos habituales, se registran pancreatitis y problemas renales. Todo esto refuerza la idea central de la especialista: solo un médico puede evaluar si una persona es candidata o no al tratamiento.

Otro punto clave es la duración. La semaglutida funciona mientras se la usa. El tratamiento es crónico, como ocurre con la diabetes o la hipertensión. Al suspenderla, se recupera hasta dos tercios del peso perdido y suele aparecer un aumento de grasa abdominal. El costo del medicamento complica la continuidad en muchos pacientes. Cuando no pueden sostenerlo y lo abandonan, aparece el rebote que ya está documentado por los propios laboratorios.

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Lo viejo funciona: alimentación saludable y actividad física

Ante esto, Manucci vuelve a lo esencial. “Lo viejo funciona”, insiste. La base del tratamiento metabólico sigue siendo la alimentación adecuada y la actividad física. Incluso durante el uso de la semaglutida, porque sin hábitos sostenidos se corre el riesgo de perder masa muscular en lugar de grasa, lo que enlentece el metabolismo y perjudica cualquier progreso.

Para quienes no tienen obesidad ni comorbilidades, pero igual quieren probar si “la inyección que baja kilos”, la recomendación es clara: frenar. Informarse, consultar, entender los riesgos y tener presente que bajar rápido no significa sostener el cambio. “Probablemente bajen de peso, sí. Pero no lo van a mantener”, advierte Manucci.

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 La base del tratamiento metabólico sigue siendo la alimentación adecuada y la actividad física.

La base del tratamiento metabólico sigue siendo la alimentación adecuada y la actividad física.

También apunta a un componente que suele quedar afuera del debate: la conducta alimentaria. Trabajar con psicología es parte del proceso, porque ningún medicamento cambia hábitos por sí solo. En los casos que lo necesitan, pueden sumarse cirugías o intervenciones endoscópicas, pero siempre dentro de un enfoque interdisciplinario.

El mensaje final es simple y directo. No hay soluciones mágicas. Los medicamentos para bajar de peso, incluida la semaglutida, deben ser recomendados y no son para cualquier paciente. La información confiable no está en redes sociales ni en chats automáticos. “Las decisiones sobre salud se toman con profesionales”, resume Manucci. Y en ese punto no negocia: sin acompañamiento real y sin cambios de hábitos, ningún tratamiento funciona.