Cuando a fines de los ochenta Pablo Berra leyó en el diario de Santiago del Estero que ofrecían un lugar a jóvenes que no fueran judíos y estuvieran dispuestos a vivir en una granja comunitaria en Israel, jamás pensó que la decisión que tomaría en ese preciso momento lo convertiría tres décadas después en el primer argentino del planeta en recibir una vacuna experimental para frenar una pandemia mundial. Parece de ciencia ficción, pero se trata de la estricta realidad.
Pablo se convirtió hace 26 días en el primer y único argentino en recibir la renombrada vacuna contra el coronavirus que generaron científicos de la Universidad de Oxford, Inglaterra, y que comenzará a ser producida en poco tiempo en la Argentina y en México. El lunes próximo, recibirá una segunda dosis.
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Nació en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, pero cuando apenas tenía tres años sus padres se mudaron a Santiago: "No soy argentino, soy santiagueño", advirtió con una sonrisa este viernes desde Sudáfrica en comunicación con el programa Creo, que se emite cada primera mañana en Aire de Santa Fe.
Cuando a fines de los ochenta tomó aquella aventurada decisión de vivir en un kibutz de Lehavot Haviva, Israel, inició un camino que lo marcaría de por vida. En ese lugar, conoció a Savita, una hindú sudafricana. Se enamoraron y desde hace 12 años decidieron instalarse en el país de su esposa. Desde entonces, están radicados en Gerhardsville, una población rural a medio camino entre Johanesburgo y Pretoria. Allí, Pablo da clases de español y mantienen una pequeña granja donde cultivan lo que comen y los ayuda a generar dinero en medio de la pandemia.
La entrevista de la televisión
Sudáfrica es uno de los países más golpeados por el coronavirus. Una noche, mientras miraba televisión, Pablo vio una entrevista en la que se invitaba a voluntarios dispuestos a probar una vacuna que estaba siendo desarrollada en Oxford. Se necesitaban 2.020 voluntarios. Entre ellos, 50 debían ser portadores de HIV. Para el resto, las condiciones eran precisas: tener entre 18 y 65 años, no padecer diabetes, hipertensión u obesidad. Y, obviamente, estar dispuesto a enfrentar cierto grado de riesgo.
Fiel a su estilo, Pablo tomó rápidamente la decisión. Envió un mensaje al correo electrónico que aparecía en pantalla. Al día siguiente, ya se encontraba en el laboratorio donde comenzaron a realizarle diversos análisis para determinar si era apto para las pruebas. El 20% de quienes se presentaron inicialmente, fueron rechazados porque ya habían padecido coronavirus pero nunca lo notaron, por ser asintomáticos.
El 20 de julio Pablo recibió la primera dosis. Al día siguiente, comenzó a sentir frío. Y cuando estaban por cumplirse las primeras 50 horas de la inoculación, los síntomas se hicieron más evidentes: dolores musculares en las piernas, dolor de cabeza y 37,9 grados de temperatura.
El 20 de julio Pablo recibió la primera dosis. Al día siguiente, comenzó a sentir frío. Y cuando estaban por cumplirse las primeras 50 horas de la inoculación, los síntomas se hicieron más evidentes: dolores musculares en las piernas, dolor de cabeza y 37,9 grados de temperatura.
Rápidamente se contactó con el laboratorio, donde le dijeron que se tratara con un simple paracetamol. Así lo hizo, hasta que de a poco los malestares fueron desapareciendo. "Otros voluntarios tuvieron síntomas parecidos. Las piernas duelen como cuando uno corre varios kilómetros luego de cinco años de inactividad. Como hacés mucha gimnasia y empezás a sentir el cansancio repentino", explicó Pablo en Creo.
Con una vacuna no alcanza
Durante estos 26 días, Pablo debió someterse a constantes hisopados. Todos dieron negativo. Y si bien inicialmente le explicaron que recibiría sólo una dosis de la vacuna, luego le comunicaron que sería necesario una segunda. Al principio se asustó por la novedad, pero luego lo tranquilizaron: los científicos comprobaron que los anticuerpos se producían en el 91 a 95% de los pacientes y que para cubrir a la totalidad de los casos era necesario un refuerzo.
Será este lunes, por la mañana, en el mismo laboratorio de siempre: "Allí trabajan todas mujeres y cada vez que voy me expresan mucha confianza. Por eso siento tanta tranquilidad", afirmó. Durante 12 meses, Pablo y el resto de los voluntarios continuarán siendo estudiados.
Si bien ya no hay dudas de que la vacuna genera las defensas necesarias contra el coronavirus, los científicos quieren analizar si existen efectos colaterales.
Es que si bien ya no hay dudas de que la vacuna genera las defensas necesarias contra el coronavirus, los científicos quieren analizar si existen efectos colaterales. De hecho, jamás en la historia de la ciencia se avanzó tan rápido y se decidió comenzar con las pruebas en humanos como en este caso.
A los 54 años, este santiagueño que vive en Sudáfrica se convirtió en el primer argentino en recibir una vacuna que pronto comenzará a producirse en el país. Mientras aguarda los resultados de cada hisopado, continúa con los recaudos necesarios. El coronavirus no perdona: "Tengo enfermos en mi familia, entre mis amigos y mis vecinos. Así que debemos cuidarnos todos. Esto está saliendo muy bien, así que estoy tranquilo. Nunca tuve miedo. Detrás de este proyecto hay universidades, fundaciones y gobiernos importantes. Yo sabía que nada malo me pasaría".
La entrevista completa con Pablo Berra, en Creo
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