Si querés un postre veraniego que no requiera prender el horno y que sea más fresco que los budines tradicionales, esta receta te va a encantar. Se trata de un budín frío de yogur y durazno, una versión distinta, suave y muy fácil de preparar que no necesita limón para levantar sabor: la fruta y el toque de miel hacen todo el trabajo.
La textura final queda entre budín y mousse, perfecta para servir bien fría después de un almuerzo liviano o como postre para invitados. Además, solo requiere ingredientes simples que probablemente ya tengas en casa.
Ingredientes
2 potes de yogur de vainilla (300 g en total)
200 g de duraznos en cubitos (pueden ser frescos o en lata)
Procesá las galletitas y mezclalas con la manteca derretida. Colocá la mezcla en la base de un molde para budín o una budinera y presioná bien. Llevá a la heladera.
2. Activar la gelatina
Hidratá la gelatina con 4 cucharadas de agua fría. Una vez lista, calentala unos segundos en microondas hasta que se vuelva líquida.
3. Mezclar la crema con el yogur
Batí la crema a medio punto y mezclala con el yogur, la miel y la esencia de vainilla.