Hace exactamente un año presentábamos las opciones realmente existentes y competitivas en el tablero político nacional, parafraseando una poderosa frase acuñada por Sarmiento hace 178 años y contenida en el Facundo: populismo o barbarie. Hablábamos del panperonismo acosado por sus contradicciones y desajustes internos y de la peor oposición que se recuerde desde 1983, que incluye por supuesto a Javier Milei.
Hace mucho menos, unos ocho meses, a propósito del intento de magnicidio contra la vicepresidenta, escribíamos en AIRE que –en beneficio de la democracia y para recuperar lo básico del pacto de convivencia de la post dictadura– la oposición debía “volver de la barbarie”; es decir que “a las armas las cargaba el odio”, el odio ideológico soslayado en “Argentina, 1985” que produjo desapariciones, torturas y asesinatos por decenas de miles y que le hizo decir públicamente al general Ibérico Saint Jean: “Primero mataremos a los subversivos, luego a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanezcan indiferentes y finalmente a los tímidos” y el mismo que le hizo decir a Jair Bolsonaro que “el error de la dictadura brasileña fue torturar y no matarlos a todos”.
Que Javier Milei no se haya tomado su tiempo para repudiar el atentado contra Cristina Kirchner, que sea un negacionista confeso del golpe cívico-clerical y militar y que sus fobias ideológicas lo dejen –salvando las descomunales diferencias de enorme escala– más cerca de Sarmiento que de San Martín, lo sitúan al filo de la barbarie actualizada, pero con una apreciable cantidad de votos; los suficientes como para forzar un escenario electoral de tres tercios y ponerse a pocos puntos de un eventual balotaje.
Los politólogos y encuestadores que aconsejan al trío de candidatos confirmados por el Frente de Todos (Sergio Massa, Daniel Scioli y Eduardo "Wado" De Pedro) tardaron bastante en rendirse ante la evidencia, pero ya lo saben: Milei se alimenta de todo, de aportantes de campaña millonarios que también financian a Juntos por el Cambio, de gobernadores peronistas que alimentándolo creen que aumentan sus chances para retener el poder, del fracaso reciente de los dos grandes frentes multipartidarios, de los escándalos mediáticos que producen sus bravatas irracionales y también de los calificativos con que “la política clásica” y las lógicas argumentativas modernas suponen que lo desgastan: fascista, xenófobo, ginofóbico, anarco terrorista en lo económico, son denuestos eficaces para los votantes progres, convencidos, ilustrados y con la mayor parte de sus necesidades básicas resueltas, pero no tienen impacto alguna en la intención de voto de las clases medias bajas y populares, donde se manifiesta un crecimiento y consolidación sorprendentes.
Por lo tanto, ya no importa tanto “qué es” Milei, si no cuánto mide y sobre todo “cómo funciona”. ¿Qué dicen las últimas encuestas (descontando el margen de error y las operaciones) y cuál es la nueva estrategia del Frente de Todos para mantenerse competitivo?
Lo que queda: ir contra Milei para planchar a Larreta o Bullrich
¿Parece una carambola rebuscada o errónea? No tanto si se revisan los números más recientes en materia de intención de voto y las proyecciones probables del universo de indecisos (entre el 15% y el 20% dependiendo de quién mida).
“Los porcentajes de votos fidelizados e históricos están en sus pisos históricos, hay mucho enojo de la gente que vive al día, que apenas sobrevive, pasan de un lado al otro sin importarle el bandazo ideológico y mientras Milei les diga que va a dinamitar todo no les importa, porque ese todo no les sirvió de mucho para vivir mejor, no les importa si hicimos 100 o 100 mil viviendas o si salvamos millones de vidas durante la pandemia” nos confía un consultor que trabaja para el Frente Renovador y cita como ejemplo las elecciones 2018 en Brasil. “Cuando lo corren de la cancha a Lula, quedan Hadad y Bolsonaro, y más allá de que Hadad era una segunda marca que no retenía votos suficientes, miles confesaban que si no jugaba Lula lo votaban a Bolsonaro. ¡De Lula a Bolsonaro sin escalas! ¿Por qué no podría pasar lo mismo si Cristina no juega?”, dice con una mueca que no oculta temor.
Con Milei todo es nuevo, se dio cuenta de que él como presidenciable mide entre un 23% (Poliarquía) y un 15% (Synopsis), pasando por un 20,4% (Management & Fit) y que no necesita arriesgarse al desgaste que produce ordenar armados provinciales; él solo arrastra a pymes electorales provinciales que podrán colgarse de sus boletas sin que él preste foto ni marca. Si logra un tercer lugar que hoy parece garantido con un piso del 14% de los votos válidamente emitidos, podría sumar entre 18 y 22 bancas (cálculo inexacto pues depende del comportamiento de los indecisos y el voto en blanco) y conformar un bloque decisivo para bloquear o sacar leyes. Pero allí no acaba el susto, pues si –tal como hizo Taquion Cosultora– se suman los que lo votan seguro con quienes podrían llegar a votarlo, el techo de Milei alcanza el 35% y podría desplazar al peronismo (20,9%) relegándolo al tercer lugar y sacándolo de un balotaje de pesadilla para el espectro nacional y popular: el país a merced de libertarios y neoliberales.
Lo que está claro, más allá de los números, es cómo está funcionando el Partido Unipersonalista Libertario, es decir Milei y 10 más:
- Cambia las condiciones y contenidos del debate político público: slogan mata argumento, ocurrencia mata idea y emociones matan cualquier pretensión racional.
- Corre tan a la derecha la agenda (dolarización, cierre del Banco Central, educación opcional por ticket canasta, libre mercado de órganos) que las propuestas de Larreta y hasta Bullrich parecen progresistas o moderadas. Su poder centrífugo se lleva todo puesto, incluso las estrategias comunicacionales del gobierno.
- Pese a los cálculos del gobierno y buena parte de sus comunicadores e intelectuales, les roba votos a todos y cree -encuestas en mano- que no necesita “arreglar” ni con Macri ni con Bullrich porque puede ganar.
En tanto nunca arranca la campaña del Frente de Todos, ni se expresa clara y públicamente el programa político que reclamó Cristina, esta última condición del libertario –su persistencia en jugarse con la propia marca– representa la mejor chance que tiene el oficialismo al día de hoy: polarizar con “lo peor” pero que tanta gente votaría, para forzar los tres tercios de modo de llegar al balotaje contra Milei. “Así se partiría el electorado opositor en la general y el electorado indeciso tendría que elegir finalmente entre nosotros y una expresión bien radicalizada, hay una chance de ganar y es polarizando con Milei, es la única que tenemos”, aseguran quienes entienden que es hora de jugar a otra cosa antes de que sea demasiado tarde.
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