La demoledora patada a la mesa de la política ejecutada este domingo por una mayoría social furiosa conmueve al peronismo y necesariamente lo sumerge en un proceso de revisión interna cuyos alcances todavía no están claros.
Sí es factible observar quiénes son los dirigentes que salvaron la ropa y, en consecuencia, de manera inevitable, quedarán primeros en la línea de partida para llevar adelante la enésima reconstrucción del justicialismo, en un escenario de hostilidad difícil de exagerar.
Emerge con nitidez la figura de Axel Kicillof. Es el gobernador de la provincia más grande del país, que concentra no sólo casi el 40% del electorado sino que aporta el 30% de la producción argentina. Ganó con claridad su elección en las generales e incluso empujó la recuperación de varios municipios para el peronismo.
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Con una mala performance en el balotaje, igual es una de las tres jurisdicciones en donde triunfó Sergio Massa. Tiene un problema serio: la viabilidad de su gestión depende, en buena medida, del vínculo con el Estado nacional y no es improbable trazar un horizonte de asedio.
Martín Llaryora es también, de manera clara, alguien a tener en cuenta. Generacionalmente, al igual que Kicillof, constituye una renovación. Retuvo para el PJ cordobés la gobernación en medio de una marea antiperonista que sacudió casi todo el país, pero con epicentro precisamente en esa provincia. Se verá si se lanza hacia la conquista desde el interior del justicialismo o prefiere, al menos por ahora, mantenerse replegado en el cordobesismo que dio tan buenos resultados en la vecina provincia.
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Es una incógnita aun qué será de la vida política de Sergio Massa. En la noche del domingo, sacudido por la paliza de Javier Milei, amagó con un pase a retiro. La posibilidad, incluso, de un pedido de licencia en el Ministerio de Economía (algo ya desmentido este lunes) abonaba ese camino.
Si la decisión sugerida en su discurso final fuese revertida, con seguridad sería un dirigente determinante hacia el futuro. En una elección imposible, con 140% de inflación, logró llegar al balotaje y mantenerse competitivo hasta el final. Casi una hazaña.
El resto de los gobernadores peronistas probablemente estén pensando en alambrar su territorio y pagar sueldos, ante la inminencia de un inédito ajuste en las cuentas públicas validado por cerca de 15 millones de votantes. Quizás allí mismo encuentre una llave de gobernabilidad el primer presidente liberal/libertario del mundo, como se calificó a sí mismo el propio Milei en la eufórica noche del 19 de noviembre.
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¿Y el peronismo santafesino? Los pases de factura que habían quedado en stand by por la elección nacional se activarán con potencia en las próximas horas. Todo ello, en medio de una mayoría del electorado provincial, decididamente hostil no ya al kirchnerismo, sino al justicialismo en todas sus modalidades.
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