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Política Corte | Alberto Fernández |

Alberto Fernández y un primer aniversario de gestión con sabor agridulce

Aunque el gobierno se empeñe en negarlo, la relación con Cristina Fernández ejerce una fuerte incidencia en la gestión de Alberto Fernández. La pandemia y la consecuente crisis económica, impidieron avanzar en una serie de promesas de campaña.

Alberto Fernández cumple su primer año gestión con un sabor agridulce. La pandemia y la consecuente crisis económica no le permitieron avanzar en sus promesas de campaña, salvo en una, la legalización del aborto, que obtuvo media sanción el viernes de la Cámara de Diputados. Fue el único motivo que tuvo para festejar en una semana en la que volvió a sentir de cerca la presión de la vicepresidenta Cristina Kirchner quien, con su carta fulminante contra la Corte Suprema, también envió un mensaje tácito al Presidente por no haber resuelto sus problemas judiciales durante el primer año de mandato.

La carta de Cristina Fernández contra la Corte Suprema significa un ataque directo al sistema republicano argentino que, en su esencia, fue concebido para limitar al poder. No es la primera vez que la ex presidenta embiste contra el Poder Judicial, al que lo responsabiliza del “lawfare” de la que ella se dice víctima. Lo que sorprendió de su arremetida contra la Corte fue la virulencia expresada en la carta, lo que coloca en una situación incómoda a Alberto Fernández, quien pretende una relación armónica con los cinco jueces del máximo tribunal.

La carta de Cristina Fernández contra la Corte Suprema significa un ataque directo al sistema republicano argentino que, en su esencia, fue concebido para limitar al poder.

De hecho, hasta que la carta de Cristina salió a la luz, el gobierno de Fernández llevaba adelante secretas tratativas con algunos miembros de la Corte –en particular, con Ricardo Lorenzetti- para neutralizar un inminente fallo en favor de Horacio Rodríguez Larreta, el jefe de gobierno porteño, tras la poda que la Nación le impuso a las arcas de la Ciudad. Después de la carta de Cristina, las relaciones entre Fernández y la Corte quedarán sumidas bajo un gran signo de interrogación.

Cristina ha demostrado que su papel no es el de una vicepresidenta pasiva y silenciosa. Por el contrario, la vicepresidenta hizo del Senado su bastión y desde allí se ha propuesto condicionar al Gobierno en sus políticas. “Del Senado no partirá ninguna medida de ajuste”, dicen en su entorno.

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Cristina Fernández se las ingenia para incidir sobre el gobierno de Alberto, a quien le recrimina no haber hecho lo suficiente para frenar la embestida judicial en su contra. 

Cristina Fernández se las ingenia para incidir sobre el gobierno de Alberto, a quien le recrimina no haber hecho lo suficiente para frenar la embestida judicial en su contra.

Esto explica la decisión de los senadores kirchneristas, inspirada por la vicepresidenta, de modificar el proyecto de movilidad jubilatoria enviado por el Gobierno. Además del cambio de la fórmula y la periodicidad con la que se realzará la actualización, que pasará a ser trimestral en lugar de semestral, se decidió incorporar el 5% de aumento a los jubilados otorgado por el Gobierno en diciembre, que en el proyecto de Economía era tomado a cuenta de la primera actualización.

Cristina y su bastión en el Senado

Si bien la vicepresidenta no obstaculiza los proyectos que el Gobierno envía al Congreso, sí los moldea de acuerdo a su parecer. Sucedió con la reforma judicial. Y avanzó, sin pedir permiso, con un nuevo proyecto de ley orgánica del Ministerio Público Fiscal.

Asimismo, dejó trascender que no acelerará el proyecto que en las próximas horas presentará el diputado tucumano Pablo Yedlin en nombre de los gobernadores del PJ para suspender, por un año, las elecciones primarias. Máximo Kirchner, jefe del bloque oficialista, dejó dicho en su entorno que no es su prioridad y que una iniciativa de esa naturaleza sólo podría avanzar si la oposición la acompaña. Difícil: Juntos por el Cambio ya anticipó que está en contra de suspender aquellas elecciones.

Ahora resta saber cómo actuará Cristina frente a la legalización del aborto. Un trofeo que Alberto Fernández pretende levantar antes de fin de año para compensar tantos infortunios en la economía. La sesión en el Senado está prevista para la última semana de diciembre y los números se presentan muy ajustados, aunque con una muy leve ventaja a favor de la iniciativa. Quienes promueven el proyecto descartan que la vicepresidenta militará para que la ley finalmente sea sancionada. Después de todo, se trata de un proyecto del Gobierno: una nueva derrota significaría un golpazo tremendo para Fernández, para quien la legalización del aborto es un emblema de campaña.

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